ADVERTENCIA A LOS PADRES
En el día del juicio, los padres tendrán que rendir cuentas por todos los pecados de sus hijos.
Una difícil y triste muerte tendrán aquellos quienes solamente trabajaron para incrementar sus posesiones o multiplicar los honores familiares, o aquellos quienes vieron solo por dejar a sus hijos comodidad y placeres y no les procuraron valores morales. San Pablo dice que aquellos padres son peores que infieles. Quien no se preocupa de lo suyo, principalmente de los de su casa, ha renegado de la Fe, y es peor que un infiel. (I Tim.5:8)
Aquellos padres que prefirieron llevar una vida de piedad y continua oración, de comunicación diaria, debieron condenarse si por negligencia descuidaron a sus hijos.
Si amáis a vuestros hijos, corregidles, mientras crecen castigadles, hasta con la vara, tan seguido como sea necesario.
He dicho con la vara y no con un palo, debéis corregirles como un padre y no como un carcelero. Debéis tener cuidado de no golpearles con pasión, porque entonces vosotros estaréis en peligro y la corrección quedará sin fruto si se les golpea con mucha severidad y ellos creerán que el castigo es el efecto de la ira y no el deseo de vuestra parte por enmendar sus vidas.
Los padres deben prohibir a sus hijos toda clase de juegos que traigan destrucción a las familias y a sus almas, también los bailes, los entretenimientos sugestivos, las conversaciones peligrosas y fiestas de placer. Los padres deben quitar de sus casas las novelas de romance que pervierten a los jóvenes y todos los malos libros que contengan máximas perniciosas, cuentos obscenos, o de amor profano. El padre no debe permitir que sus hijas estén a solas con hombres, ya sean jóvenes o viejos. Alguno dirá: “Este hombre quien cuida de mi hija, es un santo”. Los santos están en el Cielo, porque los santos que están en la tierra son carne y si están próximos a las ocasiones, pueden convertirse en demonios.
De acuerdo con Santo Tomás, los padres escandalosos obligan, de cierta manera a sus hijos a llevar una mala vida. Dice San Bernardo: “No son padres, sino asesinos, no de cuerpos, sino de LAS almas de sus hijos”. Es muy común oírlos decir: “ Mis hijos tienen por nacimiento mala disposición.” Esto no es verdad, Séneca decía: “Te equivocas si piensas que los vicios nacen con nosotros; éstos se injertan.” Los vicios no nacen con vuestros hijos, sino que son comunicados por medio del mal ejemplo de los padres. Si hubierais dado buen ejemplo a vuestros hijos, no serían lo viciosos que son.
Padres, frecuentad los Sacramentos, aprended de los sermones, rezad el Rosario todos los días, abstenedse del leguaje obsceno, de la detracción, de los pleitos y verás que vuestros hijos siguen vuestro ejemplo. Es de particular necesidad que forméis a los niños en la virtud desde la infancia, Instruidles la mente desde la niñez, porque cuando ellos crezcan, y contraigan malos hábitos, será muy difícil para vosotros enmendar sus vidas por medio de palabras.
Si dais a vuestros hijos mal ejemplo, ¿cómo esperáis que sigan una vida correcta? Cuando un joven disoluto es corregido por una falta, su respuesta será: “¿Por qué me censuras, si mi padre hace cosas peores?»
Si todos los padres cumplieran con su deber de vigilar la formación de su hijos, tendríamos muy pocos crímenes.
Advertencia a los padres de familia, por San Alfonso María de Ligorio.
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Alfonso María de Ligorio, Santo
Memoria Litúrgica, 1 de agosto.
Obispo y doctor de la Iglesia, Fundador de los Misioneros Redentoristas, que insigne por el celo de las almas, por sus escritos, por su palabra y ejemplo, trabajó infatigablemente predicando y escribiendo libros, en especial sobre teología moral, en la que es considerado maestro, para fomentar la vida cristiana en el pueblo.
Entre grandes dificultades fundó la Congregación del Santísimo Redentor, para evangelizar a la gente iletrada.
Elegido obispo de santa Águeda de los Godos, se entregó de modo excepcional a esta misión, que dejaría quince años después, aquejado de graves enfermedades, y pasó el resto de su vida en Nocera de’Pagani, en la Campania, aceptando grandes trabajos y dificultades († 1787).
BREVE BIOGRAFÍA
El 27 de septiembre de1696, día dedicado a los gloriosos mártires Cosme y Damían, nace Alfonso de Ligorio, en Nápoles (Italia). Sus padres fueron José De Ligorio (un noble oficial de la marina) y de la noble Ana De Cavalieri.
El hombre tuvo un destino fuera de serie. Nacido en la nobleza napolitana e hijo de militar, alumno superdotado, atraído por la música, la pintura el dibujo, la arquitectura.
Su nombre viene de dos raíces germánicas: addal, hombre de noble origen, y funs, pronto al combate. Alfonso era noble por nacimiento, sí: pero mucho mejor, caballero de Cristo, siempre pronto y en la brecha para los combates de Dios...
Alfonso fue un hombre de una personalidad extraordinaria: noble y abogado; pintor y músico; poeta y escritor; obispo y amigo de los pobres; fundador y superior general de su congregación; misionero popular y confesor lleno de unción; santo y doctor de la Iglesia.
Hay que mi admirar los múltiples talentos que tenía Alfonso y la fuerza creadora que poseía. A los 12 años era estudiante universitario y a los 16 era doctor en derecho, es decir, abogado. Como misionero popular y superior general de su Congregación y obispo, llevó a cabo una gran labor, a pesar de su delicada salud. Desde los 47 a los 83 años de su vida, publicó más o menos 3 libros por año.
En su vida particular Alfonso vivió actitudes que podemos interpretar como protesta frente a la corrupción de su medio ambiente. Con su estilo de vida ejerció una fuerte crítica de su tiempo y de su sociedad.
En un sistema de profundas diferencias de clase renunció a los privilegios de la nobleza y a sus derechos de ser primer hijo, es decir, primogénito.
A finales de julio de 1723, en un día de calor intenso y pegajoso, Alfonso se dirige al Palacio de Justicia de Nápoles. Se celebrará el juicio más sonado del reino entre dos familias: los Médici y los Orsini. Las dos familias quieren para sí la propiedad del feudo de Amatrice. Estaba en juego una gran cantidad de dinero.
Alfonso es un joven abogado de 26 años de edad. Los Orsini lo han elegido para su defensa por una sola razón: es competente y ha ganado todas las causas.
Se ha preparado muy bien, ante el tribunal defiende la causa con maestría. Está seguro que defiende la justicia. A pesar de eso, Alfonso es derrotado, pero se da cuenta de que el origen de esta sentencia está en las maquinaciones políticas e intrigas políticas (cosas desconocidas para nosotros hoy).
Como herido por rayo, el abogado de manos limpias queda por un momento estupefacto. Después rojo de cólera, lleno de vergüenza por la toga que lleva, se retira de la sala de justicia, profundamente desilusionado, sus palabras de despedidas quedaron para la historia: “¡Mundo, te conozco!... ¡Adiós, tribunales!”. No vive este acontecimiento, decisivo en su vida, desde la agresividad y la frustración, al contrario, los asume como fecundidad, siembra y profundización interior, se retira, eso sí lo tiene muy claro. Y al hacerlo toma una opción personal radical: se niega a la corrupción, rechaza que el hombre se realice manipulando o dejándose manipular y elige una forma nueva de libertad y liberación, el seguimiento de Jesús.
Profundamente conmovido Alfonso se va a visitar a sus amigos, los enfermos del “Hospital de los incurables”. Mientras atendía a los enfermos se ve a sí mismo en medio de una grata luz... Parece escuchar una sacudida del gran edificio y cree oír en su interior una voz que le llama personalmente desde el pobre: “Alfonso, deja todas las cosas ven y sígueme”.
Tras la renuncia de los tribunales, Alfonso estudia unos años de teología y recibe el sacerdocio el 21 de diciembre de 1726, en la Catedral de Nápoles, tenía 30 años de edad. Se hace sacerdote en contra de un padre autoritario, como don José, con asombro lo descubre muy pronto en los barrios marginados evangelizando a los analfabetos con sorprendentes predicaciones
En una de sus muchas misiones Alfonso cae enfermo. Ante la gravedad de la situación, los médicos intervienen y le exigen un largo descanso en la sierra. Elige la zona de Amalfi, costera y montañosa a la vez. Fue con un grupo de amigos. Quiere aprovechar el descanso para vivir intensamente la amistad y la oración en común.
Cerca de Amalfi está Scala, un lugar precioso a medio camino entre la playa y la altura de la sierra. Más arriba de Scala, está Santa María de los Montes, una pequeña ermita. A Alfonso le gustó. Era bueno compartir la amistad y la oración en casa de María de Nazaret.
Alfonso y sus amigos se ven sorprendidos por los pastores y cabreros que vienen a pedirles la palabra de Dios. Es el momento clave en la vida de Alfonso. Ahora más que nunca descubre, de verdad que el Evangelio pertenece a los pobres y que ellos lo reclaman como suyo. Y decide quedarse con ellos para dárselo a tiempo completo.
Nos encontramos en el año 1730. Alfonso decide por vez primera, reunir una comunidad consagrada a la misión de los más pobres. En los primeros días de noviembre de 1732 Alfonso deja definitivamente la ciudad de Nápoles y en burro parte para Scala para reunirse con su primer grupo de compañeros, quienes habrán de ser los Redentoristas. Son unos días de intensa oración y contemplación. Sabe que la redención abundante y generosa es un don gratuito y se abre a él en disponibilidad plena.
El día 9 de noviembre de 1732 nace la congregación misionera del Santísimo Redentor, mejor conocido como los Misioneros Redentoristas. No es fácil fundar una congregación religiosa en el reino de Nápoles en el siglo XVIII. Hay demasiados diocesanos y religiosos y muchos conventos en este país pobre y mal administrado
Desde el 9 de noviembre de 1732 hasta la Pascua de 1762, cuando es nombrado obispo, pasan 30 años felices en la vida de Alfonso dedicado a la misión, la dirección de su grupo y a la publicación de sus obras.
Alfonso muere en Pagani, el día 1 de agosto de 1787, a la hora del ángelus. Tenía más de 90 años. Fue beatificado en 1816, canonizado en 1831 y proclamado doctor de la Iglesia en 1871.
Alfonso solía decir que la vida de los santos es Evangelio vivido. Esto se lo podemos aplicar a él mismo. Sus ejemplos inquietan y arrastran. ¡A veces nos asusta enfrentarnos a un hombre como éste, que era capaz de vivir tan radicalmente el Evangelio!
Hoy, los Misioneros Redentoristas, continuamos anunciando el misterio gozoso de la redención abundante y generosa en toda la Iglesia. Los redentoristas, como Alfonso, no somos propagandistas de una doctrina, somos testigos de Cristo que viene al encuentro de la humanidad.
Alfonso murió. Su sueño, sin embargo, continúa vivo en la vida de sus seguidores. Especialmente debido a la labor de Clemente María Hofbauer, los redentoristas se esparcen por el mundo entero. En ellos, el Redentor continúa derramando vida en el corazón de los que no cuentan para el mundo y en el de los abandonados. La Congregación del Santísimo Redentor es lugar yh presencia donde el Redentor prosigue su misión: “HE SIDO ENVIADO A EVANGELIZAR A LOS POBRES”.
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