miércoles, 22 de febrero de 2023

ESTAMOS EN LAS CONDICIONES QUE PRECEDIERON AL DILUVIO, CONFIRMO LA HORA DE LA PURIFICACIÓN





FOTO: A petición de Nuestro Señor a su profeta Bernabé en la tierra sagrada de Nigeria, llamada así por Nuestro Señor, donde está recreando su Getsemaní, Olo in Ezeagu Enugu state Nigeria, Se ha levantado el crucifijo gigante en el mes de Julio del 2014.

Julio mes de la Preciosa Sangre

Crucifijo Agonizante de La Devoción: 

Preciosísima Sangre De Jesucristo.




PERO, ¿QUÉ HACEN TANTOS MINISTROS MÍOS?

 

De amigo de Dios a colaborador de Satanás en el arrancar a mi Corazón Misericordioso las almas

¿No es este el mal más grande que un hombre, un ministro mío puede hacer?

 

No, no se salvan almas en las playas donde impera Satanás compitiendo con los hijos de las tinieblas en la inmodestia, en la impureza, en el mal. No se salvan almas leyendo toda clase de libros, envenenando y contaminando espíritu y alma. No se salvan almas repudiando la fe. Se han hecho materialistas.

 

Yo, hijo mío, he constituido la Iglesia jerárquica, y no se diga que los tiempos han cambiado y que por eso es necesario cambiar todo.

En mi Iglesia hay puntos firmes que no pueden variar con el mudar de los tiempos. Jamás podrá ser cambiado el principio de autoridad, el deber de la obediencia.

Podrá ser cambiado el modo de ejercer la autoridad, pero no podrá ser anulada la autoridad.

Se dice que no se va al infierno. O se niega el infierno o se apela a la Misericordia de Dios que no puede mandar a ninguno al infierno.

No por estas herejías y errores deja de existir el Infierno. No por esto muchos impenitentes, también sacerdotes, evitan el Infierno...

 

¿Cómo pueden estos sacerdotes míos, a quienes quiero salvos a pesar de todo, adiestrar a las almas contra Satanás si ellos se han convertido en el hazmerreír de Satanás?

Han ignorado las repetidas llamadas de mi Vicario en la tierra. No aman a mi Vicario y ¿cómo podrán educar a las almas en el amor a mi Vicario, en mi amor?

Mis ministros vagan en la oscuridad ignorando culpablemente hacia lo que se dirigen.

No se han escuchado debidamente las sugerencias de mi Madre en sus numerosas intervenciones, para indicar a los cristianos, y a los sacerdotes en particular, el modo de contener, CON ORACIÓN Y MORTIFICACIÓN, la acción homicida de Satanás y sus secuaces.

No han valido las múltiples llamadas de mi Vicario, es más, se han hecho posteriormente materialistas, hablando hipócritamente de renovación.

NO, HIJO, LA ÚNICA RENOVACIÓN POSIBLE ES UNA VERDADERA, SINCERA CONVERSIÓN.

26 de Agosto de 1975

 

 

 

SE AMA EN LA MEDIDA EN QUE SE SUFRE


Los rebeldes al sufrimiento corren el grave riesgo de auto eliminarse del Cuerpo Místico, corren el peligro de agostarse como ramas secas e inútiles, es más, nocivas, buenas solo para el fuego.

 

La monstruosidad de esta generación perversa está en ignorar y querer ignorar el portentoso Misterio de salvación, a través del cual es también visible el Amor infinito de Dios por la humanidad.

 

El rechazo de Dios, que es Amor infinito, es un pecado de tal gravedad que, todas las demás cosas y acontecimientos humanos son una nada.

 

SON LOS JUSTOS, LOS SANTOS Y LOS BUENOS LOS QUE HACEN CIVILIZADOS A LOS HOMBRES, Y AYUDAN AL FLORECIMIENTO DEL ARTE VERDADERO.

 

5 de Mayo de 1975

 

 

 

Confidencias de Jesús a un Sacerdote

TU SABES QUE YO TE AMO

Sacerdote italiano, Monseñor Ottavio Michelini.


¿Por qué me ha escogido Dios?

Soy un pobre sacerdote, entre tantos, el menos culto, el menos docto, el más desprovisto, un pobre sacerdote rico sólo en innumerables miserias de toda naturaleza.

¿Por qué me ha escogido Dios? Para confundir a los soberbios, hinchados de orgullo por su saber, que han llenado la Iglesia de errores y de herejías, envenenando a las almas. Sí, necedades, errores, herejías, sobre Dios, sobre la Iglesia, sobre la Santísima Virgen, sobre la Revelación. Dios es infinitamente sencillo y nos quiere sencillos y humildes.

 

 

 




 

 

He dictado a María Valtorta, alma víctima, una obra maravillosa. (El poema del hombre Dios)Yo soy el autor de esta obra. Tú mismo te has dado cuenta de las rabiosas reacciones de Satanás. 

Tú has comprobado la resistencia que muchos sacerdotes oponen a esta obra que si fuera, no digo leída, sino estudiada y meditada llevaría un bien grandísimo a muchas almas. Ella es fuente de seria y sólida cultura.

Pero frente a esta obra, a la que está reservado un gran éxito en la Iglesia renovada, se prefiere la basura de tantas revistas y de libros de presuntuosos teólogos.


Esta es una obra querida por la Sabiduría y la Divina Providencia para los nuevos tiempos. … 

 

 

 

ESTAMOS EN LAS CONDICIONES QUE PRECEDIERON AL DILUVIO

CONFIRMO LA HORA DE LA PURIFICACIÓN

la humanidad será destruida, hecha excepción de aquellos que el Señor ha decretado salvar, pues la humanidad, ha permanecido en su inmensa mayoría, repetidamente sorda a todas las invitaciones que se le han dirigido al arrepentimiento y a la conversión.

 

 

 

 

 

LOS QUIERO VIVOS.

 

Hijo mío, no me conformo con la adhesión poco más que formal de muchos sacerdotes míos.

Hijo, quiero de mis sacerdotes una participación activa en mi Redención.

Quiero a mis sacerdotes conmigo sobre el Calvario; muchos se niegan a seguirme en mi dolorosa subida.

A mis sacerdotes los quiero orantes y operantes Conmigo en la Eucaristía. Algunos no creen ni siquiera en mi presencia en los altares, otros me abandonan y se olvidan de Mí, otros,  nuevos Judas, me traicionan.

¡Quiero a mis sacerdotes constructores de mi Reino en las almas, no devastadores de mi Reino!

Quiero de mis sacerdotes el amor, porque Yo los amo infinitamente desde la eternidad. Alma del amor es el sufrimiento: se ama en la medida en que se sufre. Pero hoy muchos huyen del sufrimiento, y por tanto, del amor.

Hijo, quiero a mis sacerdotes conscientes, responsables y conocedores de su papel en el Cuerpo Místico. Los quiero vivos, vibrantes de gracia, de fe, de amor y por tanto de sufrimientos.

¡Cuánto tiempo perdido, cuánto bien no realizado, cuántos obstáculos e impedimentos en mi Cuerpo Místico! Que despilfarro de lo sobrenatural... porque muchos, muchos no tienen como soporte sino sólo una escasa fe, esperanza y amor.

¡Pobres sacerdotes míos que caminan a tientas en la oscuridad! Los amo, quiero su conversión, hijo.

Por lo tanto ¿Te extraña entonces si te pido sufrir un poco y rezar por ellos?

 



LOS QUIERO CONSCIENTES

 

—Jesús, hazme entender qué cosa quieres de nosotros, sacerdotes.

Ya te lo he dicho: os quiero conscientes de vuestra vocación. Yo os he escogido con especial predilección y amor.

Quiero a mis sacerdotes conscientes de su participación en mi Sacrificio, no simbólico sino real. Esto lleva consigo unión y fusión de su sufrimiento y el mío. No es formulismo exterior, sino estupenda y tremenda realidad: ¡la Santa Misa!

El sacerdote debe unirse a Mí en el ofrecimiento de Mí mismo al Padre. ¿Qué Misa es la del sacerdote carente de esta conciencia y convicción?

Piensa, hijo mío, ¡qué dignidad, grandeza y potencia he dado a mis sacerdotes! El poder de transubstanciar el pan y el vino en Mí mismo: en mi Cuerpo, en mi Sangre, en todo Yo mismo. En sus manos se repite cada día el prodigio de la Encarnación.

Los he constituido depositarios y dispensadores de los frutos divinos del Misterio de la Redención. Les he conferido el poder divino de perdonar o de retener los pecados de los hombres. Como a mi Padre putativo, los he constituido custodios míos sobre la tierra. Pero, para muchos, ¡qué diferencia  entre el amor con el que me custodiaba San José y su descuido de Mí en el Sagrario!

Hijo, a mis sacerdotes he confiado la tarea de anunciar mi palabra. Pero ¿en qué modo se lleva a efecto esta importante tarea del ministerio sacerdotal? Lo dice la esterilidad en general que acompaña a la predicación.

A mis sacerdotes les está confiada la tarea de combatir contra las oscuras fuerzas del Infierno, pero ¿quién se cuida de hacerlo, de echar a los demonios? Para hacer esto se necesita tender a la santidad; así también para curar a los enfermos se necesitan oraciones  mortificación.

Hijo mío, a mis sacerdotes los quiero santos porque deben santificar. No deben poner confianza, para su ministerio, en medios humanos como muchos lo hacen. No deben confiar en las criaturas sino en mi Corazón Misericordioso y en el Corazón Inmaculado de Mi Madre.

Los sacerdotes son verdaderos ministros míos pero, hecha excepción de pocos, no tienen conciencia de esta su posición.

Son mis embajadores, acreditados por Mí entre los hombres, las familias y los pueblos.

 

 

 

 

VAN CON EL MUNDO

Los sacerdotes son realmente partícipes de mi eterno Sacerdocio. El sacerdote es protagonista, en el Cuerpo Místico, de grandes hechos y acontecimientos sobrenaturales.

Los sacerdotes deben ser hostias para darse e inmolarse por la salvación de los hermanos.

Es pecado gravísimo pensar en salvar las almas con los propios recursos humanos de inteligencia y de actividad. Toda actividad exterior del sacerdote que carece de fe,  amor, sufrimiento y oración, es nula, es vana.

El sacerdocio es un servicio. El que sirve se diferencia del servido, no se identifica con las personas servidas. El sacerdote debe diferenciarse de las almas a él confiadas, como el pastor se diferencia de su grey.

Si los sacerdotes vieran la grandeza de su dignidad, la sublime potencia sobrenatural de la que están revestidos (como veía estas cosas San Francisco de Asís)  tendrían para sí mismos y para sus hermanos sacerdotes un grande y devoto respeto.

Hijo, desgraciadamente algunos se buscan a sí mismos olvidándose de Mí. Otros muchos van con el mundo, aún sabiendo que el mundo no es de Dios sino de Satanás.

Algunos me traicionan, otros están demoliendo mi Reino en las almas, al sembrar errores y herejías. Otros están áridos por carencia de la savia vital del alma: el amor, cuya verdadera alma es el sufrimiento.

Debes por tanto, rezar y ofrecerte, con una correspondencia sensible a mis invitaciones, a la reparación, a la penitencia, a la oración para que todos mis sacerdotes se conviertan. Sí, se conviertan y cada uno tome su puesto en el Cuerpo Místico:  ad majorem Dei gloriam  y por la salvación de las almas.

 









RENOVACIÓN REAL

 

-A mi pregunta de que qué quería dar a entender precisamente al decir: "Quiero a mis sacerdotes orantes y operantes Conmigo en la Eucaristía",  la respuesta ha sido ésta:

"¿Qué cosa he hecho y hago Yo en el sacrificio de la Cruz y de la Santa Misa? ¿Cómo he rezado al Padre?  “Padre, si es posible pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”.

No olvides (como muchos olvidan) que el sacrificio de la Santa Misa es la real renovación del sacrificio de la Cruz.

En el sacrificio de la Cruz está mi oración al Padre unida al anonadamiento de mi voluntad, aniquilamiento total. Está el ofrecimiento total de Mí mismo con un acto de infinito amor y de infinito sufrimiento; está la inmolación de Mí mismo por las almas.

El sacerdote que se une, y que Yo quiero unido a Mí en este sufrimiento, participa más que nunca en mi Sacerdocio. Nunca es tan sacerdote como cuando hace esto Conmigo.

 

 

 

DESPILFARRO DE LO SOBRENATURAL

¡Cuántas Santas Misas privadas de esta alma vital, de esta unión íntima y fecunda!

El Sacerdote atestigua su amor a Dios y al prójimo en el acto más importante de su jornada cuando, responsablemente en unión Conmigo, se anonada a sí mismo en la ofrenda eficaz de su voluntad al Padre y acepta inmolarse por las almas por las que Yo  incesantemente me inmolo.

O sea: el sacerdote en la Santa Misa debe darse realmente Conmigo al Padre para ser dado por el Padre a las almas.

Esto debe preceder a toda otra actividad del sacerdote, de lo contrario, es despilfarro de tiempo y de lo sobrenatural; de otro modo se vuelve estéril desde la raíz toda su actividad.

Hijo, si te hiciera ver cómo son celebradas muchas, muchas Santas Misas, te quedarías espantado hasta el punto de morir...

En este sentido te repito: quiero orantes y operantes a mis sacerdotes como Yo fui y soy; sólo así es como se hacen instrumentos, para sí y para los hermanos, de verdadera renovación espiritual.

¡Cuántas actividades inútiles, hijo mío, porque están privadas de su alma natural!

 

 

 

No me has escogido tú a Mí, sino que Yo te he escogido a ti. Te he escogido para hacer de ti un ministro mío, es decir, para hacer de ti otro Yo mismo. No es un modo de decir, sino que es una gran realidad: Sacerdos alter Christus .

Sólo los santos han tenido la justa visión de la grandeza sacerdotal. Muchos ministros míos están muy lejos de vivir esta realidad divina: no tienen la visión luminosa del Misterio del que son parte.

Mis ministros deberían ser responsablemente conscientes de su dignidad sacerdotal, adecuando a ella día y noche toda aspiración y toda energía, toda fatiga y todo sufrimiento.

Así han hecho los sacerdotes santos y ¡todos los sacerdotes deben ser santos!

 

 

 

LA DIGNIDAD SACERDOTAL

 

"Hijo, el Sacerdote me pertenece,  todas las criaturas me pertenecen, todos los hombres me pertenecen, pero el sacerdote me pertenece en modo diferente y particular.

Tú, hijo mío:

— me perteneces por Creación,      

— me perteneces por Redención,

— me perteneces por Vocación,

— me perteneces por Reconquista.

Así es verdaderamente.

 

Para esto los he escogido para santificarse y luego santificar, para darse a Mí enteramente porque son míos, porque me pertenecen por tantos títulos y para que Yo pueda darlos, sin reservas, a los hermanos.

Pero, ¿qué hacen tantos ministros míos? Cuidan de sus intereses (muchas veces disimulados, pero siempre sus intereses) no de los míos que son los de las almas. Están sedientos y hambrientos de cosas mundanas.

He dicho que cuidan de sus intereses: mejor definirlos pseudo - intereses; el verdadero interés de ellos debe ser uno sólo: “Dios”. La gloria de Dios, la salvación de las almas; todo el resto no vale.

Por fuerza vagan desorientados en la niebla y en la oscuridad, que no se reconocen ya ni a sí mismos. No saben ya quiénes son, no saben a dónde van;  por fuerza resulta que ¡no hacen mella en las almas!

No, no se salvan almas en las playas donde impera Satanás compitiendo con los hijos de las tinieblas en la inmodestia, en la impureza, en el mal. No se salvan almas leyendo toda clase de libros, envenenando y contaminando espíritu y alma. No se salvan almas repudiando la fe. Se han hecho materialistas.




ESPANTOSA INVERSIÓN

 

Cuán lejos están estos ministros míos del Centro propulsor de la gracia que es mi Corazón misericordioso.

Cuánto sufrí por Judas, reacio a mi amor, cuanto sufrí por Judas, pero más que por la traición hecha con relación a mí,  por la ruina de su alma.

Cuánto sufrimiento por muchos sacerdotes míos que traicionan el mandato divino, pudriéndose a sí mismos y a tantas almas.

Hijo mío, un sacerdote no se salva solo ni se pierde solo. Obrando por la salvación de un sacerdote se obra por la salvación de otras muchas almas.

Que tremenda y espantosa inversión de una estupenda realidad divina:

— de Alter Christus, a lobo rapaz que dispersa el rebaño;

— de Ángel de luz, a ángel de las tinieblas.

— de Ministro embajador de Dios a traidor de la finalidad de la Creación, de la Redención y de su Vocación.

"Ya no os llamo siervos, sino amigos".

De amigo de Dios a colaborador de Satanás en el arrancar a mi Corazón Misericordioso las almas

¿No es este el mal más grande que un hombre, un ministro mío puede hacer?

 

 

 


 


LAS INJUSTICIAS ESPIRITUALES

 

El no querer sufrir es falta de amor a Dios, es falta de justicia y de amor al prójimo y a los hermanos más necesitados de la Misericordia divina.

Se deploran las injusticias sociales, y justamente, pero no se deploran para nada las injusticias espirituales perpetradas en perjuicio de tantas almas que se pierden porque nos hemos negado a sufrir con Él por su salvación.

Terrible falta de sensibilidad cristiana que revela la tremenda crisis de fe; y con la fe está en crisis la esperanza y la caridad.

El no querer sufrir manifiesta la falta de justicia y de caridad hacia Dios y hacia los hermanos: de estas dos grandes virtudes que constituyen el soporte de toda la vida cristiana.

Los rebeldes al sufrimiento corren el grave riesgo de auto eliminarse del Cuerpo Místico, corren el peligro de agostarse como ramas secas e inútiles, es más, nocivas, buenas solo para el fuego. Falta en los cristianos la visión del gran valor de los bienes eternos, para los que han sido creados y redimidos.

El no querer sufrir es un gravísimo mal de la sociedad materialista que, desgraciadamente, ha contagiado clero, religiosos y religiosas.

En consecuencia, ella ha sofocado la verdadera y auténtica vida cristiana de fe, de esperanza y de amor; ella ha vuelto ciegas las almas, ha hecho insípida a la sal y ha apagado muchas lámparas que habrían debido difundir luz y que ya no lucen más.

 

15 de Julio de 1975

 

 

 

La monstruosidad de esta generación perversa está en ignorar y querer ignorar el portentoso Misterio de salvación, a través del cual es también visible el Amor infinito de Dios por la humanidad.

¿Podía, hijo mío, dar un testimonio más grande para la salvación de los hombres que el provisto con mi Encarnación, Muerte y Resurrección?

¿Podía dar un testimonio más grande que la perpetuación del Misterio de la Cruz mediante el Sacrificio de la Santa Misa?

¿Puede haber un hecho comparable a éste en todas las historias de los pueblos de la tierra?

¿Pruebas para creer? ¡No las buscan! De ellas he dado tantas. ¿Milagros Eucarísticos? Pero ¡cuántos de ellos he realizado en tiempos remotos y en tiempos actuales!

Hijo mío, no quieren creer, tienen miedo de tener que creer.

 

 

UN CONFLICTO GIGANTESCO

EL RECHAZO DE DIOS

 

— Hijo, levántate y escribe de rodillas:

“Dos hechos centran en sí toda la historia del género humano.

El primero es la Creación del hombre y su rechazo de Dios.

Este rechazo de Dios constituye una catástrofe espantosa de gravedad gigantesca cuyas consecuencias destructivas se perpetuarán en los siglos hasta el fin de los tiempos.

Los hombres instigados por las oscuras y misteriosas potencias del infierno, materialistas como son,  no tienen ya la percepción de esta enorme tragedia que ha desbaratado la naturaleza humana hiriéndola mortalmente, debilitándola y privándola de los dones maravillosos con los que fue creada.

Los hombres ya no tienen conciencia de la inmensa tragedia de la que son objeto y víctimas, y en la que están envueltos personal y socialmente.

Guerras y revoluciones, epidemias, inundaciones y terremotos, cataclismos, dolores, sufrimientos tienen ahí su origen y  ¿qué son las particulares y terrenas vicisitudes humanas frente a esta tragedia por la que la humanidad entera estaba eternamente perdida?

El otro acontecimiento, que también centra en él toda la historia del género humano es el Misterio de la Encarnación, Muerte y Resurrección del Verbo.

Obra de la Trinidad Divina, querida por la misma Trinidad como respuesta eficaz con miras a limitar y circunscribir la obra devastadora de Satanás y como contra - medida para el rescate de la humanidad y para liberarla de la tiranía del Maligno.

Sólo Dios podía realizar una obra de redención semejante

El rechazo de Dios, que es Amor infinito, es un pecado de tal gravedad que, todas las demás cosas y acontecimientos humanos son una nada.

El vaso está lleno y rebosa, sólo mi paciencia y longanimidad, las oraciones de los buenos, la intercesión de mi Madre y las virtudes de los Santos, han retardado el curso de la divina Justicia.

Esta generación de materialistas no tiene ideas en relación con estos dos grandes hechos en los cuales se centra y se compendia toda la historia del género humano, o si las tiene, estas ideas son oscuras y discrepantes.

Los hombres de hoy no saben que están, como objeto y víctimas, en el centro de un conflicto gigantesco.

Todos los hombres están implicados en este choque tremendo entre luz y tinieblas, entre vida y muerte eterna, entre bien y mal, entre verdad y error, entre salvación y condenación.

Esta generación perversa ni siquiera se preocupa por conocer lo que Dios creador, el Verbo hecho Carne Salvador,  el Espíritu Santo Santificador hacen para sustraerla de la ruina y perdición eterna.

Los hombres materialistas han ignorado y continúan ignorando todas las intervenciones de mi Madre y vuestra Madre. Han ignorado mis intervenciones; se tiene miedo y vergüenza de hablar de ellas, incluso por mis ministros.

Los hombres de este siglo perverso rechazan las aguas cristalinas y puras de la verdad. En cambio aman quitarse la sed con las aguas podridas de la corrupción de la sensualidad, de los placeres perdiendo hasta la noción del bien y del mal, nociones que Yo he incrustado en la naturaleza humana.

Hijo mío, estoy disgustado y harto. ¿Hasta cuándo se abusará de mi paciencia?

He aquí por qué te pido actos de amor, de reparación; he aquí por qué te pido que reces. No dejes pasar ni una hora del día sin elevar tu alma a Mí con actos de fe, de esperanza y de amor, de arrepentimiento, de humildad y de reparación.

Me darás así un poco de gozo, no le niegues a tu Jesús este poco de alegría.

Ámame, hijo mío. Te bendigo y contigo bendigo a todas las personas queridas por las que rezas".

 

21 de Agosto de 1975

 

 

 







CONSTRUYEN MATERIALMENTE

 

Hijo mío, escribe:

- sacerdote malo: equivalente a Demonio que lleva almas a la perdición, deicida y homicida;

-  sacerdote tibio: como un arbusto espinoso en tierra árida y estéril;

-  sacerdote bueno: equivale a un poco de bien;

-  sacerdote fervoroso: equivale a llama que ilumina, calienta y purifica;             

-  sacerdote santo: igual a muchas almas salvadas y santificadas.

 

Hijo, muchos sacerdotes se agitan, se mueven,  construyen materialmente. Si tantas energías se gastaran en la construcción de mi Reino en las almas, cuánto bien... en cambio, ¡cómo están de orgullosos con sus obras estos sacerdotes míos! En realidad son como la higuera de la que habla el Evangelio, hojas, hojas y ni siquiera un fruto.

Sabes que es absurdo pensar en santificar a otros sin santificarse. Reflexiona en todo lo que Yo hice para que mis Apóstoles fueran santos, en todo lo que hice y hago para que mis sacerdotes sean santos.

Una pizca de verdadera fe bastaría para evitar las terroríficas consecuencias de la aridez estéril del alma sacerdotal. La esterilidad es culpable por carencia responsable de fe, esperanza y caridad, o sea, de la vida divina.

 




LOS QUIERO SALVOS

 

Has visto la multitud de almas paradas, más aún inmóviles, estancadas como las aguas de los pantanos por la carencia culpable de buenos confesores expertos.


Has visto el estancamiento de muchas almas consagradas por la carencia culpable de santos y hábiles directores espirituales. Muchas de estas almas, si hubieran sido bien guiadas habrían llegado a cimas altísimas de perfección.


¡Qué desolación, hijo mío, que desolación! Esas almas no han realizado la finalidad suprema de su vocación por la ciega incapacidad de aquellos a quienes llegan y son confiadas.


¿Por qué te hablo casi exclusivamente sobre los males que afligen a mi Iglesia? Porque el médico cura la parte enferma del cuerpo, no de la sana. Y ¿no soy Yo el Médico divino de las almas?

No he venido a curar a los sanos, sino a los enfermos, no he venido por los justos sino por los pecadores. Y ¿quién más necesitado que un sacerdote en crisis de vida interior?

Los quiero salvos a estos sacerdotes míos. Los amo infinitamente, quiero su conversión. He dicho conversión, porque de conversión se trata.

Hijo, está en juego su alma, la salvación o perdición eterna de su alma. Reza y repara. Es un deber de justicia y de caridad.

Ofréceme tus sufrimientos y ámame.

Te Bendigo.

25 de Agosto de 1975

 

 

 

 

DEBIERAN VIGILAR

 

¿Has leído las palabras del Evangelio de esta mañana que dirigí a Pedro? "Tú eres Pedro y sobre esta piedra Yo edificaré mi Iglesia y las puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella".


En estas últimas palabras "las puertas de los Infiernos no prevalecerán" está claramente indicada la tremenda y gigantesca lucha, el choque continuo, el combate inevitable de las potencias del bien contra las oscuras y misteriosas potencias del mal.


Pero, si ya no se cree en Mí, Verbo eterno de Dios, ¿con qué valor se intenta predicar en mi nombre?


O si no creen, o dudan fuertemente incluso aquellos que han sido encargados de formar a mis futuros sacerdotes del mañana. ¿Qué se podrá pensar del mañana? ¿Podrá jamás un árbol malo dar frutos buenos?


Cuánto ofende a mi Corazón misericordioso la visión de la ruina espiritual que se realiza en los seminarios, en los conventos, en las familias religiosas. Pero ¿cómo evitar la justa ira de mi Padre?

Oh sí, hijo mío, el derrumbe está en curso y será tremendo su precipitarse arrollador.


Si en un ejército en guerra los oficiales, en lugar de vigilar y hacer de todo para descubrir los movimientos del enemigo, duermen y se entretienen en diversiones, la derrota es inevitable.

En mi Iglesia la batalla estalla en todos los frentes, los centinelas no todos están vigilantes. Aquellos que debieran vigilar, demasiado han dormido y demasiado duermen; no se hace uso de los grandes poderes dados a mis sacerdotes, y por desgracia muchos se encuentran en tal sopor que hacen dudar fuertemente de su despertar.

 

 




SATANÁS SE SEÑOREA

 

No se cree, hijo, en la evidencia, porque se vive superficialmente. Bastaría meditar,  reflexionar un poco sobre lo que está sucediendo en la Iglesia y en el mundo, para llegar a la lógica conclusión de que todo lo que está sucediendo en el mundo no es fruto del tabú sino del Príncipe de las tinieblas y de sus secuaces.


No se ha dado importancia a mis múltiples intervenciones. No se han escuchado debidamente las sugerencias de mi Madre en sus numerosas intervenciones, para indicar a los cristianos, y a los sacerdotes en particular, el modo de contener, con oración y mortificación, la acción homicida de Satanás y sus secuaces.


No han valido las múltiples llamadas de mi Vicario, es más, se han hecho posteriormente materialistas, hablando hipócritamente de renovación.


No, hijo, la única renovación posible es una verdadera, sincera conversión.


Satanás con orgullosa arrogancia se señorea; y muchos de mis insensibles ministros no se dan cuenta o fingen no darse cuenta.


¿Hasta cuándo? ¿Aún por mucho tiempo? Reza, repara, ofréceme tus sufrimientos, ámame hijo.


Tú estás en mi Corazón misericordioso. Tú "la pequeña gota de agua" serás absorbido en el océano infinito de amor de mi Corazón, desgarrado por la salvación de todos.

Te bendigo.

26 de Agosto de 1975

 

 

 

Mis ministros vagan en la oscuridad ignorando culpablemente hacia lo que se dirigen.


No han acogido con responsabilidad consciente las numerosísimas intervenciones de mi Madre. Deberían, con inequívoca claridad, hacer de ello sabedores a los fieles. ¡Al contrario! Presunción, orgullo,  respeto humano, incredulidad los han cegado.


¡Qué hemorragia de almas consagradas!


¡Cuántos Judas habrá todavía!


Cuánta sangre, cuánta sangre será derramada... ¡Cuánto tiempo han tenido, a cuántos acontecimientos han asistido! La revolución española, la persecución en los países donde impera el comunismo, no han servido para nada, o de muy poco. La crisis de fe ha hecho materialistas a mis sacerdotes hasta tal punto que no pocos incluso han perdido el sentido cristiano de la vida.


¿Cómo pueden estos sacerdotes míos, a quienes quiero salvos a pesar de todo, adiestrar a las almas contra Satanás si ellos se han convertido en el hazmerreír de Satanás?


Han ignorado las repetidas llamadas de mi Vicario en la tierra. No aman a mi Vicario y ¿cómo podrán educar a las almas en el amor a mi Vicario, en mi amor?


Hijo ¡Qué desolación! Reza, repara, acepta sufrir por la salvación de estos ministros míos.

Te Bendigo, hijo mío. Ámame.

 

27 de Agosto de 1975

 

 

 

CALLAR Y OFRECER

 

Hijo mío, Yo te lo repito por segunda vez: procura convencerte de ello y no dudar.


Cuando rezas, cuando escribes lo que te digo, Satanás hace de todo, no sólo para distraerte y disuadirte de tu acción, sino para que te impacientes y, si lo consigue, ensoberbecerte. (...)


Satanás ha pecado por soberbia: en ella está y permanecerá eternamente. Se necesita vencerlo con la virtud opuesta: la humildad.


Si tú, esta tarde, en lugar de impacientarte, hubieras puesto en práctica con un acto de humildad el "callar, aceptar, sufrir y ofrecer",  habrías vencido a Satanás con la mortificación de tu “yo”.


El “yo” es orgullo y  Satanás, despechado y humillado, después de un poco hubiera soltado  su presa. En este caso tú eras la presa, porque él te miraba sirviéndose de "x"


He dicho “humillado” porque nada le molesta más que un acto de humildad. El bochorno de ser vencido por un hombre, inferior a él por naturaleza, lo exaspera y lo hiere.


¡Qué groseramente yerran los que (materializados y por tanto, ciegos, en nombre de la personalidad, es decir, del propio yo, basurero del orgullo, la vanidad y la presunción) favorecen e incrementan estas pasiones secundando a Satanás en su acción demoledora y devastadora del alma!


El Príncipe de la mentira hace creer que es fortaleza lo que en realidad es debilidad, debilidad lo que es fortaleza; de este modo muchas almas son impulsadas hacia su ruina.


Tú, hijo, puedes tocar con tu mano tu flojedad y ver la necedad de quien se deja prender tan fácilmente por el lazo. Sin embargo no faltan mis amonestaciones, no faltan mis ejemplos, ni los de mi Madre y vuestra Madre, los ejemplos de los Santos.

 



LA VIRTUD BASE

 

¿No os dije "aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón"? Cuesta más y se necesita más fuerza para mortificar el propio "yo", que para realizar cualquier otra empresa.


Satanás ha pecado de orgullo, por orgullo ha inducido al hombre a pecar; la victoria del hombre es derrotar a Satanás con la potente y eficaz arma de la humildad.


La humildad es la virtud  base, fundamental, sin la que no hay ningún progreso espiritual, sin ella es imposible la edificación del Reino de Dios en las almas.


Piensa, medita, reflexiona qué grande es esta virtud. Satanás teme a los humildes, porque por los humildes siempre es derrotado.


Hijo mío, tu Jesús, océano infinito de amor, está sediento de amor, pero los hombres, hechos pesados por la materia en la que están inmersos, son incapaces ya de verme y de entenderme, y por tanto mucho menos de amarme.


Ámame tú, hijo, quiéreme y ámame por los numerosísimos cristianos que no me aman, por tantos y tantos sacerdotes que no me aman, profesionales materializados de los valores de mi Redención.

Te Bendigo.

 

 

 

EL AMOR Y EL ODIO

 

Hijo mío, si Yo soy el Amor que por naturaleza tiende a la unión, Satanás es odio, el odio nacido de la soberbia y que lleva a la desunión. Del amor brota la humildad, de la rebelión de Lucifer nace el odio.


La humanidad, desde su caída, conoce el amor de Dios que se vierte en ella; igualmente conoce el odio de Satanás: Caín fue el primer intoxicado por este odio, la primera víctima.


El odio viene vomitado como fuente turbia sin descanso; ¡ay de los hombres que no sepan tener cuidado de esto!


Dios salva a los hombres de buena voluntad con el amor. SATANÁS LOS PIERDE CON EL ODIO Y LA DIVISIÓN.

 

Dios transforma al hombre; de selvático lo hace humano, de humano lo hace cristiano es decir, hijo de Dios, elevándolo a su naturaleza divina "Consortes divinae naturae". 


También Satanás tiende a transformar al hombre en demonio de soberbia, odio y rebelión.


Frutos preciosos del amor de Dios son la fe, la esperanza y la caridad. De éstas derivan: el respeto de la libertad personal y social, el respeto por la justicia que une y hermana a los hombres y hace más serena y deseable la peregrinación terrena.


DE LA SOBERBIA, DEL ODIO Y DE LA DIVISIÓN NACEN LAS INJUSTICIAS PERSONALES Y SOCIALES, LA ESCLAVITUD, LA EXPLOTACIÓN, LA OPRESIÓN QUE EXASPERA LOS ÁNIMOS DE LAS PERSONAS Y DE LOS PUEBLOS HASTA LA DESESPERACIÓN.


Frutos de la fe, de la esperanza y del amor son: la paz en las conciencias, en las familias, la paz  entre los pueblos. SON LOS JUSTOS, LOS SANTOS Y LOS BUENOS LOS QUE HACEN CIVILIZADOS A LOS HOMBRES,  Y AYUDAN AL FLORECIMIENTO DEL ARTE VERDADERO, del arte bueno, que no pervierte sino ayuda al hombre en su ascenso hacia la conquista del bien, de lo verdadero y de lo bello.


Frutos del orgullo, del odio, de la división son la violencia, las guerras, la degradación de la naturaleza humana, la corrupción en todos los sectores, la perversión del arte en pornografía y sensualidad.

 

 

 

EL AMOR RECHAZADO

 

Hijo mío, ¡hiere más agudamente a mi Corazón misericordioso, la actitud apática de mis sacerdotes que la rabiosa ofensa de los sacerdotes míos que habitualmente me tratan así!...


Es el Amor que choca contra una barrera de frialdad, de indiferencia. Es el Amor rechazado a pesar de todas las gracias dadas gratuitamente y de ningún modo debidas...


No desciendo en particular para decirte todas las faltas de delicadeza y licencias que se toman en relación Conmigo y que bien se cuidarían de tomárselas con  tantas otras personas del mundo así llamadas importantes.  Sólo Conmigo todo es lícito...


Me ven y me miran como un vago y lejano recuerdo histórico, ignorando culpablemente la Realidad  viva de la que ellos tienen parte tan importante.


Aunque teóricamente admitieran que el santo Sacrificio de la Misa es el mismo Sacrificio de la Cruz, en la práctica lo niegan con un comportamiento que revela la ausencia de la fe, de la esperanza y del amor.


Hijo ¡Qué océano infinito de miserias, de profanaciones, de traiciones, de oscuridad espiritual!


¡Oh, si todos mis sacerdotes estuvieran animados por una fe viva, por un amor ardiente cuando me tienen entre las manos ¡cuántos ríos de gracia podrían arrancar de mi Corazón misericordioso, aun para ellos y para las almas que ellos deben apacentar!

¿Por qué muchos sacerdotes míos están tan lejos y obstinados, están tan reacios  a mis repetidas invitaciones a la conversión?


Orgullo, presunción, vanidad, impureza. ¡Cuántos se pierden, ellos, los corredentores!


¡Qué tormento tan atroz su infierno!  Eran los dispensadores y depositarios de los frutos de mi Redención.


Ellos, los amigos predilectos, no me han querido conocer, su obra en mi Cuerpo místico ha quedado estéril por haber apagado la fe en su corazón, por haberse negado a seguirme en el camino de la cruz, por haber roto la unidad de mi Cuerpo místico.

 

 

 

MOVIDO POR EL AMOR

 

Hijo, tú estás avisado por la insistencia con la que regreso a estos penosos asuntos.


Es urgente poner a la propia luz una situación en alto grado dolorosa, para que cuando el desmoronamiento inicie su acción destructora,  cuando se conozca la acción rigurosa de la Justicia de mi Padre, se sepa con claridad que no faltaron avisos, intervenciones y llamadas, por muchos no escuchados, para evitar a la cristiandad los indescriptibles males que la esperan.


Todavía es necesario que se sepa, especialmente por los buenos, que el Padre, en el rigor de su Justicia, siempre está movido por el amor porque Dios es Amor. Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva.


Al no haber acogido los hombres, y también muchos de mis sacerdotes, las reiteradas invitaciones a la conversión, no habiendo sacado provecho de los castigos parciales, permitidos y queridos para llamarlos a la realidad, estallará  sobre ellos la ira divina.


Han borrado a Dios de su Corazón.


En su necedad dicen que Dios no existe, y Dios borrará de la faz de la tierra los frutos de su locura y de su orgullo

Hijo mío, reza y haz rezar; el desmoronamiento está ya en marcha.

 

16 de Septiembre de 1975

 

 








 

 

UN HÁBITO APROPIADO

 

De lo alto han sido impartidas disposiciones con relación al hábito sacerdotal. Mis sacerdotes, viviendo en el mundo han sido segregados del mundo.


Quiero a mis sacerdotes distintos de los laicos, no sólo por un tenor de vida espiritual más perfecta, sino también exteriormente deben distinguirse con su hábito propio.


¡Cuántos escándalos, cuántos abusos y cuántas ocasiones más de pecado y cuántos pecados más!


¡Qué inadmisible condescendencia por parte de los que tienen el poder de legislar! Y junto con el poder, tienen también el deber de hacer respetar sus leyes.  ¿Porqué no se hace?


Lo sé: las molestias no serían pocas. Pero Yo no he prometido jamás a nadie una vida fácil, cómoda, exenta de disgustos.


Quizá teman reacciones contraproducentes. No, el relajamiento provoca  un mayor relajamiento.


Funcionarios estatales, de empresas, de entes militares visten su uniforme. Muchos sacerdotes míos se avergüenzan, contraviniendo las disposiciones, compitiendo en coquetería con los mundanos.


¿Cómo, hijo, puedo no dolerme amorosamente? Quien no es fiel en lo poco, tampoco lo es en lo mucho.


¿Qué decir, luego, del modo en que se administran mis Sacramentos por tantos de mis sacerdotes?  Se va al confesionario en mangas de camisa, y no siempre con la camisa, sin estola.


Si se debe hacer una visita a una familia de respeto, se ponen la chaqueta, pero la casa de Dios es mucho más que cualquier familia de respeto.


También está prescrito vestido talar para el ejercicio del propio ministerio: asistencia a los enfermos, enseñanza en las escuelas, visitas a los hospitales, celebración de la Santa Misa, administración de los Sacramentos. ¿Quién se pone ahora el vestido talar para todo esto?


Esto, hijo mío, es indisciplina que roza en la anarquía.


¿Que decirte de tantos sacerdotes míos que no tienen tiempo de rezar, atosigados  como están en tantas actividades inútiles, aunque aparentemente santas?


Actividades inútiles porque les falta su alma, porque les falta mi presencia. Donde Yo no estoy no hay fecundidad espiritual.

Pero cuántos sacerdotes tienen tiempo para ir a ver películas inmorales y pornográficas, con el pretexto de que se necesita conocer para juzgar. Esta justificación es satánica.


Los santos sacerdotes, que jamás se permitirían tales inmoralidades, no serían hábiles para orientar y aconsejar a las almas...

 

 

 

 

EL DEBER DE LA OBEDIENCIA

 

Aquí tienes hasta qué punto hemos llegado.


Pero lo hay peor todavía. Yo, hijo mío, he constituido la Iglesia jerárquica, y no se diga que los tiempos han cambiado y que por eso es necesario cambiar todo.


En mi Iglesia hay puntos firmes que no pueden variar con el mudar de los tiempos. Jamás podrá ser cambiado el principio de autoridad, el deber de la obediencia.


Podrá ser cambiado el modo de ejercer la autoridad, pero no podrá ser anulada la autoridad.


¡No se confunda jamás la paternidad requerida en las altas esferas con la debilidad! La paternidad no excluye sino, al contrario, exige la firmeza.


Hijo mío, ¿porqué he querido sacar a la luz una parte de los muchos males que afligen a mi Iglesia? Lo he hecho para poner a mis sacerdotes frente a sus responsabilidades. Quiero su regreso para una vida verdaderamente santa.


Quiero su conversión porque los amo. Sepan que su conducta a veces es causa de escándalos y de ruina para muchas almas.


¡No es justo que se abuse del amor de Dios, confiando en su misericordia e ignorando casi enteramente su justicia!


Hijo, te he dicho repetidamente que el alud está ya en curso. Sólo el regreso sincero a la oración y a la penitencia de todos mis sacerdotes y de los cristianos podría aplacar la Ira del Padre y detener las justas y lógicas consecuencias de su justicia, siempre movida por el Amor.


He querido decirte esto porque quiero hacer de mi "pequeña gota de agua que cae hacia abajo" un instrumento para el plan de mi Providencia.


Te bendigo, oh hijo. Quiéreme mucho; reza, repara y recompénsame con tu amor de tanto mal que arrecia en mi Iglesia.

 



TAMBIÉN MUCHO BIEN

 

Es bien cierto que en mi Iglesia hay también mucho bien, ¡Ay si no fuera así! Pero Yo no he venido por los justos; ellos no tienen necesidad. He venido por los pecadores; ¡a éstos quiero, a éstos debo salvar!


Por eso he dado el toque en alguna de las muchas llagas y heridas, causa de la perdición de almas.


Se dice que no se va al infierno. O se niega el infierno o se apela a la Misericordia de Dios que no puede mandar a ninguno al infierno.


No por estas herejías y errores deja de existir el Infierno. No por esto muchos impenitentes, también sacerdotes, evitan el Infierno...

                       

18 de Septiembre de 1975

 

 

 

 

 

YO AMO A LAS ALMAS

 

¿Te das cuenta de la trágica situación de muchos sacerdotes míos que están caminando a grandes pasos hacia la condenación eterna de su alma? ¿Puede haber sobre la tierra tragedia más grande,  más horrible que ésta?


¿Puede haber engaño más diabólico que el que se ha difundido en nuestros tiempos, por pseudo - maestros afirmando que el Infierno no existe y que la Misericordia divina no podría permitir jamás la condenación eterna de un alma? Estos propaladores de herejías y errores quisieran anulada la Justicia divina, mientras deberían saber que en Mí, Misericordia y Justicia son indivisibles, porque en Mí son la misma única cosa.


Hijo mío, Yo soy la luz que ha venido a este mundo. La luz resplandece en las tinieblas, pero las tinieblas no la han acogido.


Yo amo a las almas. Quiero la salvación de las almas; para esto he venido, pero tengo necesidad de vosotros, de vuestra colaboración.


Vosotros sois mis miembros, y todos los miembros tienden al mismo único fin.


Yo tengo necesidad de vosotros, para que se cumpla en su plenitud el Misterio de la salvación.


Según mi ejemplo, según el ejemplo de mi Madre Santísima, de los mártires, de los santos, debéis abrazar generosamente vuestra cruz y seguirme. Si la cruz os parece pesada, vosotros sabéis que Yo estoy en vosotros para aliviar el peso.


Hijo, te he dicho y te lo repito: éste es un deber de justicia y de caridad; nadie se puede sustraer de él, mucho menos mis ministros.


No temas, estoy Yo para conducirte. Ve hacia adelante, no retrocedas y no te preocupes. Han rechazado mi Evangelio, han distorsionado mi verdad, no han creído a las almas víctimas, a las que he hablado. En sus palabras he puesto el sello de mi gracia; han resistido a todo.


He dictado a María Valtorta, alma víctima, una obra maravillosa. (El poema del hombre Dios)Yo soy el autor de esta obra. Tú mismo te has dado cuenta de las rabiosas reacciones de Satanás.

 

Tú has comprobado la resistencia que muchos sacerdotes oponen a esta obra que si fuera, no digo leída, sino estudiada y meditada llevaría un bien grandísimo a muchas almas. Ella es fuente de seria y sólida cultura.

 

Pero frente a esta obra, a la que está reservado un gran éxito en la Iglesia renovada, se prefiere la basura de tantas revistas y de libros de presuntuosos teólogos.

 

 

Esta es una obra querida por la Sabiduría y la Divina Providencia para los nuevos tiempos. …


Te bendigo como siempre. Ámame mucho.

 

22 de Septiembre de 1975

 

 

 

Mi Cuerpo Místico está en crisis, está envuelto de sombras oscuras, como la tierra cuando en el cielo se desencadena el temporal. Mi Iglesia está en crisis porque sus miembro están sofocando en la mordaza del materialismo, la Vida divina, la vida interior de la fe y con la fe, la esperanza y la caridad.


Te he hablado de lámparas apagadas, de lámparas que se apagan: son las almas de muchos sacerdotes míos y de muchísimos fieles en los cuales ya no late, ya no vibra la vida divina de la Gracia.


¿Para qué sirve una luz apagada? ¿Y un cadáver? Se lo entierra para evitar que de él se desprendan miasmas peligrosos e infecciones mortales.


Cada cristiano y, con mayor razón, cada sacerdote deben ser lámparas encendidas en el mundo envuelto en las tinieblas, para irradiar luz, para dar testimonio de Mí, Verbo de Dios hecho Carne, Luz del mundo.

 

 

 

COHERENCIA Y FIDELIDAD

 

Para hacer esto, hace vivir la propia fe con coherencia y fidelidad.


En los últimos años muchas veces mi Vicario ha elevado con fuerza su voz iluminada. Sacerdotes y cristianos en gran numero no han prestado oído a sus palabras, no rara vez hechas objeto de befa e irrisión.


¿Cómo, hijo mío, no estar profundamente apenado por tanta insensata e impenitente conducta?


El materialismo, que desde hace decenios y decenios se desfoga, alimentado por Satanás, ha contaminado a la humanidad; él está apagando cada vez en más almas el don incomparable de la fe, de la esperanza, de la caridad, de la vida interior y de la Gracia divina, sin la cual ninguno puede salvarse.


Hay sí, en mi Cuerpo Místico, brotes vigorosos.  Conocidos u ocultos a los ojos de muchos, serán los gérmenes fecundísimos de mi Iglesia renacida, regenerada y purificada en este actual desierto, porque tal se puede delinear hoy a mi Iglesia, donde abundan matorrales, cañas, espinas y ramas secas, volviendo el camino tan difícil a los buenos.


Pero cuando el incendio, que ya bajo las cenizas  incuba, se inflame abrasará toda cosa, los numerosos retoños de vida recubrirán entonces el terreno purificado de los frutos de la locura humana, del orgullo, de la impureza y de toda otra abominación.


La tierra, como jardín exuberante y fecundo, dará asilo a los hombres vueltos juiciosos y sabios, reconciliados con Dios en Mí y entre ellos, y en el Amor vivirán en paz.

 

 

 

 

 

 

ESENCIAL Y URGENTE REVISIÓN

 

Hijo, todo comandante de estado mayor reúne periódicamente en torno a su mesa de trabajo a sus ayudantes. Con ellos revisa los diferentes planes de defensa y también de ataque; se da quehacer para que sus planes estén siempre bien estudiados, preparados según el sucederse las relacione de los varios pueblos circunvecinos, para que estén listos para toda coyuntura.


Así hacen los hombres que tienen responsabilidades sociales.


También en mi Iglesia y en mis Iglesias se debería haber hecho otro tanto con el mismo diligente y solícito esmero.


En mi Iglesia hay un inmenso ejército de confirmados que debe ser adiestrado para la lucha contra los enemigos del alma: los demonios, las pasiones y el mundo.


Toca a la Jerarquía, al los varios estados mayores de las Iglesias locales, organizar y conducir esta gigantesca batalla que se combate desde la creación del hombre y continuará sin interrupciones hasta el fin de los tiempos.


Ya he dicho que los hombres, ya sea tomados particular o socialmente, son objeto y víctima de esta lucha contra las oscuras y tenebrosas potencias infernales, para las que toda insidia y seducción son buenas con tal  que se pierdan las almas.


Ya no se presta fe a esto por parte de muchos. Al no creer, no se valoran las fuerzas ni las posibilidades del Enemigo por lo que resulta imposible conducir una guerra bien organizada, si de ella no están convencidos ni sobre el plano individual ni sobre el plano social.


 Es laudable la diligencia con el que algunos estados mayores preparan sus planes, convencidos de estar cumpliendo un deber.  Es deplorable por el contrario la inercia de parte de estados mayores de otras Iglesias locales, que no saben ni preparar ni ejecutar sus planes de defensa ni de ataque contra todas las fuerzas del Mal.

 


 

 

NO SUS PALABRAS

 

En Mi Iglesia hay sacerdotes que se predican a sí mismos. En el rebuscamiento del lenguaje, en la elegancia del decir, y con otros cien recursos, buscan llamar la atención de los oyentes para hacerlos converger sobre sí.


Es verdad que mi palabra es por sí misma eficaz, ¡pero mi Palabra, no su palabra!. Mi Palabra, antes de ser anunciada ha de ser leída, meditada y absorbida; después dada con humildad y simplicidad.


En mi Cuerpo Místico hay focos de infección, hay llagas purulentas.


En los seminarios hay gente infectada que contamina a aquellos que deben ser mis ministros del mañana ¿quién puede valorar el mal?


Si en una clínica o en una comunidad se manifiesta una enfermedad contagiosa, se recurre a los remedios con gran solicitud, con informaciones y aislamientos, con medidas enérgicas y repentinas. En mi Cuerpo Místico se manifiestan males mucho más graves, y hay aquiescencia como si nada estuviera pasando. Miedos y temores injustificados, se dice.


¡No es amor, no es caridad el permitir difundirse los males que llevan a las almas a la perdición!


Hay abuso exagerado de la Misericordia de Dios como, si con la Misericordia, no coexistiese la Justicia...


Quién está investido de responsabilidad, actuando con rectitud, no debe preocuparse por las consecuencias cuando necesita tomar medidas para cortar el mal en curso.


Hijo, ¿qué decir luego de tantos sacerdotes míos, del modo del todo irresponsable con el que llevan a cabo una tarea delicadísima, como es la de la enseñanza religiosa en las escuelas?


De acuerdo que no faltan sacerdotes bien formados y conscientes, que cumplen sus deberes de la mejor manera. Pero junto a los buenos, ¡cuántos superficiales, inconscientes, incluso corruptos! Han hecho y hacen un mal inmenso, en lugar del bien, a los jóvenes, tan necesitados de ser ayudados moral y espiritualmente.


La comprensión para estos sacerdotes míos no debe justificar licencia.

 




ANARQUÍA: «Ausencia de autoridad»


 

HASTA DEMASIADAS COSAS

 

Se hacen sí muchas cosas: a veces hasta demasiadas cosas, que sirven bien poco para el fin, que es el de desbaratar las fuerzas del Maligno.


Los enemigos de la Iglesia, del bien y de la verdad se han hecho atrevidos y prepotentes; avanzan cada vez más y se hacen cada vez más insolentes, llegando a subvertir las leyes divinas y naturales ¿Por qué, hijo mío?


Muchas responsabilidades pesan sobre mi Iglesia por los muchos males que la afligen, a la base de los cuales está la crisis de fe, la crisis de vida interior.


No raramente se ha llegado a ser cómplices de los enemigos de Dios y de la Iglesia. Debilidad, morboso amor al prestigio, falta de unidad, verdadera y propia anarquía.  Ha sido desfigurada la fisonomía de los hijos de Dios y de los ministros de Dios.


¡Es tiempo de despertar! Es tiempo de poner la segur a la raíz. Quiero decir que es tiempo de responder a mi insistente invitación a una verdadera conversión, antes que sea demasiado tarde.


Es tiempo de que los diferentes estados mayores de mis Iglesias cesen de perder tiempo en cosas o iniciativas inútiles. Tienen el yerro de no ir a las raíces de los males.

 

 

 

 

CONFIANZA EN EL MEDICO

 

—¿Qué hacer, Señor, para que nosotros sacerdotes podamos entrar nuevamente en nosotros mismos? ¿Para que podamos salir de la oscuridad que nos envuelve, para despertarnos del letargo en el que hemos caído? ¿Para que podamos sacudirnos y salir de la crisis que nos ha afectado?

Se necesita que con gran humildad os convenzáis del mal que sufrís. Ningún enfermo, si no tiene clara conciencia de su mal, puede sentir la necesidad de curarse.

Ningún enfermo si no tiene plena confianza en el médico que lo cura, se da prisa de curarse.

Ninguno de mis muchos sacerdotes afectados por crisis de fe, si no se convence de su mal, sentirá la necesidad de curarse espiritualmente.

Ninguno de mis sacerdotes afectados por crisis de vida interior, si no tiene confianza en Mí, presente en mi Vicario, encontrará la fuerza para recuperarse.

Yo he hablado, por medio de Mi Vicario, abundantemente acerca de la infección que aflige al clero de este siglo materialista.

He indicado con claridad las causas y los remedios de esta infección. Pero ¿quién ha tomado en serio mis palabras?

Aun prescindiendo de esto, que es tan importante, ¿no soy Yo el Camino, la Verdad y la Vida?

 ¿No he dicho claramente: "quien quiera venir en pos de Mí tome su cruz y niéguese a sí mismo?” ¿No es ésta una clarísima indicación para todos y para mis sacerdotes en particular?

Aquí, hijo mío, está la clave y la solución de todos los problemas originados por la crisis de fe. Mortificación interior y mortificación exterior.

Esto contrasta con la vida que se lleva y se quiere llevar: cine, televisión, automóvil sin a veces justificación pastoral alguna que lo excuse, dinamismo febril pero improductivo, poca disponibilidad y propensión para la oración.

De aquí el paso a la rebelión interior y exterior es breve.  Entonces, en una verdadera y propia anarquía los últimos resplandores de fe se apagan en un tenor de vida enteramente condicionado por la civilización pagana de este siglo.

Poned la segur a la raíz sin tergiversar, podando lo que debe ser podado, después en mi Corazón Misericordioso encontrareis todos los remedios para remontar el sendero arduo, sí, pero no impracticable de la virtud.

 

 

 

30 de Septiembre de 1975

 



EL LLANTO NO ES SIGNO DE DEBILIDAD

 

Hijo mío, Yo he llorado y no  una sola vez como alguno cree. He llorado contemplando desde lo alto la Ciudad, objeto de mi gran amor. Mis lágrimas eran el rebosar al exterior de un dolor que mi Corazón no podía ya contener.

 He llorado pues no por debilidad, sino porque veía las llagas de la Ciudad predilecta, la destrucción y la suerte señalada por la Justicia divina.

Qué necios son los que piensan poder burlarse de Dios con terca obstinación, o bien otros que piensan poder continuar en sus pecados, confiando en la Misericordia divina.

Olvidan como ya te he dicho, que en Dios, misericordia y justicia son inseparables porque son una cosa sola.

Hijo, no sólo una vez lloré sobre la Ciudad amada y predilecta, pero he llorado otras veces por la ruina de las almas, tan amadas y que por ellas no he vacilado en inmolarme como víctima de expiación y reconciliación en el Calvario y en los altares.

He llorado por Judas, como ya sabes, no tanto por la traición perpetrada a mi respecto, sino por la pérdida de su espíritu soberbio, lujurioso e impenitente.

Judas ha resistido a mi amor y a todo impulso de mi gracia. Habría bastado un acto simple de arrepentimiento y Yo, con alegría, lo habría salvado.

Esto lo deben de considerar bien los centuplicados Judas de estos tiempos, y deben considerarlo también los numerosísimos hijos míos que se obstinan en rechazarme.

No es debilidad pues, mi llanto, sino el rebosante dolor de mi Corazón herido mortalmente por la ruina de tantas almas, no pocas de ellas consagradas a Mí.

 




HA LLORADO TAMBIÉN LA MADRE

 

Ha llorado también mi Madre, la más fuerte y valerosa entre todas las madres de la humanidad. Ha derramado lágrimas amargas en tiempos lejanos y cercanos, ante la casi total insensibilidad de muchos sacerdotes y fieles.

Ella conoce bien la grave crisis que sufre mi Iglesia y el mundo entero, sordos a todo reclamo de mi Corazón misericordioso, envueltos en una pavorosa oscuridad que es preludio de la inminente tempestad.

No rían los hijos del pecado, no rían los hijos de las tinieblas: ¡la espada de la divina Justicia pende sobre su cabeza!

Hijo, ¿qué más podía hacer por mi querida y tiernamente amada Ciudad? Entonces dije: "¡Jerusalén, Jerusalén, tu que matas a los profetas y lapidas a los que te son enviados, ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo sus alas y vosotros no habéis querido! Os será abandonada vuestra casa desierta y de ti no quedará piedra sobre piedra".

 

 

 

 

EL TERCER CAMINO

 

Hijo, ¡cuántas veces no he pedido la conversión de muchos sacerdotes míos arrastrados por una visión errada de la vida sacerdotal! Pero principio de toda conversión es la humildad.

La soberbia es un muro infranqueable que se erige entre el alma y Dios; se necesita abajarse para poder después elevarse hasta Dios.

La soberbia tiene lejos de Mí a muchos sacerdotes y cosecha entre ellos muchas víctimas para el Infierno. Aunque la opinión de bastantes no concuerde con esta mi afirmación, la realidad irrefutable es ésta.

Se ha dicho que son dos los caminos que llevan a la salvación: la inocencia y la penitencia.

Pero Yo te digo que hay otro, un tercero más breve y no menos seguro que los dos primeros, y es el del Amor.

El camino de la inocencia está frecuentado por la muchedumbre de angelitos humanos: son los niñitos sorprendidos por la muerte antes de que la culpa los haya tocado.

Con ellos hay también otras almas que la humildad y correspondencia perseverante y generosa a los impulsos de mi gracia, han conservado y preservado de cualquier contagio del mal llegando, al término de su camino terreno, con todo el esplendor y el candor inmaculado de la nieve.

En el Paraíso todas estas almas forman un coro celestial que cantan hosannas a Dios tres veces Santo.

Está después el segundo camino de la penitencia, necesaria para todos aquellos que desgraciadamente, en medida diferente han pasado por la dura y amarga experiencia del pecado: "Si no hacéis penitencia no entraréis en el Reino de los Cielos".

Muchísimos son los pecadores, pero no todos entran al camino de la penitencia. El porqué de esto vosotros no lo sabéis y no lo entendéis porque solo Dios escruta los abismos insondables del corazón humano.

Ninguna criatura humana, ni aún la más extraviada es totalmente negativa, en todos los hombres en proporción diversa hay siempre el bien y el mal. La gracia suficiente para salvarse, Yo, Dios la doy a todos.

No todos sin embargo la saben acoger, no todos la saben apreciar como un tesoro.

Pero hay otras razones para que esto suceda así y mis sacerdotes no las pueden ignorar sin traicionar su vocación.

 ¿No son los sacerdotes mis corredentores? ¿Ignoran este punto fundamental de la vida sacerdotal? ¿Han olvidado quizá mi infinito sufrimiento por las almas? ¿No saben ya posar su mirada en Mí Crucificado? ¿No saben tal vez que si no me siguen en el camino de la Cruz, es decir de penitencia interior y exterior anulan su fecundidad espiritual?

 ¿No piensan muchos sacerdotes en el bien que ha faltado a tantas almas perdidas? ¿No piensan que para ellos es un deber de justicia y de caridad obrar santamente para salvar almas?

No tienen tiempo para arrodillarse ante Mí Crucificado para hacer un serio examen de conciencia, para escuchar mi voz... si lo hicieran ¡cuánta luz en sus almas!

Recientemente te he hablado de la Comunión de los Santos, otra realidad sublime, otra fuente de gracia y de gracias para quien cree en ella y de ella vive.

Los frutos de Mi Redención pasan y deben circular en todo Mi Cuerpo Místico, es decir, la Iglesia triunfante, purgante y militante. Pero pasan en medida y proporción de la cual sabéis y os queréis valer.

 

 

 

EL CAMINO DEL AMOR

 

Ahora falta decirte unas palabras sobre el tercer camino, el más breve y corto para el Paraíso que ha sido escogido por tantas almas privilegiadas: es el camino del amor.

No es que haya sido abierto a las almas sólo en estos últimos tiempos. Siempre ha existido, igual que los otros dos.

María Magdalena escogió este camino y después de ella muchas otras almas. Pero en estos últimos tiempos ha sido redescubierto. Fue preferido y transitado por muchas almas y entre éstas Teresita del Niño Jesús.

Yo, hijo mío, me he inmolado a fin de que vosotros fuerais una cosa sola entre vosotros y Conmigo, como Yo lo soy con el Padre y el Espirita Santo.

El amor tiene dos dimensiones, la vertical que tiende hacia Dios y la horizontal que tiende hacia el prójimo. Así es en Mí, así debe ser en vosotros.

Este amor debe estar por encima de todos los problemas de vuestra vida y si no fuera así no estaríais en el camino correcto. El amor une, el amor robustece.

Padre, Hijo y Espíritu Santo son Tres en Uno, el amor equivale por tanto a unidad, a unión.

El amor que une al alma a Dios y a los hermanos es fuego que purifica y que hace arder las escorias de la fragilidad humana. Mi espíritu es espíritu de amor que calienta, que ilumina y que vivifica: disuelve las sombras de la debilidad humana que se posan en el alma.

Pero el amor es también fuerza y potencia, como el hierro, fundido con el cemento; esas dos naturalezas se funden y se transforman en un único e irrompible bloque contra el que en vano choca la fuerza de quien lo quisiera despedazar.

Así, amor divino y humano fundidos juntos unen las almas a  Dios y entre sí para formar un único bloque tan compacto que inútilmente  chocan contra él las fuerzas del Mal.

Hijo, esfuérzate en figurarte Mí Cuerpo Místico como debería de ser: un poderoso bloque formado por todos sus miembros unidos a la Cabeza, al que ninguna fuerza terrestre o infernal pudieran causarle ni un rasguño.

La Iglesia purificada y regenerada del futuro siglo será este cuerpo granítico al que ninguno podrá romper, es más, ni hacerle ni un rasguño.  Los caminos de Dios y los planes de Dios son muy diferentes de vuestros planes y de vuestros caminos.

 




HACER CALLAR LOS EGOÍSMOS

 

Insisto en la necesidad de echar mano a la segur .

Las diferentes iglesias locales si quieren aprovechar con sabiduría los signos de los tiempos deben revisar todo y reorganizarse en las dos dimensiones del amor.

Es tiempo de hacer callar los egoísmos, las ambiciones, y las envidias, los celos; es tiempo de salir de las nubes que os envuelven, de sacudir el polvo de las mantas.

Es tiempo de desembarazarse del pesadísimo fardo del materialismo, sea ello marxista o capitalista: tanto uno como otro son venenosos y mortíferos. Es tiempo para muchos sacerdotes míos contagiados por este veneno del materialismo, de reflexionar y convertirse si no quieren perecer.

Los caminos entonces, para llegar a Dios, para realizar la finalidad de la Creación y de la Redención, y para mis sacerdotes y para mis almas consagradas en general, también el fin de su Vocación, son tres; los tres son válidos y óptimos porque en los tres está siempre presente el elemento esencial: el amor, si bien con colores y matices diferentes.

Hijo mío, hazlo saber a todos mis sacerdotes que no hay más tiempo que perder.

Para los buenos es un deber impuesto por la caridad rezar y ofrecer por los más tibios y por los más alejados.

Ellos se debaten entre las insidias y las seducciones de un mundo que no es mío sino de Satanás, y los remordimientos de su conciencia, la cual, aún encallecida, se rebela porque está oprimida por un peso que no quisiera llevar.

Te bendigo, ámame mucho.

7 de Octubre de 1975

 

 

 

 


 

 

REMEDIOS ESPIRITUALES

 

— Señor, a mí me parece que hay tantas iniciativas y actividades en acción en tu Iglesia, precisamente para contener el mal.

Hijo mío, no faltan actividades e iniciativas, estudios y encuentros; hasta demasiados hay de eso. Pero te he dicho que urge poner la segur a la raíz, lo que quiere decir tener el valor de buscar las causas verdaderas de esta derrota del mundo cristiano de hoy.

El Concilio ha indicado estas causas, pero poquísimos las han tomado en serio. La mayoría con diabólica insensatez, han tomado el apunte para generar confusión y anarquía en Mi Cuerpo Místico, entre mis soldados, entre mis fieles.

Los remedios para eliminar las causas de tantos males espirituales no pueden ser sino espirituales.

Es obvio, los remedios os los he indicado con los luminosos ejemplos de mi vida, pasión y muerte.

El primer remedio, fundamental y seguro es una auténtica conversión.

Ninguno debe maravillarse, ni los fieles ni mucho menos los sacerdotes.

Comiencen mis sacerdotes a examinarse sobre su vida interior ¡cuánto encontrarán que deben rehacer!

Rehacerse a sí mismos para rehacer a los demás, santificarse a sí mismos para santificar a los demás; menos lecturas inútiles y nocivas, menos televisión, menos espectáculos; más meditación y oración, más devoción a mi Madre y Madre vuestra también, más vida eucarística.

Hijo, por muchos de mis sacerdotes soy tratado como un objeto, ni más ni menos que un objeto cualquiera. Sin embargo Yo, Jesús Verbo Eterno de Dios, Dios como el Padre mío, estoy realmente presente en el Misterio del Amor, en el Misterio de la Fe.

 

 

 

 

SANEAMIENTO INTERIOR

 

Si mis sacerdotes tiene el valor de poner la mano en el arado para dar inicio a este saneamiento interior, Yo estaré con ellos, Yo los ayudaré, los asistiré, los consolaré a fin de que no fallen en sus santos propósitos y grande será también ayuda, la asistencia  de mi Madre.

Desde aquí hijo mío, — dilo a tus hermanos sacerdotes — desde aquí se necesita iniciar la gran reforma para purificar y sobrenaturalizar mi Iglesia en buena parte paganizada.

Para esto deberían mis sacerdotes encontrarse, para elaborar en hermandad de intentos, los planes de defensa personal y social de mi Iglesia.

No teman: Yo estaré en medio de ellos. Entonces sí que les haré conocer mis caminos y mis pensamientos. En estos mis caminos los guiaré.

Dilo hijo mío, sin miedo, sin temor; arroja tu pequeña semilla y reza para que no caiga en terreno árido sino en terreno fértil y fecundo.

Te bendigo. Ámame mucho.

 

25 de Septiembre de 1975

 

 

 

SATANAS, EL MALIGNO

 

Hijo mío, cuando Yo entro en un alma vibra la fe, arde el amor y la esperanza es viva.

Pero cuando en un alma está adormecida la Vida divina, entonces hay quien es corroído por la envidia, los celos y el odio y con malas artes busca y encuentra el modo de arrojar agua sobre el fuego del amor.

Si el amor se puede comparar con un brasero ardiente, tú sabes el efecto que produce el agua arrojada sobre él: apaga el fuego, atenúa el calor, levanta una columna de denso vapor, y no deja más que carbones negros.

Esto le sucede en el alma ardiente de amor cuando está bajo la acción de Satanás, si  no se sabe salvaguardar de la pérfida acción de él.

Del amor y del fuego que le arde en el corazón, del calor y de la luz no queda ya nada. Una nube de humo envuelve al alma, carbones negros, porque negra se ha vuelto el alma bajo la acción del pecado.

Hoy, hijo son pocas las almas que tienen conciencia de las peligrosas astucias y artes del Maligno porque en él ya nadie cree y de él (excepción hecha de pocos), nadie se preocupa de defenderse. Así el Maligno puede cosechar numerosas víctimas incluso entre mis sacerdotes.

La ignorancia de quien no cree, las lagunas de la fe, la falta de entrenamiento en la lucha, la inexperiencia y el abandono total de los medios de defensa, señala a favor del enemigo numerosísimas victorias.

¡Pobres almas inexpertas y no solo de simples fieles sino también de muchos ministros míos! Estos por el carácter impreso en sus almas, por la potencia con la cual han sido dotados, por la autoridad que los reviste, deberían conducir las tropas de militantes a espléndidas y fulgurantes victorias contra Satanás y sus tenebrosas legiones diabólicas.

¿Qué hacer para defenderse?

Creer en la existencia del Enemigo. Si muchos militantes y con ellos no pocos sacerdotes no creen en él no pueden combatirlo.

Conocer la potencia y la fuerza del Enemigo y conocer también la propia fuerza y la propia potencia.

Conocer sus métodos de lucha, sus astucias sus seducciones. Al mismo tiempo ser conscientes de los propios medios de lucha y querer usarlos.

Es claro que si uno ignora la emboscada que el enemigo le ha tendido, no puede guardarse de ella, no puede  defenderse. Al contrario si uno tiene conocimiento de ello, prudentemente toma sus precauciones y no solo se prepara a la defensa, sino se predispone a atacar.











 

EL MÁS GRANDE ENEMIGO

 

Hoy, hijo, la casi totalidad de los cristianos ignora a su más grande enemigo: Satanás y sus diabólicas legiones.

Ignoran al que quiere su ruina eterna: ignoran la inmensidad del mal que Satanás les hace; en cuya comparación, las más grandes y graves desventuras humanas son una nada.

Ignoran que se trata de la única cosa importante en la vida: La salvación de la propia alma.

Ante a esta trágica situación está la indiferencia, a veces la incredulidad de muchos sacerdotes míos. Está la inconsciencia de muchos otros que no se cuidan de su principal deber que es el de instruir a los fieles, de poner los al corriente del peligro de esta tremenda lucha que se combate desde los albores de la humanidad.

No se preocupan de educar  a los fieles en el uso eficaz de los medios de defensa, numerosos y a disposición en Mi Iglesia. Tienen vergüenza hasta de solo hablar de ello, temen ser considerados como retrógradas; como ves se trata de verdadero y propio respeto humano.

Pero tú sabes, hijo mío,  que si en el ejército un oficial deserta de su puesto de responsabilidad es marcado con el título de traidor y la justicia humana lo persigue.


¿Qué decir entonces de lo que está ocurriendo en Mi Iglesia? ¿No es quizá la más trágica y terrible traición tendida a las almas, el dejarlas a expensas del Enemigo que quiere su perdición?


Mi Vicario en la tierra, Pablo VI, no hace mucho tiempo ha dicho que en la Iglesia se están verificando hechos y acontecimientos que no se pueden humanamente explicar, sino con la intervención del Demonio.

Hijo, te he hablado de sombras que apagan el esplendor de Mi Iglesia: todo esto es más que una sombra.

Si hoy el Enemigo está más arrogante que nunca y domina sobre las personas, sobre las familias, sobre los pueblos, y sobre los gobiernos, en todas partes, ¡es natural!  Tiene el campo libre y casi sin oposición.


Cierto que para combatir a Satanás se necesita querer ser santos; para vencerlo eficazmente se necesitan penitencias, mortificaciones, oraciones. Pero ¿no es todo esto mi precepto para todos y en particular para mis consagrados?


¿Porqué no se hacen los exorcismos privadamente? Para esto no se necesitan particulares autorizaciones.


¡No, muchos sacerdotes míos no conocen su propia identidad! No saben quiénes son, no saben con qué potencia tan formidable han sido dotados. De esta ignorancia son culpables y responsables.


Son exactamente igual que los oficiales de un ejército que desertan de sus puestos de responsabilidad,  haciéndose culpables del caos que de ahí se sigue.

 



SE NECESITA DECIRLO A LOS SACERDOTES

 

Qué motivo de rubor  y de vergüenza el saber que buenos laicos, dotados de exquisita sensibilidad de fe y de ardiente amor por las almas, sobrepasan con mucho la indiferencia de muchos de mis ministros los cuales no tienen tiempo para estas cosas.

No lo consideran importante; para otras cosas sí que encuentran el tiempo.

No hay tiempo para defender la propia alma y las almas de quienes un día deberán responder delante de Dios al que nada escapa, delante de Dios que pedirá cuenta aún de una palabra ociosa. Serán esas mismas almas traicionadas las que severamente acusarán por el bien no realizado, por las derrotas que sufrieron, por el mal que realizaron debido a que, quien debía guiarlas en el camino de la salvación las abandonó en manos del enemigo.


Reafirmo con insistencia la activa presencia de los Demonios en la Iglesia, en las comunidades religiosas, en los Conventos y en las rectorías, en la sociedad, en los gobiernos y en los partidos, en los pueblos.


Donde hay modo de disminuir la fe, de perder una inocencia, de cometer un delito, de perpetuar una injusticia, de predisponer a una disputa, de crear divisiones, de suscitar violencias o guerras civiles y revoluciones, Satanás está presente.


El frente de acción de Satanás y sus secuaces es tan amplio como amplia es la tierra.


La resistencia que bien conducida podría ser eficacísima, es mínima y totalmente desproporcionada en relación con las fuerzas del Enemigo.


No se impute a Dios la responsabilidad de una situación verdaderamente trágica cuyos responsables sois  solamente vosotros.


Estas tremendas realidades envuelven a todos: el reino de las Tinieblas oscurece hoy al Reino de la Luz

 



SALVAR EL ALMA

 

El reino de la mentira parece prevalecer sobre el reino de la verdad y de la justicia;  pero será ya por poco tiempo.  Proveerá la divina Justicia a limpiar a la tierra, a la humanidad contagiada e infestada por el Maligno.


Se ocupará mi Madre Santísima en aplastar de nuevo la cabeza de Satanás; pero no creáis que El con sus legiones, con los innumerables aliados encontrados en el mundo, renuncie a su reino sin reacciones y convulsiones tremendas.


Todo esto os lo digo con el fin de que os convirtáis, os preparéis y consigáis predisponer vuestro ánimo a la oración y a la penitencia.


Las cosas de la tierra pasan; no pasan mis Palabras. Una sola cosa es importante: salvar el alma.


Te Bendigo hijo mío y contigo bendigo a las personas por las que oras.

 

8 de Octubre de 1975

 




RIGOR DE LA DIVINA JUSTICIA

 

Muchos no llegan a convencerse de la eventualidad de un grande futuro castigo. Muchos lo dudan: otros muchos lo niegan terminantemente y afirman que un gran castigo debe considerarse contrario a la divina Misericordia.


Tampoco mis Apóstoles quisieron aceptar la idea de mi Pasión y Muerte; no quisieron aceptar mis palabras. La presunción impedía a mis Apóstoles el ver claro, esto es, los privaba del don de sabiduría.


Hoy para muchos se repite otra vez la misma cosa.


Yo, Verbo de Dios hecho carne, Dios como el Padre y el Espíritu Santo, he sido la Víctima por excelencia del rigor de la Justicia divina.


El Amor por la humanidad perdida determinó por parte de la Santísima Trinidad el Misterio de la Encarnación, Pasión y Muerte mía. Por la boca de la Sabiduría ha sido dicho: "Propter peccata veniunt adversa" .


El pecado es una deuda personal y social que el hombre como individuo y la colectividad contraen con Dios. Dios puede siempre pedir una satisfacción parcial y digo parcial porque ni el hombre como individuo ni la sociedad pueden extinguir totalmente la deuda. Por esto ha provisto Dios con el Misterio de mi Encarnación, Pasión y Muerte.

 



LA MISMA  E INDIVISIBLE COSA

 

A los que con tanta seguridad afirman que no se necesita hablar de castigos, sino sólo y siempre de la Misericordia divina, Yo les respondo enérgicamente afirmando que Misericordia y Justicia en Dios son la misma e indivisible cosa.


Yo respondo que impunemente “Deus non irridetur” .


Yo respondo que cuando la iniquidad supera el nivel de flotación, como vosotros decís, entonces la Justicia divina perseguirá sus inescrutables fines.


He dicho y repito que las ciudades de esta generación incrédula e impía, son peores que Sodoma y Gomorra; he dicho que la corrupción ha entrado por todas partes, que el mal se difunde por la tierra con la violencia de un torrente que desborda.


Ni siquiera mi Iglesia ha quedado inmune.


Muchos de mis sacerdotes se han contaminado. El rechazo de Dios jamás ha estado tan universalizado.

 




LA COPA REBOSA

 

¡Pobres sacerdotes míos, qué miopes están que ignoran y no ven ni comprenden como Dios aún en su ira es movido como siempre por un designio de Misericordia!


Pero ¿Porqué tantos sacerdotes míos no piensan en mi terrible agonía en el Getsemaní? ¿Porqué no piensan que en mi sudor de sangre, en el abandono de Mi Padre, pesaba todo el rigor de la divina Justicia sobre Mí, su Hijo Unigénito? Es porque me había echado encima todos los pecados de los hombres...


También esta Justicia era siempre fruto de un designio de Infinita Misericordia.


No serán la incredulidad y la necedad las que detengan el Brazo de Dios para no castigar a la humanidad orgullosa y soberbia. Mi Madre lo ha podido hacer. Los sufrimientos de los buenos y de los inocentes, el heroico ofrecimiento de las almas víctimas, han podido mitigar y aplazar el ya decretado castigo.


Pero ahora la copa rebosa. La medida está colmada hasta lo inverosímil, el derrumbe está en marcha, aunque la ceguera impide a los hombres ver el preludio de la inmensa catástrofe.


Mientras tanto la Misericordia divina, que muchos de mis sacerdotes no saben conciliar con la Justicia, ha puesto en movimiento los numerosos fermentos para una Iglesia purificada y regenerada sobre nuevas estructuras y también para una humanidad rehecha y liberada de todas las locuras del orgullo humano. Misericordia y Justicia, en paso a la par, seguirán su curso.


Hijo, dilo: urge predisponer los ánimos a la oración, a la penitencia y a la conversión.


¡Tened confianza! Dios, aun en su justicia, es siempre Amor, y toda su acción es movida por el Amor.


Te bendigo: ámame mucho. Compénsame con tu amor las ingratitudes y las ofensas.

 

12 de Octubre de 1975

 

 



INVITACIÓN A LA ORACION

Oxígeno del alma

 

El primer medio de defensa es la oración.

— la oración que eleva el alma hasta Dios.

— la oración que es la respiración del alma.

— la oración que es el oxigeno del alma.

— la oración que une el alma a Dios de un modo íntimo y profundo.

Cuando un alma se aferra fuertemente a Mí ¿quién la podrá arrancar de Mí, de mi Corazón?

El alma que no reza es como un fruto agusanado: nadie advierte la creciente podredumbre en su interior. Pero al final el fruto caerá a tierra, y se sabe como terminan estos frutos: en el estercolero.

Yo, Jesús Hijo de Dios, he rezado día y noche aun no teniendo necesidad. He querido que a la enseñanza precediera el ejemplo; pero para muchísimos cristianos y sacerdotes mi ejemplo no ha servido para nada.


Si alguien se niega a comer no me puede imputar a Mí la disminución en él de la fuerza física; si alguien se niega a orar no se me puede imputar a Mí el que se apague en él toda energía espiritual. Quien no reza es como un náufrago entre las olas tempestuosas de un mundo que no es de Dios. Si no nada ¿cómo puede salvarse?

Un número impresionante de sacerdotes que han dejado caer en el vacío mis invitaciones a la oración ¿cómo podrán salvarse? ¿No advierten que su febril actividad es estéril, que no está bendecida por Dios? Muchas veces hasta es contraproducente.

Ya no creen en los Sacramentales, de los que ya casi no hacen uso, salvo siempre las excepciones; Viven fuera de la viva Realidad espiritual; están como hipnotizados por el Maligno.

 

 

 

 

¡ENCIÉNDANSE FUEGOS!

 

Hijo, creen sólo en sí mismos, creen en las revistas vacías y en los periódicos. De estas fuentes beben ávidamente.

Bastaría una mirada tranquila y retrospectiva a la vida de la Iglesia para darse cuenta que sin la oración ningún Santo se ha santificado. Ningún mártir (y son millones) ha dado testimonio con su sangre de su fidelidad a Mí, a la Fe, sin ser sostenido por la oración.

A esto no miran. Pero ¿de qué alimentan su alma?¡ La vida de la Gracia está apagada en muchos!

¡Cuánta ceguera! Qué noche tan profunda...

Es terrible, han rechazado y rechazan la luz y la vida los elegidos para llevar luz y vida a las almas.

Hijo mío, Yo soy el Amor que ellos rechazan, Yo soy la vida que ellos apagan. Yo soy el fuego. ¿Qué quiero si no que este fuego arda?

 Por esto quiero que se enciendan muchos fuegos en los pueblos y en las ciudades. ¡Ay de aquellos pastores que se opongan a esta mi voluntad!

Quiero, por ejemplo, los amigos de Mí Eucaristía como te he dicho.

Te he elegido para una gran cosa: ¡para llevar mi Palabra a los sucesores de los Apóstoles, a los sacerdotes, a mis fieles!

¡Es una última oportunidad de salvarse y de salvar a las almas!

No me han creído a Mí, no han creído a mi Madre. No creerán; muchos persistirán en su ceguera, pero Yo quiero que sepan que ¡la hora está cercana!

Te bendigo, hijo mío.

 

21 de noviembre de 1975

 

 

 

 

BATALLA IMPORTANTÍSIMA

 

Hijo mío escribe.

Está escrito: "Meditare Novissima tua et in aeternum non peccabis" .

Estas palabras salidas de los labios de la Sabiduría se dieron al pueblo de Dios como norma de vida.

Permanecen como fuente de luz para que el hombre caído en las tinieblas pudiera caminar seguro hacia la meta final de su existencia humana.

Ahora este precepto, tan importante y tan eficaz, ha sido dejado a un lado con otros en nombre de la evolución de los tiempos que exigen nuevas formas de vida y de costumbres.

Habría bastado un poco de discernimiento para ver, en este desenfrenado deseo de lo nuevo, un astuto engaño del Enemigo del hombre.

El precepto de meditar día y noche las grandes verdades de la fe viene de Dios; la ardiente sed de novedades viene del Maligno.

Si los consagrados, en modo particular, hubieran pedido luz, no se la hubiese negado; pero deslumbrados por el Enemigo, se han dejado convencer por él, con todas las consecuencias que tú mismo puedes ver.

Dios quiere guiar al hombre al logro de la salvación eterna de su alma, pero cuando el hombre niega la poca colaboración que puede dar, Dios lo abandona sí mismo.

Dios quiere al hombre salvado pero con su consentimiento.

Dios lo quiere salvado pero no contra su elección.

Buscar a Dios en el silencio

En un mensaje precedente te he dicho claramente que solamente en el silencio del alma Dios hace oír su voz.

¿Pero quién, hijo mío, busca a Dios en el silencio?

 Los hombres en general, y hasta mis ministros, se han aliado a Satanás en la obra de envilecimiento de la dignidad humana. No sólo en envilecerla, se ayudan en destruirla, tanto que ya no se la reconoce.

 El hombre ya no sabe quién es. A tanto ha llegado la obra nefasta del materialismo, engendro de Satanás.

Aquellos que debían empeñar todas las energías posibles para impedir una situación tan dramática, no sólo no lo han hecho, sino que han aceptado aliarse con las tenebrosas potencias del mal, agravando y acelerando el proceso de desintegración de todos los valores espirituales y sobrenaturales que hacían y hacen grande al hombre, criatura libre e inteligente, hecho a imagen y semejanza de Dios.

Hijo mío, ya te dije que la hora de las tinieblas está cerca y que la humanidad conocerá la más tremenda lucha desencadenada en el mundo por el Infierno, el cual hará todo lo que sea preciso para no perder esa victoria que está convencido que tiene en las manos.

 Te he dicho que esta batalla encontrará paralelo sólo en la inmensa lucha combatida en el Cielo entre los hijos de la luz y los de las tinieblas. ¿Vislumbras ahora la razón de esta afirmación mía?

Muchos, aún entre mis consagrados y entre los mismos sucesores de los Apóstoles, no saben que esta hora, ha sido deseada siempre por Satanás con sus legiones, desde la caída de Adán y Eva, la ha deseado ardientemente y buscado con todos los medios a su disposición. Piensa en esta batalla como una revancha segura sobre Dios, sobre Mí, Redentor, sobre la Iglesia, fruto de mi Redención, sobre Mí y mi Iglesia, porque Yo le he arrancado a él la humanidad hecha su esclava.

Que todos sepan

Quiero que todos conozcan los próximos acontecimientos, te lo repito otra vez, como los más graves en la historia del género humano.

Pero ¿por qué no se quieren convencer mientras son evidentes las señales y las advertencias que mi Madre ha dado?

Ahora, cerrando los ojos a la luz, se habla de la Misericordia, ¿Por qué no hablaron de ella antes cuando en Fátima, en Lourdes y en otros lugares esa Misericordia se ha manifestado prodigiosamente para llamar al arrepentimiento y a la oración?

Es presunción rechazar a Dios, y luego hablar de su Misericordia.

La Misericordia de Dios es como un imán; debe encontrar su punto de atracción y no de repulsión.

Yo no quiero la desdicha.

 Someteré la necedad y la maldad humana en una obra de purificación por el triunfo de la Misericordia y de la Justicia.

Quien ha renunciado a la luz para hacerse hijo de las tinieblas no puede tener palabras de verdad y de luz.

Meditare novissima tua et in aeternum non peccabis.

Pero ninguno medita ya, hecha excepción de pocos. Son ilusos, son como muchachos que corretean tras la multicolor mariposa y hecha prisionera, abriendo sus manos se dan cuenta que de la mariposa no ha quedado más que un gusano. Pobre humanidad que cada vez más desilusionada y extraviada no sabe encontrar la recta vía...

Reza hijo mío; te bendigo.

 

22 de noviembre de 1975



 







 

LA VÍA  DE  SENTIDO ÚNICO

 

Hijo, varias veces te he señalado la "vía de sentido único". Uso este término en boga en las caóticas y corruptas ciudades modernas.


Una carretera nace siempre en un determinado punto, se desliza por llanuras y montañas entre dos orillas que determinan su anchura y termina en otro punto, la meta final. Pues bien, hijo mío la vida de todo hombre es como una carretera, tiene su punto de partida y su meta final, cada hombre tiene su camino que recorrer señalado desde la eternidad.


Pero el hombre, entre todas las criaturas de la tierra es la única criatura libre e inteligente, capaz de distinguir el bien del mal y de quererlo o rechazarlo; por esto el hombre es tan grande que se asemeja a Dios.


Todas las demás criaturas vivientes en la tierra, a diferencia del hombre, están obligadas por su misma naturaleza a un recorrido fijo. No  les es dado salirse y tomar caminos diferentes del que les ha asignado su Creador.


El hombre, criatura maravillosa por su inteligencia y voluntad,  es libre para aceptar o bien rechazar el camino que le ha trazado Dios su Creador  para facilitarle el logro y la llegada a su meta final: la salvación eterna de su alma.


Es extraño y también monstruoso que el hombre abuse de un don que lo realza por encima de cualquier otro ser viviente sobre la tierra, negándose a recorrer el camino de su exilio terreno para encaminarse por senderos oscuros y tortuosos que lo llevan a la ruina y a la perdición eterna.


Es extraño si no se tuviese conciencia de su caída y de las seducciones e insidias con las que Satanás, príncipe de la mentira lo seduce y lo rodea.


Satanás por otra parte puede sí, debilitar la libertad del hombre, pero no la puede destruir... a menos que el mismo hombre lo ayude.


En cualquier caso, no es justificable la desviación del hombre, porque Yo, Verbo de Dios hecho carne he remediado su debilidad ofreciéndole los preciosos frutos de Mi Redención, siempre que él quiera beneficiarse de ellos.


Pero si, sobre el rastro de Satanás rechaza a Dios, el hombre se condena.

 




MI CAMINO

 

Hoy los hombres me han abandonado a Mí, camino, verdad y vida, camino derecho y seguro para enfilar la senda trazada por Satanás, la mona de Dios.


Si no se convierten no se salvarán, no obstante las necedades de los sembradores de cizaña en mi viña que se han multiplicado como langostas haciendo estragos en las almas con sus herejías.


Son demonios encarnados, corroídos por la vanidad y la soberbia; sus escritos no son menos dañosos que los libros pornográficos y están presentes en todas partes: en los seminarios, en los conventos, en las escuelas. Su veneno es mortífero y cosechan víctimas especialmente entre los jóvenes.


El camino de cada hombre se inicia en el seno materno y el punto de llegada es la muerte corporal que determina el Juicio sin apelación, después del cual el hombre inicia la vida eterna feliz o infeliz según que ha usado o abusado de su libertad.


Yo, Verbo eterno de Dios, engendrado desde siempre por el Padre, encarnado en la plenitud de los tiempos en el seno purísimo de la Madre Mía y vuestra, estoy gloriosamente presente a la derecha del Padre y estoy siempre en medio de vosotros en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el misterio de la Fe y del Amor.


He querido yo también recorrer mi vía de sentido único en la tierra, como todos los demás hombres.


El punto de partida fue mi  concepción virginal en el seno de Mi Madre; mi punto de llegada: la cruz y por tanto la muerte corporal.


Yo, el Camino, he completado mi recorrido en la tierra para vosotros, para que cada uno de vosotros siguiéndome fuese auxiliado en su camino, y no tuviera dudas, incertidumbres ni desviaciones peligrosas.


Mi vía de sentido único (lo que quiere decir que no admite desviaciones ni retornos) buena y segura para todo hombre de buena voluntad, inicia con un acto de infinita humildad.

 



INFINITA HUMILDAD

 

La Encarnación de Mí, Hijo de Dios, ha sido un acto de infinita humildad, para que fuera sabido por todos los hombres que la humildad es la virtud base, el fundamento seguro y esencial para toda virtud.


Bastaría que tantos pseudo   teólogos meditaran un poquito en esta realidad divina: he nacido en una gruta utilizada como establo, fría y húmeda, he iniciado mi camino en el mundo en la más absoluta pobreza.


¿Qué piensan de esto los así dichos mis seguidores, los favorecedores de la civilización de consumo? ¿Qué piensan de ello mis sacerdotes?


Qué piensan de todo esto algunos presuntuosos teólogos que aman escribir libros venenosos, con sofismas y complicados razonamientos, olvidando la divina simplicidad de mi Evangelio. Yo soy Dios infinitamente simple y amo la simplicidad.


Estos teólogos, que aman los apartamentos y viviendas cómodas y bien caldeadas, no piensan que su Salvador ha nacido en un establo sin nada de lo que tienen todos los hombres.


 ¿No ven el estridente contraste con mi vida, de la vida de ellos y de los cristianos de hoy, ávidos de riquezas y comodidades, que a nada quieren renunciar, ni siquiera a las cosas ilícitas?


Hay egoístas indiferentes, despreciadores de Dios, sordos a todo reclamo de mi Vicario, prontos a contestar sus palabras, porque no sufren ninguna turbación suscitada por la Verdad.


¿No se dan cuenta estos sacerdotes míos, y no todos de la base, del fango que continuamente están arrojando a mi Iglesia? Han olvidado las palabras de mi apóstol Pablo: “En verdad, la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que sofocan la verdad con la injusticia; en efecto, lo que se puede conocer de Dios está en ellos manifiesto..."

Yo, Verbo de Dios hecho carne, claramente se lo he manifestado con el camino que he trazado en la tierra, con la humildad, pobreza y obediencia, con el sufrimiento más atroz, con el amor a Mi Padre y a los hermanos.

Lean todos, cristianos, sacerdotes y obispos, lean bien mis palabras transmitidas a todos vosotros por medio de Pablo en la Carta a los Romanos: "Por cuanto conociendo a Dios no le dieron gloria”  (1, 16 -25).

 



SOBERBIA Y PRESUNCIÓN

 

¿Son acaso mejores los cristianos de hoy que los paganos de hace veinte siglos?


¿Se puede pretender que los cristianos de hoy se salven de la Ira divina si han abandonado el camino para perderse en los oscuros y tortuosos senderos de las pasiones más torpes? Quieren sofocar mi verdad y enterrarla bajo el abismo de su soberbia y de su presunción.


¿No es esto lo que están haciendo los falsos profetas propagadores de un neo protestantismo peor que el primero, enmascarados en una nauseabunda hipocresía?


Han escogido otras vías, otras sendas que no son mi vía, que no son mi camino.


Frecuentemente apelan a mi Misericordia. Ha sido hasta ahora tiempo de Misericordia pero la hora de la Justicia está a punto de sonar. Terrible será el Padre mío y vuestro en su Justicia.


Quisieran en su pavorosa ceguera que Yo renegase de mi vida, renegase de mi misma identidad de verdadero Dios y  verdadero Hombre.


Hijo, una vez más te pido que grites fuertemente la invitación dirigida a todos para una verdadera conversión.


No temas por las reacciones que vas a suscitar. Yo los quiero a todos salvos pero si su obstinación en la soberbia no termina, serán dispersados como cascarilla al viento.


Si no quieren abrir sus ojos a la luz que Yo, luz del mundo he traído, tendrán entonces como fruto las tinieblas en el tiempo y en la eternidad.

Te bendigo y Conmigo te bendice la Madre mía y tuya.

 

14 de Octubre de 1975

 



AMOR Y VERDAD ME IMPELEN

 

Escribe hijo mío lo que voy a decirte:

Yo, Jesús Verbo de Dios, nada hago y nada digo si no soy movido por el amor. Yo nutro un infinito amor para mis sacerdotes y con mayor razón para aquellos que de Mí, de Mi sacerdocio han tenido la plenitud.


Pero el amor no puede impedirme decir la verdad porque soy Amor y soy Verdad.


Amor y Verdad me empujan, me impelen a hablar con el fin de que se conozca la infinita amargura que la hora presente, tan grave y llena de oscuras nubes que envuelven a toda Mi Iglesia, hace llegar a Mi Corazón Misericordioso.


Me he dirigido a los sacerdotes; ahora llega el momento de dirigirme con reverencia pero también con claridad y firmeza a los Sucesores de Mis Apóstoles.


Entre los Obispos de Mi Iglesia los hay verdaderamente buenos y santos por los cuales nutro amor y benevolencia, otros en cambio tienen extrema necesidad de revisar y re   examinar (porque es grande su responsabilidad) su pastoral.


Urge que lo hagan pronto y seriamente con gran humildad a la luz de mi Evangelio, a la luz del resplandeciente camino trazado por Mí para todos los hombres, pero primero entre todos para que aquellos que debían ser Maestros, Pastores y Guías seguros de los hombres.


Mi camino en la tierra tuvo su inicio en el seno de Mi Madre y vuestra también, en el momento que Ella pronunció su “fiat”. Su inicio fue y es Misterio de infinita bondad: un Dios que se hace Carne.


Mi comparecencia en el mundo está señalada por una extrema pobreza. Mi camino en la tierra tuvo inicio en una gruta empleada como establo, fría y húmeda, en la más absoluta pobreza, y la pobreza fue la compañera de toda mi vida humana. Trabajo, oración, obediencia - "usque ad mortem"  - fueron el recorrido de mi camino.


Yo soy el Camino para todos los hombres de todos los tiempos, no puedo cambiar. No puedo cambiar aunque cambien las condiciones, los usos y las costumbres de los pueblos.

 



EL DEBER DE PRECEDER

 

Los Obispos como primeros tienen el grandísimo deber de preceder en esta vía a sus sacerdotes y a los cristianos, si es que quieren ser seguidos por los mismos.


Por esto quiero que este mensaje llegue a todos los Obispos porque entre ellos no faltan aquellos que tienen urgente necesidad de reexaminar con humildad y reformar sin dilaciones su pastoral.


Hijo, es suficiente una comparación entre mi vida en la tierra (con todos los ejemplos con que he sellado mi transcurso terrestre) y su forma de vida. Se verá con claridad cuán necesario sea, y para no pocos obispos, echar mano a la segur  y golpear inexorablemente, con firmeza y valor.



No es un misterio el de obispos contestatarios, hasta de purpurados rebeldes a las directivas de Mi Vicario en la tierra.



No han valorado el escándalo dado y el mal cometido. Una cosa es discutir con la debida reserva y otra muy diferente una pública toma de posición contra Mi Vicario que tiene todo el  sabor de la abierta desobediencia.



¿En qué cosa se ha inspirado el comportamiento de estos Obispos? Ciertamente no en mi ejemplo. Yo, Dios, he obedecido a criaturas humanas y a Mi Padre Celestial hasta la muerte. Pero ellos...


Hijo mío no faltan obispos más o menos responsables de la crisis que aflige a la Iglesia por su inexplicable e injustificable debilidad. Su debilidad no ha servido ciertamente para detener la evasión de miles de consagrados.


La bondad y la paternidad no se confunden con la debilidad que es causa, en parte, del relajamiento en que se encuentran tantos sacerdotes.


La bondad, la paternidad y el amor no se confunden con la licencia, causa de tantos males y escándalos de los que se hacen cómplices, incluso si involuntarios, no pocos Pastores de almas..



¿Puede un Obispo tolerar que en su seminario haya herejes, sí herejes, a los que se confía la tarea más delicada, la de forjar las almas de los sacerdotes del mañana?



¿No saben los obispos que la verdad es amor, y Yo soy Verdad y Amor, mientras la herejía y el error vienen de otra fuente bien diferente?

 




HUMILDAD Y POBREZA

 

Hijo, dilo aun también a los obispos que los he pedido a ellos seguirme en la vía de la cruz, recuérdales que he iniciado mi camino en la tierra con infinita Humildad y Pobreza.


Fui en la tierra el Pobre entre los pobres. ¿Se puede decir esto de no pocos obispos?


Otro grande peligro para los obispos es la presunción. Ni siquiera a mi Vicario le ha sido dada la impecabilidad.


A mi Vicario le ha sido dada la infalibilidad como maestro de las gentes, en cuanto depositario de la doctrina mía. Pero los obispos como individuos no son infalibles, solamente en unión con mi Vicario usufructúan y participan en ese don de Él. Esto lo han olvidado algunos obispos y aún algunos purpurados dando gran sufrimiento a mi Cuerpo Místico.



Mi camino está sellado por el sufrimiento.


Aquella cruz que llevan al pecho si no la llevan sobre su espalda se convierte en una hipocresía.


Mi camino, he dicho, está sellado con la pobreza. ¿Con qué valor puede un obispo dormir tranquilamente en su residencia cómoda, algunas veces lujosa, sabiendo que entre sus sacerdotes a algunos les falta lo indispensable?


¡Hijo, si se vieran todas las injusticias! ¡Cuántas heridas en mi Cuerpo Místico!


En el contexto de este mensaje (que cosechará reacciones no indiferentes y que será rechazado por aquellos que no han tenido el valor de una humilde confrontación con mi camino simple y luminoso) Yo he dicho y lo confirmo que en Mi Iglesia hay buenos y santos obispos para los cuales va toda la benevolencia y el amor de Mi Corazón misericordioso.


¡Pero esto no basta! Yo a los sucesores de mis Apóstoles los quiero a todos buenos, es mas, los quiero a todos Santos con una santidad fuerte, heroica, generosa y valiente.  Si no es así ¿Cómo hacen para defender a su grey de lobos rapaces?


El obispo es un porta –  estandarte: a todos debe preceder.


¿Cómo podría quedarme callado en relación con la gravísima omisión por parte de muchos pastores con relación a este terrible problema?


En efecto a ninguno se le puede escapar, ni siquiera a los simples cristianos, tanto menos a los sacerdotes y menos aún a los obispos, la pavorosa devastación obrada por Satanás y por todas las potencias del mal para introducirse, contagiar, infestar y dominar las almas de los redimidos.


Satanás, encarnándose en el materialismo homicida, no solo ha ofuscado la fe, sino que la ha sofocado y destruido en cientos de millones de almas en el mundo cristiano y en el no cristiano.


Ahora se sepa por todos que para vencer en esta batalla no sirven para nada las iniciativas de carácter exterior, sino aquellas indicadas por Mí con las palabras y con el ejemplo.

 



LA LUCHA CONTRA SATANÁS

 

En este momento, hijo mío, repito para los obispos lo que ya te he dicho para los sacerdotes: ¡qué desperdicio de tiempo y de medios, reuniones, encuentros y discusiones que, en muchos casos, se convierten en medios de enfrentamientos, choques y divisiones!


Uno se reúne muchas veces para comer y para discutir, muy pocas veces para rezar.  Satanás y a las potencias del mal se combaten y se vencen con la oración y con la penitencia.



¡A esto van las llamadas de mi Madre! Reiteradas llamadas que han caído en el vacío por una excesiva,  exasperada prudencia, que degeneró en grave imprudencia. Con mayor atención y solicitud y con menores prejuicios y temores se habrían afrontado estas intervenciones mías y de mi Madre.



Regreso a la grave omisión imputable a los obispos y junto con ellos también a muchísimos sacerdotes al no haber tomado medidas adecuadas y convenientes, organizadas con fe y sabiduría, para detener y aun anular las fuerzas del Mal.


No se ha hecho frente al problema central, fundamental: la lucha contra las fuerzas del Mal. En otras palabras: Satanás con sus legiones, el que ha tenido buen juego, porque se ha encontrado ante un adversario espiritualmente desarmado.


No son muchos los que hacen penitencia, los que rezan como se debe rezar.


Mortificación interior y exterior, penitencia... ¿pero quién adiestra hoy a los soldados, los confirmados míos para la lucha?


¿Si no se tiene ni siquiera el valor de decir que el Enemigo existe, que el Enemigo es la más tremenda realidad, que al Enemigo hay que combatirlo con determinadas armas, por ejemplo el Rosario?... El Rosario hoy tan perseguido, es un arma formidable.


Gravísima omisión por parte de los obispos y de los sacerdotes el no haber proveído oportunamente a sustituir con nuevas formas, pero oro tanto eficaces, las cofradías del Santísimo Sacramento, del Rosario, las Pías uniones y otras instituciones válidas en tiempos pasados para delimitar la acción demoledora de Satanás en las almas.


¿A qué se espera todavía para colmar esta gravísima laguna con Grupos de oración y con otras iniciativas que no dejaré de sugerir, si me lo piden, por ejemplo los "Amigos del Santísimo Sacramento"?


A Satanás se le combate sólo con las armas usadas por Mí y transmitidas a mis Apóstoles.

 



ACTUALIZACIÓN ESPIRITUAL

 

¿Qué comandante de estado mayor en sus planes de defensa y de ataque no incluye un plan de actualización permanente de sus armas?


En mi Iglesia, esto no ha sucedido. Yo hablo aquí de armas espirituales.


No hay tiempo que perder. Urge proveer, formar, incitar en todas las parroquias Grupos de oración.


No se pierdan los pastores de almas en discusiones y consultas inútiles. Llamen en torno a sí a sus sacerdotes y con ellos se tomen adecuadas providencias.


Repito que es urgente hacer esto. Lo repito cualquier cosa que piensen aquellos que, cegados por su necedad, no creen ya en la justicia de Dios.


Te Bendigo hijo. No te preocupes: arroja tu semilla y ofrece tu sufrimiento, para que al menos en parte pueda caer en terreno fértil.

 

15 de Octubre de 1975

 




CRISIS DE FE

 

Sois muchos a preguntarme por qué suceden ciertas cosas en el mundo, y sobre todo en Mi Iglesia. Yo, Jesús, os  doy la respuesta.


Ya os la ha dado muchas veces Mi Vicario. Leed sus discursos de estos últimos años y constataréis con qué claridad el Papa ha respondido a esta pregunta. Pero muchos continúan preguntándolo.


La repuesta de mi Vicario es la respuesta mía: pero vosotros estáis aún en la negrura. Por esto intervengo Yo personalmente con este mensaje.


 El que os lo transmite es un simple instrumento que yo he escogido para esta misión. El mal del que sufre la iglesia y el mundo es uno solo: ¡crisis de fe!


¿Qué quiere decir crisis de fe? Quiere decir crisis de esperanza, crisis de amor; quiere decir crisis de sabiduría y de prudencia, de fortaleza, de justicia y de templanza; crisis de obediencia, de pureza, de paciencia, de piedad y de mansedumbre.


 Quiere decir crisis de hambre y sed de Dios, quiere decir crisis de arrepentimiento, de humildad, de mortificación. Estos son los males de los que sufre la Iglesia en esta su Semana de Pasión. la Semana de Pasión precede a la Semana Santa.


Todos estos males vosotros los podéis sintetizar en la crisis de fe, de esperanza y de caridad: se puede simplificar aún en dos palabras: crisis de vida interior, y más aún en una sola palabra: crisis de Gracia.

 





CRISIS DE GRACIA

 

La gracia es la participación de mi Vida divina al alma. La Gracia es el alma del alma. Yo, Jesús, soy uno con el Padre y el Espíritu Santo; somos tres personas en Uno.


Ahora bien, hijos míos, vosotros habéis sido creados a imagen y semejanza de Dios. Una es vuestra alma, pero tres son las facultades: inteligencia, memoria y voluntad.


No tanto por esto es por lo que os asemejáis a Mí, sino sobre todo por la vida sobrenatural, esto es, por la gracia.


El hombre era creado en gracia. Yo, Verbo de Dios, he venido al mundo para daros nuevamente la vida perdida mediante Mi Pasión, Muerte y Resurrección.


Como Yo, Dios, soy el Ser infinitamente simple, así vosotros hechos a mi imagen sois simples en vuestra alma.


Vuestra alma no es de varios, sino de un solo compartimento en el cual está la Fe, la Esperanza, el Amor.


Como en Mí, en quien Amor, Misericordia, Verdad, Justicia, Sabiduría y cualquier otro atributo son un solo ser, son Dios.


Si en el hombre está en crisis la Fe, están en crisis la esperanza, la prudencia, la justicia, la fortaleza, la piedad, la templanza, el amor de Dios, el temor de Dios. La falta de todo esto en el alma humana (que después quiere decir ausencia de Dios) ha provocado la tremenda crisis de la que sufre la humanidad entera.


El materialismo, encarnación de Satanás, es la ausencia de Dios en el alma humana. Pero Dios es Amor, Luz y Justicia, es Esperanza y Sabiduría, es Fortaleza, es Piedad y Templanza y cualquier otra virtud y perfección.

 



La Mona de Dios

 

Jamás, hijos míos, una crisis de fe tan universalizada ha atormentado a la humanidad. Satanás, mona de Dios, ha provocado con vuestra complicidad esta pavorosa oscuridad en las almas.


Os he hablado de Semana de Pasión y os he dicho que la Semana de Pasión precede a la Semana Santa. Lo que sucedió en la Semana Santa todos lo sabéis.


Esto, hijos, os lo he dicho para que dispongáis vuestro ánimo y os preparéis con una vida de arrepentimiento. Y todos tenéis motivos para arrepentiros. Os lo he dicho para que podáis prepararos espiritualmente a fin de que, en el momento de la dura prueba, Yo pueda encontraros con la antorcha encendida.


¡Ay de aquellos que no tengan su antorcha encendida, ay de ellos porque no se arrepentirán! Perecerán. Aun siendo Yo Amor infinito e inmutable, os digo que el tiempo de la Misericordia está para ceder al tiempo de la Justicia.


Para vuestro consuelo os quiero recordar mis palabras:


"Cuando sea levantado de la tierra atraeré a todos a Mí".


Mi gran triunfo es en la Cruz. Con la Cruz he vencido al mundo, con la Cruz triunfan las almas predilectas, con la Cruz triunfará la Iglesia.


La Cruz la derrotará y mi Madre aplastará de nuevo la cabeza a la Serpiente.


Yo, Jesús el Salvador, seré de nuevo la Luz, que ahora está apagada y sofocada en muchas almas incluso de mis sacerdotes.


Yo seré de nuevo la luz del mundo.


Preguntaos, hijos míos, por qué no tenéis vocaciones. ¿No os lo habéis preguntado? Es por la crisis de fe.


Donde la Iglesia está en cruz Conmigo, las vocaciones no faltan. Reflexionad, hijos. No os faltan los motivos  para ello y no olvidéis que Yo he iniciado mi camino en la tierra con un acto de infinita humildad. Sin humildad no hay conversión.

Te Bendigo.

 

18 de Octubre de 1975

 



URGE  OBRAR  PRONTO

 

— Querido Jesús, si me quieres hablar háblame. Ayúdame a escuchar tu voz y procura cumplir en mí tus deseos.


Sí hijo, soy Yo, Jesús Verbo Eterno de Dios, engendrado desde siempre por el Padre, en la plenitud de los tiempos hecho carne en el seno Purísimo de la Madre mía y vuestra, gloriosamente presente en el Paraíso a la diestra del Padre. Realmente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el Misterio de la Fe y del Amor.


—¿Entonces anoche no estabas ensombrecido conmigo cuando callabas a mis repetidas preguntas?


“No, hijo mío, te lo he dicho esta noche”.


—Jesús, quisiera preguntarte una cosa. Temo charlar demasiado en lo tocante al avecinarse  la hora tremenda de tu Justicia.


“No, hijo mío. Dilo, lo quiero,  lo quiero y también por mis  mensajes urge hacerlo pronto".


—Pero Jesús, ¡dirán que estoy loco!


“Cuántas veces no te he dicho que no te preocupes de nada por lo que pensarán los demás de ti. ¡Los enemigos míos cuántas veces me han acusado de estar loco! Herodes me hizo vestir de loco y así maltratado me hizo caminar por las calles de Jerusalén.


¿No querían también llevar a Don Bosco al manicomio? Y todos los santos ¿no han sido considerados, quién más, quién menos, un poco locos?


—La comparación no vale. Hablas de Ti y de Don Bosco. Pero yo, Jesús...


“Tú eres "la pequeña gota de agua que cae hacia abajo". ¿No puedo Yo tomarla y hacer de ella lo que quiero? ¿No eres tú el que me dices que quieres ser un instrumento en mis manos disponible al cien por cien?

 

Hijo, Yo me sirvo escogiendo a quién, cuando y como creo. Me he servido de Balaam. Me he servido de Jonás. "Seria mejor morirme antes que... ".  Era recalcitrante, pero se fue a Nínive.


Escogiéndote a ti, precisamente  por tu nulidad, será más fácil convencerte que soy Yo el que habla en el que se ha dado completamente a Mí para que Yo haga de él lo que quiera  ¿te has arrepentido de haberte dado a Mí?


— ¡No, no! No me he arrepentido, quiero lo que Tú quieras.


“Hijo, ahora te bendigo.  Conmigo te bendicen el Padre y el Espíritu Santo y con Nosotros te bendicen también mi Madre y San José.

Junto contigo bendecimos a todos aquellos por quienes rezas y de los que haces mención. Recuerda que esta bendición es resguardo de protección y escudo de defensa.

Ámame cada vez más.

 

20 de Octubre de 1975

 




SACERDOTES   SANTOS

 

Hijo mío, escribe.

Hay tres categorías de sacerdotes.

Hay sacerdotes santos. Sacerdotes buenos, verdaderamente buenos que viven, en unión Conmigo, la Vida mía divina.


Están iluminados por la Sabiduría, guiados en sus fatigas pastorales por el Espirita Santo. Siguen mis enseñanzas comunicadas a ellos por mi Vicario en la tierra, el Papa.


Están animados y vivificados por el amor que es fuego que purifica, que ilumina y calienta, que los transforma y los une a Mí como Yo estoy unido al Padre.


Cumplen con diligencia su ministerio sacerdotal, trayendo las almas a Mí con la oración, con el ofrecimiento y con el sufrimiento.


San queridos de mi Corazón misericordioso y de mi Madre y vuestra también; son objeto de mi predilección. La humildad que los anima ha atraído sobre ellas la mirada misericordiosa mía, Verbo de Dios, del Padre y del Espíritu Santo.


Por ellos, por su piedad, se les han evitado muchos padecimientos a los hombres; han asegurado mi protección. Les espera un lugar y una corona en el Paraíso.

 



SACERDOTES DESVIADOS


La segunda categoría es la de los desviados, de los desorientados.


Son los que toman a pecho mucho más las cosas del mundo, que no las de Dios.  Y son tantos, hijo mío.


Tienen tiempo para todo, para sus afectos humanos; tienen tiempo para sus diversiones, para lecturas nocivas a su alma que acrecientan las sombras. Ningún tiempo para rezar, para meditar. Su vida no es vida de unión con Dios.


Están faltos del don de sabiduría, no ven, no entienden;  en fin, tienen oídos y no oyen, tienen ojos y no ven. Su formalismo asemeja una práctica de vida cristiana, vacía de un espíritu verdadero, sin vida de Gracia.


Entre esos las deserciones han sido muchas. Muchísimas serán las fugas, las apostasías verdaderas y propias en la no lejana hora de la Justicia. Muchos en esa hora revelarán ante el mundo su identidad de Judas. He dicho ante el mundo, porque Yo los conozco desde siempre.

 


EL PADRE LOS ESPERA

 

Yo los amo igualmente, quiero su conversión, el Padre los espera.


No tengo sino un deseo, decir a cada uno: "¡Ven hijo mío, todo está olvidado, todas las escorias de tu alma son abrasadas por mi Amor!"


Pero exactamente porque te amo, no puedo ocultarte qué tremenda responsabilidad  es resistir a Dios que te espera, a Dios que te ama hasta tal punto de haber derramado su Sangre preciosa por ti.


El enfermo que rechaza al médico y  las medicinas está destinado a perecer. He aquí  por qué he querido llegar hasta ti por todos los medios, no termino esta invitación a la conversión antes de que sea demasiado tarde.


El instrumento del que me he servido ha tenido la orden de gritar fuertemente a todos: "Convertíos, al Señor vuestro Dios antes que sea demasiado tarde".


Os lo repito, la hora de la misericordia está para ceder a la hora de la justicia. No protestéis contra mi insistencia, no digáis: es siempre la misma canción.


Soy vuestro Dios, vuestro Padre, soy vuestro Hermano, soy vuestro Salvador. Sólo el amor inspira e impele a Dios a rogaros, a suplicaros: "Convertíos antes que sea demasiado tarde, de otro modo pereceréis".


"Deus non irridetur" .  Es astucia de vuestro enemigo, Satanás, haceros creer muerta la Justicia divina. Misericordia y Justicia son en Mí una sola cosa. ¿Es posible tanta ceguera?

 



EL VENENO DE SATANÁS

 

La tercera categoría, está formada por los sacerdotes que, íntimamente, se auto consideran buenos.


Viven como si fueran buenos pero un velo los envuelve, el velo de su presunción por la que no ven su realidad interior que, aunque frecuentemente pasa desapercibida para los hombres, pero no para Mí, Dios.


En otras palabras: les falta la verdadera y sincera humildad, esa humildad que debe hacer de cada uno de vosotros un niño; les falta la simplicidad de la humildad y a ellos mi Padre no les revela nada.


Es difícil su conversión; su soberbia es refinada, revestida de humildad. Pero bajo aquella pseudo humildad está el veneno de Satanás, exactamente como ciertas joyas de apariencia preciosas, pero bajo el recubrimiento de oro está el metal vil.


No creen sino en sí mismos, desdeñan y no aguantan que algún otro vea un poco más lejos que ellos.


Satanás en muchos modos tiende sus lazos a mis sacerdotes. También por estos se necesita rezar y sufrir, porque es ardua su conversión.


Ahora basta hijo mío, veo que estás cansado. Te Bendigo y Conmigo te bendicen Mi Madre y San José.

 

23 de Octubre de 1975



 

¿QUIÉNES SON LOS OBISPOS?

 

Los Obispos son aquellos a quienes Yo, Sacerdote Eterno, he llamado para hacerlos partícipes de mi Eterno Sacerdocio. Los Obispos son los sucesores de mis Apóstoles. Los Obispos son los jefes de las Iglesias locales.


Los Obispos con el Papa mi Vicario en la tierra a la cabeza, forman el colegio apostólico.


Los Obispos, unidos al Papa, son los depositarios y los custodios, los que difunden y los defensores de mi Divina Palabra. "Id y predicad mi Evangelio a todas las gentes".

 

Los Obispos, con el Papa son los administradores de los frutos de la Redención; puesto que son partícipes de la plenitud de mi Sacerdocio, deberían todos poseer el don de la sabiduría.


He dicho: todos deberían poseerlo. Por desgracia no es así y quienes lo poseen lo poseen en diferentes grados, como la luz que no tiene siempre la misma intensidad. Una es la luz del sol en pleno medio día, otra es la claridad que proviene de la luna, otra la de la lámpara y otra la de la luciérnaga.

 

¿Quizá el Espíritu Santo ha sido imparcial? No, hijo mío. El grado de sabiduría está en relación con el grado de correspondencia a los impulsos de la gracia.


Aquellos que con atenta y vigilante sensibilidad han respondido generosamente y valerosamente, a veces heroicamente y con perseverancia a los impulsos de la gracia, no dejándolos caer en el vacío, están llenos de sabiduría.


Quien menos ha correspondido menos ha recibido. Quienes no la poseen del todo quiere decir que han cerrado el camino al Espíritu Santo con su presunción y soberbia, raíz de todos los males.

 



SIMPLISMO PRESUNTUOSO

 

Hijo, mis Apóstoles, durante los tres años vividos junto a Mí, no hicieron grandes progresos en la vía de la perfección.


¿La razón? El simplismo presuntuoso del que estaba embebido su espíritu. Lo confirman sus necias preguntas dirigidas a Mí en varias ocasiones, excepción hecha del Apóstol predilecto, porque su espíritu puro, simple y humilde lo hizo sumamente querido a Mí y al Espíritu Santo quien lo enriqueció con el don de la sabiduría, todavía antes de Pentecostés.


Después de mi Resurrección me aparecí a mi Madre, a la Magdalena, a Lázaro, a los discípulos de Emaús y a otros; en cambio no lo hice inmediatamente a mis Apóstoles quienes por ello fueron humillados, arrepentidos y también un poquitín resentidos.


Esta lección sirvió para hacerlos entrar en sí mismos; sirvió para inducirlos a reflexionar en la gravedad de su huida, en su comportamiento poco honorable en el tiempo de mí Pasión.


El simplismo presuntuoso del que estaba empapado su espíritu fue la causa del profundo sueño del que fueron presa. No estuvieron vigilantes, dando así el flanco a la emboscada del Enemigo que los venció.


Durante los cuarenta días que precedieron a mi Ascensión, Yo vacié su orgullo, los preparé a la separación de la Ascensión y sobre todo los preparé volver su ánimo disponible a la acción del Espíritu de sabiduría.

Les conferí el poder sacerdotal culminado con la plenitud de mi sacerdocio del Pentecostés.

 



UNA  CRUZADA  INCESANTE

 

La presunción es como un muro insalvable que se erige entre Dios y el alma. Aquellos entre los Obispos que están contagiados de ella no admitirán jamás que Yo te haya escogido a ti, pequeña gota de agua, imantada y atraída hacia abajo, para la realización de este designio mío de Amor.


¿Porqué muchos pastores de mi grey no se preguntan la razón de la esterilidad de su febril actividad?


Ya he hablado de esto en mi precedente mensaje dirigido a ellos, pero voluntariamente lo repito ya que es talmente importante y determinante para su alma y para las a ellos confiadas, que jamás será dicho suficiente.


En la edad media se convocaron las cruzadas entre los cristianos para liberar mi Sepulcro. Ciertamente mi Sepulcro es sagrado porque hospedó Mi Cuerpo Santísimo.


Pero mi Sepulcro sin embargo no es más que una tumba, que no vale lo que un alma cuyo precio es infinito, cuyo precio es el Misterio de mi Redención.


Las cruzadas entran en el plano el Misterio de la salvación en marcha. Tienen su razón de símbolo, una razón figurativa; están para indicar la necesidad de hacer una cruzada incesante contra el Príncipe de las tinieblas y sus tenebrosos ejércitos. Satanás es homicida en el sentido más verdadero de la palabra.

 



 

ÚNICO FIN

 

Mi Encarnación, mi Pasión y Muerte, tienen como único fin la liberación de las almas de la mortífera esclavitud de Satanás.


La participación de mi Sacerdocio a los obispos y a los sacerdotes tiene el único fin de hacerlos corredentores míos en la lucha contra el poder de las Tinieblas, en una cruzada sin interrupciones, conducida con sabiduría, inteligencia y constancia usando las armas indicadas por Mí con la palabra y sobre todo con el ejemplo.


No hay alternativas. Si en mi Iglesia se hubiera hecho buen uso de estas armas, bien otra sería hoy la situación en el mundo.  Satanás domina porque no ha sido obstaculizado en su avance.


Ser corredentores quiere decir (¡si lo entendieran bien obispos y sacerdotes!) seguirme en el camino seguro de la humildad, la pobreza, del sufrimiento, del amor, de la obediencia y de la paternidad firme y estable en defensa de la verdad de la que ellos con mi Vicario son depositarios y custodios, en defensa de la justicia tan conculcada y denigrada.


No pueden los obispos ignorar ni siquiera por un instante que se nace para morir y que se muere para iniciar la verdadera vida, la vida eterna. Es a ésta hacia donde hace falta dirigir  mente, corazón y energías; a esta vida eterna que el Padre ha preparado y pagado con la humillación de la Encarnación mía y de mi Inmolación en la Cruz.


No pueden los obispos ni mis sacerdotes ignorar u olvidar que el Enemigo del hombre no se da tregua, sino que día y noche lanza sus ataques para arrastrar  las almas a la perdición.


No con las obras exteriores, no con la herejía de la acción ni con otros medios inadecuados a la áspera lucha contra un Enemigo mucho más fuerte y potente que ellos...

 



NO SE DEBE SUBESTIMAR

 

Yo he trazado el plan de defensa que ellos no han sabido llevar a cabo; mirándome y siguiéndome en la Cruz, podrían sacar fuerzas para hacer frente y vencer a su Adversario  que no se debe subestimar.


Hijo, las contradicciones que se dan en mi Iglesia, la anarquía imperante, el trastorno y perversión de la doctrina y de la moral, la desorientación en la que andan a tientas sacerdotes y fieles, no son sin causa.


¿Quieres algún ejemplo? Observa las salas de cine. En la iglesia se habla un lenguaje, en el cine, considerada la estructura esencial, se habla otro opuesto.


En la iglesia se habla de Dios; en las salas parroquiales se divulgan a menudo el materialismo, la sensualidad, la violencia.


En el mensaje precedente he dicho: mejor sin sacerdotes antes que transformar el seminario en viveros de herejes.  ¿De quién es la responsabilidad de tanto mal? ¿De este caos? Una parte considerable recae sobre los que disponiendo de los poderes necesarios, no han actuado.


Esta insensatez es tremenda. Están inactivos, desarmados frente a la fascinante avanzada de las fuerzas del Mal.


Sin embargo Yo he vencido al mundo. Mi Madre ha aplastado la cabeza de la Serpiente por su humildad. Solamente unidos a Mí en la humildad, pobreza, obediencia y sufrimiento, se puede vencer al Enemigo de vuestras almas.


Pero, tranquilo vivir, respeto humano, intereses, temor a perder el favor de la gente, han vuelto ciegos a aquellos que debían ser guía y luz de las almas.


Lo que se dice del cine se puede por desgracia decir, de otras dolorosísimas situaciones, por ejemplo: la enseñanza religiosa en las escuelas confiada a sacerdotes herejes.


¡Sí! Cuántas semillas se han arrojado en el alma de muchachos y muchachas en la edad más crítica y no siempre por sacerdotes de vida ejemplar.


Mejor habría sido confiar esta delicadísima misión a buenos laicos (y de ello mucho bien hubiera venido) antes que a sacerdotes trocados en demonios, en lobos rapaces.


La rigidez que tantos pastores han usado para sofocar en el silencio muchas intervenciones mías y de mi Madre en esta hora de tinieblas, en esta hora de Barrabás, podía haber sido usada con razón en bien diversas circunstancias con resultados mejores.


Errores e inmoralidad son divulgados por medios propagandísticos directa e indirectamente en las estructuras parroquiales ¿Los obispos no han comprendido este problema central de la Iglesia?


¿No se dan cuenta de que ellos mismos han abierto de par en par las puertas al Adversario del cual ahora demuestran no conocer sus astucias, sus insidias, sus trampas, su potencia y sus seducciones?


¿No se dan cuenta de las tremendas contradicciones de las que está embebida su pastoral? El Enemigo ha desatado una gran batalla con el materialismo, que es como su encarnación; ha triunfado en sus ataques sin encontrar sino débiles contraataques.

 



URGE  PONER  REMEDIOS

 

Hijo mío,  con gran amargura debo hacer esta llamada, porque urge poner remedios para preparar los ánimos con la oración y la penitencia.


La hora de la Misericordia está para ceder a la hora de la Justicia. Es necesario poner remedios preparando  las almas con el volverlas conscientes, de que la hora grave que está a punto de sonar, no debe ser imputada a mi Padre, sino a su pecado y a su desarme contra las fuerzas del Mal.


Es necesario obrar sin vacilación para que muchas almas no sean arrastradas por la oscuridad de la noche que está por sobrevenir.


¡No temas! Grítalo fuerte, que los hombres tienen oídos para oír y no oyen, tienen ojos para ver y no ven. La luz se ha extinguido en sus corazones.


Pero ¡no prevalecerán las fuerzas del Mal! Mi Iglesia será purificada de las locuras de la soberbia humana y, al final, el amor de mi Madre y vuestra también triunfará.

Te bendigo, hijo. Reza, reza y ofréceme tus sufrimien¬tos.

 

26 de octubre de 1975

 


 

CONTRADICCIONES EN LA PASTORAL

 

Hijo, en el precedente mensaje a los obispos te he hablado de las contradicciones existentes actualmente en la pastoral de los obispos y de los sacerdotes.


Estas contradicciones, si lo quieren, no será difícil verificarlas. Más importante aún será buscar sus causas.


 Ninguno se deje vencer por la tentación de evadirse. Si con humildad me quieren, Yo estaré junto a ellos para infundir la luz y el valor.


He dicho que éste es tiempo de revisión, y de revisión urgente. Es tiempo de intervenir con firmeza, amor y prudencia. No se dejen intimidar por el Maligno, vuelto  fuerte y audaz por el letargo en que ha caído mi Iglesia.


La incoherencia ha sido superada con mucho por las contradicciones tan frecuentes, tan difundidas que se han transformado en costumbres de vida, por lo que ya ni se notan. Las consecuencias de estas contradicciones en acto en mi Cuerpo Místico son verdaderamente inconmensurables. Pero por desgracia no son éstas los únicos males.


No es el caso ahora hablar de muchos que se profesan ateos, sino de los que comúnmente son considerados "buenos cristianos".


La mañana del domingo van a la iglesia, quizá esperando al entrar en ella que se haya acabado el interminable comentario de mi Palabra. Se acercan a los Sacramentos, pocos con fervorosa fe, muchos por costumbre o tradición familiar.  Hay tan escasa convicción que por la tarde no tienen ningún escrúpulo en asistir  a películas pornográficas o, si no todas son  tales, a películas que son verdaderas escuelas de robo y violencia de todo tipo.


Al fin el veneno del materialismo entra en todos.  Entre adolescentes y jóvenes la corrupción ha entrado como ríos en crecida, y la inmoralidad se difunde.


Todas las puertas han estado abiertas, incluso las de los así llamados "buenos cristianos" que por la mañana van a confesarse, aun  sabiendo que en el resto del día pecarán gravemente.

 



JUECES DE LAS CONCIENCIAS

 

Eso lo saben ellos y lo saben también muchos confesores que continúan absolviendo todo y a todos. Por la mañana Santa Comunión, que al fin no es santa, por la tarde se frecuentan bailes, lugares y encuentros en los que la exaltación de la sensualidad es ley.


Los adúlteros se confiesan ya con la seguridad de que no faltará el sacerdote siempre pronto a absolverles. Se han olvidado las palabras claras y precisas "Nolite ponere margaritas ante porcos" . Se ha olvidado que los Sacramentos son los frutos preciosos de mi Redención.


Se han olvidado las palabras con las que Yo, Salvador y Liberador, he conferido a mis Apóstoles y a su Sucesores el poder de perdonar o retener los pecados.


Se han olvidado muchos sacerdotes de que han sido constituidos jueces de las conciencias. Y es función del juez, en el ejercicio de su profesión, el indagar sobre los delitos, sobre la entidad de los delitos.


La facilonería con  que se absuelve siempre todo y a todos no responde al designio de mi Misericordia sino a un plan de Satanás. Transformar los medios de salvación en medios de condenación, y desacreditar el valor infinito de la Gracia y de los medios por Mí queridos para distribuirla.


Te he hablado de Misas sacrílegas, ahora te digo que a las Misas puedes añadir las Confesiones sacrílegas, a veces doblemente sacrílegas.  De las Comuniones sacrílegas he aquí, hijo, dónde están las raíces. Este laxismo que vuelve indiferenciable lo lícito de lo ilícito, el bien del mal, ¿dónde tiene sus raíces? He aquí por qué urge la revisión sin vacilaciones.


La anarquía ha entrado sin oposición, del externo también al foro interno por lo que algunos sacerdotes se hacen autores de nuevas doctrinas y de una nueva moral que todo admite y que todo aprueba.


Las consecuencias son por sí mismas comprensibles: para muchos sacerdotes el sexto y el noveno Mandamientos no tienen ya razón de ser. Esto es suma soberbia, esto es quererse sustituir a Dios, esto es no creer en Dios, esto es no creer en la Omnipotencia, Omnisciencia y Omnipresencia de Dios.


El sexto mandamiento nos ordena ser castos y modestos en las acciones, en las miradas, en nuestra conducta y en las palabras.

 

El sexto mandamiento de la Ley de Dios nos dice: "No cometerás actos impuros". Pues el Señor ha dicho: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt 5-8).

 

 

 

El noveno mandamiento nos ordena que seamos castos y puros aun en lo interior, a saber: en la mente y en el corazón.

 

No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo (Ex 20, 17). El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón (Mt 5, 28).




Satanás a continuación induce a sacerdotes a que repitan su pecado de soberbia y de desobediencia. Él ha encontrado aliados fieles en mi Iglesia, induciéndoles a hacerse colaboradores suyos en la obra de desmantelamiento.


Pero Satanás y estos sus colaboradores ¿ignoran tal vez mis palabras que no cambian: "Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los tiempos y las puertas del Infierno no prevalecerán"?


¡Mi Iglesia será purificada, será liberada mi Iglesia!


Lo exige mi amor por ella, lo exige la justicia, lo exige mi Misericordia. De esto no se tiene la apropiada visión.

 

 



NINGUNO SE ENGAÑE

 

Grítalo fuerte, hijo: ninguno se haga ilusiones, los días están contados. Ay de aquellos que se hagan sordos e insensibles a mis llamadas.  Demasiada resistencia han opuesto a mi Misericordia.


Es tiempo de revisión, es tiempo de poner la segur a la raíz, es tiempo de sacudirse el letargo, es tiempo de bajar al campo y presentar batalla contra el infernal Enemigo.


Yo he vencido a Satanás, Yo he vencido al mundo, Yo he vencido a la muerte.


Hijos míos, ¡valor!, La hora es grave, pero unidos a Mí, unidos entre vosotros, podéis salvaros.


Es la última posibilidad que se os ofrece. Los medios no os faltan y más que válidos para frenar, detener y delimitar el arrogante avance del Enemigo.


Te bendigo. Ofréceme tus tribulaciones: me pagarán por la necia e insensata obstinación de tantas almas consagradas a Mí.

 

28 de Octubre de 1975

 

 


 

INSTRUMENTO DE PERDICIÓN

 

Yo te he dicho, hablando de la Confesión, que el modo en que se administra este Sacramento no responde del todo a un plan de mi Misericordia y de mi Amor sino más bien a un perverso designio del Maligno.


El no ha dejado nada sin intentar por transformar este Sacramento, medio de resurrección y de vida, en un mortífero instrumento de perdición, oscureciendo él, Príncipe de las tinieblas, este precioso fruto de mi Redención.


Te he dicho en un reciente mensaje, que he constituido a mis sacerdotes en jueces de las conciencias. ¿Cómo?...  ¿No soy Yo el Eterno Sacerdote?...


Cuando vosotros, llamados por Mí, os habéis consagrado a Mí, Yo os he participado a vosotros mi Sacerdocio, o sea, os he llamado a formar parte de mi Sacerdocio, como en su tanto participo a las almas (con  los otros Sacramentos) mi Vida sobrenatural.


Pero Yo soy el Ser infinitamente simple: no hay en Mí atributos o perfecciones distintas. Yo soy el Ser infinitamente perfecto, y en Mí están todas las perfecciones.


Yo soy el Eterno Sacerdote, Yo soy el Eterno Juez. Soy el Eterno Amor y la Eterna Justicia, soy la Eterna Misericordia.


A Mí, Juez está reservado el juicio particular de todo hombre, juicio sin apelación, irrevocable que tendrá su conclusión final con el juicio universal, y esto sea para la humanidad o sea para la naturaleza angélica.


Yo, el Juez infinitamente justo, juzgo a cada hombre con justicia. Ser juez quiere decir absolver o condenar con justicia las culpas de quien ha pecado.


 Todo sacerdote debe ser juez recto, justo e imparcial.  Este poder no es de ellos sino de Mí, Eterno Juez.


Muchísimos ejercitan este poder como si fuese de ellos; administran este poder sobrenatural con una facilonería e inconsciencia que hace estremecer a quien tiene un poquito de sensibilidad espiritual.


Se ayuda a los penitentes a encontrar todas las justificaciones posibles a sus pecados, concluyendo que la misericordia de Dios es grande.

 



CONFESIONES SACRÍLEGAS

 

La Misericordia de Dios no es solo grande sino que es infinita, pero esto no autoriza a ninguno a abusar de ella en un modo tan vergonzoso.


Es importante, hijo, y por eso te repito esta cosa: "¡No os volváis de administradores de la justicia divina, en cómplices del demonio, de instrumentos de salvación, en instrumentos de perdición!".


De Dios no se puede uno reír impunemente. Las palabras con las que Yo he instituido este medio de salvación, son de una claridad inequívoca: Perdonar o retener los pecados.


No puede haber Confesión válida sin arrepentimiento sincero, no puede haber arrepentimiento sincero sin un serio y eficaz propósito de no querer pecar más.


Muchas Confesiones son nulas. Muchas son dos veces sacrílegas. Quien se confiesa sin tener las disposiciones requeridas y quien absuelve sin cerciorarse que las requeridas disposiciones existan, profana el sacramento y comete un sacrilegio.


Envilece este prodigioso medio de salvación, transmutándolo en medio de perdición, aquel sacerdote que se hace cómplice del malvado designio de Satanás.  No busca a Dios ni el bien de las almas, sino se busca a sí mismo y es en verdad terrible anteponer a sí mismo a Dios.


—Entonces Señor...


Sí,  hijo mío, no estúpido rigor, sino rectitud y justicia.


¿Porqué habría dicho a los Apóstoles y a sus sucesores: "Andad, y a todos aquellos a quienes perdonareis los pecados les serán perdonados y a quienes se los retuviereis les serán retenidos?”  Es evidente que con estas palabras se les pide un serio y equilibrado juicio que no admite compromisos con ninguno, ni con la propia conciencia, ni con el penitente y mucho menos Conmigo.

 



YA NADA ES PECADO

 

Muchas cosas, hijo mío, voluntariamente las repito para imprimir mejor en el alma de mis sacerdotes este punto focal de la pastoral actual.  Sí, se absuelve todo y a todos sin ninguna discriminación.


Para muchos sacerdotes es además tan fácil absolver, porque ya nada es pecado...


La pureza ya no es una virtud;  la paternidad responsable, que justamente entendida es cosa buena, se ha vuelto motivo de todas las licencias en las relaciones matrimoniales.


Bajo el pretexto de favorecer la cultura se autorizan las lecturas más perjudiciales en las que los gérmenes de la lujuria y de los errores filosóficos y teológicos se arrojan sin parsimonia.


Hoy todo está basado en el fraude, en el hurto; la justicia exige que el confesor se asegure del serio, eficaz propósito de restituir lo quitado.  Muchísimas veces, ni siquiera se advierte al penitente de este estricto deber.


En nombre del progreso, para convencer al penitente que el confesor es hombre moderno a la altura de los tiempos se cierran ambos los dos ojos.


Estas cosas se pasan por alto por quien tiene la responsabilidad de combatir el mal desde sus raíces, siempre, en todas partes y sin descanso para no ser superados (como en verdad lo seréis) en esta oscura y tremenda hora que estáis a punto de vivir.

Te bendigo y Conmigo te bendicen la Madre y San José.

 

2 de Noviembre de 1975

 



DESESPERADA MALDAD

 

Hijo mío, no es nuevo el asunto del que te hablaré esta tarde. Te he hablado de él varias veces en precedentes Mensajes.  Se trata de la lucha que Satanás ha desatado contra el hombre.


Al no poder afrontar directamente a Dios, lo combate indirectamente descargando su desesperada maldad (hecha de odio, envidia y celos) sobre el hombre destinado a colmar los vacíos abiertos con su rebelión a Dios.


Satanás es llamado Príncipe de las tinieblas porque su fundamental intento es el de oscurecer y ensombrecer la luz de Dios en las almas.


Dios es Luz, Satanás es Tinieblas.

Dios es Amor, Satanás es Odio.

Dios es Humildad, Satanás es Soberbia.


La guerra declarada por Satanás al hombre en odio a Dios ha asumido proporciones tan vastas y grandiosas en su horrible realidad que no tiene comparación en la historia humana.


La guerra, en general, está formada por una cadena de batallas. Esta batalla, de una guerra que continuará hasta el fin de los tiempos, es la más grande y pavorosa.  Su epílogo no está lejano, sucederá por la directa intervención de la Madre mía y vuestra.


Ella  aplastará de nuevo la cabeza de la Serpiente. Ella, la humilde Sierva del Señor, por su humildad ha vencido la soberbia y el orgullo, y definitivamente lo vencerá al fin de los tiempos.


Satanás es tinieblas y por tanto no ve. Su desesperado orgullo se lo impide. Sin embargo teme la derrota de esta batalla, que para él será motivo de vergonzoso envilecimiento, mientras para mi Iglesia purificada será motivo de un largo período de paz y así también lo será para los pueblos nuevamente sanados de los muchos males de los que hoy sufren.


Por esto Satanás ha empeñado todas sus posibilidades y las de sus legiones.


Todas las astucias, todas las insidias de su naturaleza corrompida pero rica en innumerables dones de potencia, de inteligencia y de voluntad, son usadas en su loca tentativa, nacida y madurada en él a partir del momento de su rebelión a Dios.


Destruirme a Mí, el Cristo, el Verbo de Dios hecho Carne, y la Iglesia salida de mi Corazón abierto son la meta desesperadamente anhelada, y tenazmente perseguida.

 



CIERRAN LOS OJOS

 

Pero la loca ceguera le ha hecho cometer numerosos errores tácticos, típico aquel de descubrirse demasiado.


Un general perspicaz nunca deja entrever sus planes a sus enemigos, sabiendo bien que esto es una imperdonable imprudencia. En cambio Satanás ha descubierto muchas de sus cartas.


Por esto Mi Vicario en la tierra recientemente ha podido decir que hoy en la Iglesia se verifican hechos que humanamente no se pueden explicar: en ellos son evidentes las intervenciones directas del Príncipe de las tinieblas.


Sin embargo Obispos, Sacerdotes y la casi totalidad de los fieles no ven.  No ven porque cierran los ojos a la luz, porque tienen mente y corazón envueltos en la oscuridad.


Cuando Pablo VI dijo: 

"El humo del Infierno ha entrado en la Iglesia" 

¿Qué quería decir? El contagio de Satanás ha entrado en la Iglesia. El contagio de Satanás es la soberbia, el orgullo.


Repito: Satanás en su 'loca, desesperada ilusión se propone como objetivo principal borrar de la faz de la tierra a Mí, Verbo Eterno de Dios y naturalmente Conmigo a Mi Iglesia salida de mi Corazón abierto. Quisiera aniquilar el Misterio de la Encarnación, razón y causa de la liberación de la humanidad de su tiranía.


Con la caída de Adán y Eva pensaba haber derrotado a Dios, haber asegurado para siempre un completo dominio sobre los hijos de la culpa; estaba convencido de haber arrebatado con el engaño y con la astucia a Dios Creador  sus criaturas sujetándolas a su indiscutible dominio, en el tiempo y en la eternidad.


Pero Dios es Amor y con unánime concurso de la divina Trinidad, fue  decretado el Misterio de la Salvación: de aquí el implacable odio de Satanás contra Dios y contra el hombre.

 



LA VICTORIA EN SUS MANOS

 

Actualmente Satanás, siendo tinieblas no tiene la justa visión de las cosas, está convencido de que tiene la victoria en sus manos por lo que no sin dramáticas, horribles y pavorosas convulsiones dejará que se le escape su presa, que es la humanidad contagiada por su mal: la soberbia y a presunción.


Esta guerra tendrá su epílogo (parte final) al fin de los tiempos, pero la guerra es una cadena de batallas como dije; y la batalla actualmente en acto es la más grande, después de la combatida por San Miguel y sus legiones contra las potencias rebeldes.


Muchas batallas luego se han combatido en el transcurso de los siglos pero ninguna de estas es equiparable a esta presente batalla en la que están incluidas naciones y pueblos de todo el mundo.


Los hijos de mi predilección serán, más que los otros puestos en la mira y hechos blanco de una feroz persecución pero de nada deben temer, en la hora de la prueba Yo estaré en ellos.


Yo que soy la Sabiduría, la Misericordia, el Amor y la Omnipotencia sabré plegar las oscuras maniobras y el loco orgullo de Satanás y de sus legiones para sacar de todo esto un triunfo; Mi Iglesia purificada.


¡Ay de aquellos, hijo mío, que se rehusan a ver! Basta un acto de sincera humildad para permitir que la luz se filtre en sus almas.


Necios e insensatos si se obstinan en resistir al Amor que los quiere salvos. ¿No saben y no piensan a lo que están renunciando? No saben y no piensan en aquello a cuyo encuentro se dirigen?


Ves en esto hijo mío, cómo mucha oscuridad se ha hecho en Mi Iglesia...

La tierra es lugar de exilio, la Humanidad entera está en marcha hacia la Eternidad.



 

EL MATERIALISMO

 

El materialismo, encarnación de Satanás, negando y sustituyéndose a Dios pretende dar a los hombres un paraíso aquí en la tierra, una felicidad que ella no posee y por tanto no puede dar.


¡Trágica mentira, astuto engaño al que muchos cristianos, sacerdotes y aún Obispos se han aferrado en nombre del progreso, olvidando el fin de la Creación y el de la Redención!


He aquí porqué ya no se habla de los Novísimos, del verdadero enemigo del hombre, del pecado con el que la obra de Satanás se identifica. De esto son responsables no pocos Obispos, muchísimos Sacerdotes.

 

La casi totalidad de los cristianos se han dejado seducir desviándose de la recta vía. Mientras tanto cada hombre como individuo está en marcha hacia la Eternidad, o de gozo eterno o de condenación eterna.


El hombre, presa de Satanás, está al centro de una furiosa lucha de Satanás, desencadenada para arrebatarlo a Dios quien, con un designio providencial, ha enviado a la tierra su Verbo hecho Carne, para liberar al hombre y así devolverle la primitiva grandeza, dignidad y libertad.


¿A quién le toca guiar al hombre en su camino y peregrinación terrena?


A Mi Iglesia.


Pero en mi Iglesia el Príncipe de las tinieblas ha traído temiblemente su contagio: soberbia y orgullo, oscureciendo las mentes y endureciendo los corazones.

 




LA IGLESIA ES MÍA

 

Pero la Iglesia, hijo, ¡Es mía!


Ella ha salido de Mi Corazón Misericordioso y abierto.


Yo quiero a Mi Iglesia: una y santa, pura y resplandeciente de mi Doctrina y no dividida por herejes en oposición perenne contraste entre ellos mismos. Y así será después de la purificación cercana.


Yo he triunfado como ya te dije, en el sufrimiento y en el dolor y así será también para Mi Iglesia.


He conocido horas de tinieblas, he conocido violencias y humillaciones de todo género. Yo hasta he gritado: "Padre, Padre mío ¿porqué me has abandonado?" Este grito lo elevarán al Cielo muchos hijos míos en el colmo de su pasión.


Pero ¿puede Dios que es Amor, abandonar a sus hijos a quienes ha amado y ama desde toda la eternidad?


La mujer en el parto gime, pero después se alegra porque ha dado a la luz un hijo.


Es tiempo de que el grano arrojado en el seno de la tierra se descomponga para luego dar mucho fruto.


Está próxima la hora en la cual mi Iglesia gemirá en la feroz e inaudita persecución para poder renacer Una, Pura, Santa e Inmaculada.


Será la madre de los pueblos que se reunirán bajo sus alas y en la paz y en la justicia, será maestra y guía segura para todos los hombres de buena voluntad.


He aquí porqué te digo: urge hacerlo pronto. Quiero que Obispos y Sacerdotes se preparen en la humildad y en la penitencia, en la oración que debe ser unánime. No han de olvidar que a Mi Pasión siguió Mi Resurrección.


Te bendigo hijo mío.


Ofréceme tus sufrimientos, consuela Mi Corazón traspasado por la dureza e insensibilidad de mis redimidos, de mis ministros y de aquellos que Yo he llamado y  he amado como hermanos y amigos.

 

 

ESTAMOS EN LAS CONDICIONES QUE PRECEDIERON AL DILUVIO

 

Lo que es extraño es el hecho de que esta acción de distorsionar a toda costa la verdad para sustituirla por necias teorías, como la de la evolución, haya encontrado una muda acogida, una tácita condescendencia en ambientes de mi Iglesia, siendo que, por el contrario, se deberían haber manifestado contra tal tentativa infame y falsificación de la verdad en defensa de la misma, en cambio, ¿cómo se la defiende? Con otras argumentaciones igualmente insensatas se rehusa dar fe a la autoridad de Dios, mientras se concede confianza a hombres soberbios y ambiciosos; y así, por obra de Satanás y con el consentimiento de los hombres de la Iglesia, desde el vértice hasta la base, se extiende una capa de niebla sobre la Revelación, fuente de Luz y de Verdad.


Contaminada la fuente, también el chorro que de la fuente brota ya no es puro, y he aquí que el contagio continúa, es más, aumenta,  y las distorsiones de la verdad no se cuentan ya. Hoy la confusión de las ideas en el campo teológico es tal que nada tiene que envidiar a la confusión de las lenguas en Babel, confusión con su origen, con su historia, con sus autores y, por tanto, con sus responsables, y, entre estos, abundan hombres de Iglesia.


Hijo, tú bien sabes que contaminadas las ideas de los hombres, antes o después estarán contaminadas también las acciones, así ha sido y así es. El Marxismo, que ha materializado la concepción de la vida, ha destruido el concepto de la moral en el pueblo cristiano, por lo que hoy de cristiano ha quedado solamente el nombre, pero no ciertamente el hábito de vida.


No es la primera vez que en la historia de la humanidad se verifica este triste fenómeno, por lo cual y por Voluntad Permisiva de Dios, así como la humanidad fue destruida en su casi totalidad por el Diluvio, salvo Noé con sus hijos y los hijos de sus hijos, así hoy; y puesto que las condiciones son semejantes a aquellas que precedieron al Diluvio, la humanidad será destruida, hecha excepción de aquellos que el Señor ha decretado salvar, pues la humanidad, ha permanecido en su inmensa mayoría, repetidamente sorda a todas las invitaciones que se le han dirigido al arrepentimiento y a la conversión.

 

 

 

 

CONFIRMO LA HORA DE LA PURIFICACIÓN

 

Los hombres se equivocan y yerran en el juicio que ellos arbitrariamente se han formado acerca de la Misericordia y de la Justicia Divinas. Yerran al juzgar mi longanimidad. Se equivocan cuando, contrariamente a la evidencia, de los hechos de Mi existencia, son perversos cuando niegan Mi existencia y la existencia de la obra de Mis Manos.


¿No saben todos que no hay ley sin legislador, no lo saben los científicos, ateos y no ateos, que deberían haber llegado, a través del estudio de las leyes descubiertas en estos últimos decenios, leyes maravillosas, perfectas reguladoras de toda la dinámica del universo entero,  a comprender que estas leyes presuponen necesariamente la inteligencia, y no saben todos que la Inteligencia que las ha creado no puede ser sino la Inteligencia purísima de Dios?


Sofismas retorcidos para esconder la límpida verdad no han faltado, ni faltan, pero todo el producto de la locura humana y satánica será barrido como un puñado de polvo, y nada quedará de lo que la soberbia ha contaminado.


Te confirmo, hijo mío, una vez más, la hora de la purificación, después de la cual habrá cielos nuevos, tierra nueva e Iglesia nueva. Evidente será para todos la decisiva intervención de Mi Madre, Reina de las Victorias, y la gloria y la Potencia de Mí, verdadero Dios y verdadero Hombre, una nueva Era tendrá su curso en la historia de la humanidad.

Hijo, ámame. Te bendigo, os bendigo, rezad y reparad.

 

LA HUMANIDAD EN EL

UMBRAL DE SU LIBERACIÓN

 

Confidencias de Jesús a un Sacerdote

Parte 6ª










LOS TIEMPOS SE ACORTAN.

 

Estos mensajes sean objeto de reflexión y de meditación para cada uno de vosotros, pues ya estamos llegando a la antevíspera de la "liberación" de la Humanidad de la feroz tiranía y esclavitud de las Potencias oscuras del Infierno y de sus aliados en la tierra, a quienes todos ya bien conocemos.

 

¡Tened Fe, el choque será tremendo, pero la "Victoria" está ya determinada!

 

La victoria será de AQUELLA que ha sido proclamada "Regina Mundi Universi"  y "Reina de todas las Victorias".

 

Creer - Esperar - Amar - Callar - Aceptar - Sufrir - Ofrecer - Orar - Adorar,  esto es nuestra fuerza en AQUELLA y AQUEL que fueron, son y serán siempre "los más fuertes en el tiempo y en la eternidad".

 

D.O.M.

 

ORACIÓN

 

Libra Señor mi alma del Maligno.

Libra Señor mi alma de todo pensamiento de vanidad y de soberbia.

Libra Señor mi alma de todo egoísmo.

Libra Señor mi alma de todo y de todos aquellos que pueden estorbar mi comunión Contigo.

Libra Señor mi alma de todo juicio en discrepancia con la Caridad.

Libra Señor mi alma del apego a las personas, a los bienes y a las cosas de la tierra.

Libra Señor mi alma de toda turbación, de toda duda y de toda angustia que oprime.

Libra Señor mi alma de todos lo males espirituales.


Señor me ofrezco a Ti así como soy, con lo que tengo, vuélveme Tú lo que quieres que yo sea.


Señor más que Juez sé para mí siempre Salvador.


Señor Tú eres mi Paz.

Señor Tú eres mi Luz.

Señor Tú eres mi Camino.

Señor Tú eres mi Vida.

Señor Tú eres mi Todo.


Señor Tú eres mi único gran infinito Bienhechor.


Señor dame la transparencia de alma para que mi comunión Contigo, Transparencia infinita, haga de mí una sola cosa Contigo como Tú lo eres con el Padre.

 

Amén.      Amén.       Amén.

 









 

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