Ángeles santos de Dios
San Agustín dice respecto a ellos: “Angelus officii nomen est, non
naturae. Quaeris numen huins naturae, spiritus est; quaeris officium, ángelus
est: ex eo quad est, spiritus est, ex eo quod agit, ángelus”
(“El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas
por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te
diré que es un ángel”) (Psal. 103, 1, 15). Con todo su ser, los ángeles son
servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan “constantemente el rostro de
mi Padre que está en los cielos” (Mt 18, 10), son “agentes de sus órdenes,
atentos a la voz de su palabra” (Sal 103, 20).
En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia
y voluntad: son criaturas personales (cf Pío XII: DS 3891) e inmortales (cf Lc
20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de
su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9-12).
Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen:
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles…”
(Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para E1: “Porque en él
fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y
las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades:
todo fue creado por él y para él” (Col 1, 16). Le pertenecen más aún porque los
ha hecho mensajeros de su designio de salvación: “¿Es que no son todos ellos
espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la
salvación?” (Hb 1, 14).
332 Desde la creación (cf Jb 38, 7, donde los ángeles son llamados
“hijos de Dios”) y a lo largo de toda la historia de la salvación, los
encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al
designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal (cf Gn 3, 24),
protegen a Lot (cf Gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf Gn 21, 17), detienen
la mano de Abraham (cf Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf
Hch 7,53), conducen el pueblo de Dios (cf Ex 23, 20-23), anuncian nacimientos
(cf Jc 13) y vocaciones (cf Jc 6, 11-24; Is 6, 6), asisten a los profetas (cf 1
R 19, 5), por no citar más que algunos ejemplos. Finalmente, el ángel Gabriel
anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús (cf Lc 1, 11.26)
EN TODAS VUESTRAS
ACCIONES OS VEN
LOS ÁNGELES CUSTODIOS.
LOS ÁNGELES CUSTODIOS.
DADO A MARIA VALTORTA.
SAN AZARIAS ES EL ANGEL CUSTODIO DE MARIA VALOTRA.
SAN AZARIAS ES EL ANGEL CUSTODIO DE MARIA VALOTRA.
Dice S. Azarías, continuando todavía sus explicaciones sobre los Ángeles
Custodios :
“Otra intervención del Ángel Custodio es la de estar constante y
maravillosamente activo ante Dios del que recibe las órdenes y al que ofrece
las obras buenas del custodiado, presenta y apoya sus súplicas e intercede en
sus penas.
Y actúa también al lado del hombre , de un modo
sobrenatural, actúa de maestro guiándole sin desmayos por el recto sendero
mediante inspiraciones, luces y atracciones hacia Dios.
¡Oh!, nuestro fuegos, que son los fuegos de la Caridad que nos creó y
nos penetra con sus ardores, nosotros los dirigimos a nuestros custodiados del
modo como el sol lo hace con la gleba que cubre la semilla para caldearla y
hacerla germinar y después con el tallo para robustecerlo y conseguir que
alcance a ser tronco y árbol lozano. Con nuestros fuegos os confortamos,
caldeamos, robustecemos, iluminamos, amaestramos y os atraemos al Señor.
Si
después el alma, con su obstinación en el hielo y en la dureza, no se deja
penetrar ni vencer por nosotros; si no escucha la caritativa armonía de nuestras
enseñanzas, antes las rechaza para aceptar la fragorosa música infernal que
atolondra y enloquece, no es ya culpa nuestra. Nuestro es únicamente el dolor
por la quiebra de nuestra acción amorosa sobre el alma a la que amamos con toda
nuestra capacidad después de Dios.
Nosotros estamos pues siempre al lado de nuestro custodiado, ya sea éste
un santo o un pecador. Desde la infusión del alma en la carne hasta su
separación de la misma, nosotros estamos junto a la criatura humana que el
Altísimo Señor nos confió. Este pensamiento de que todo hombre tiene a su lado
un ángel, debería ayudaros a amar a vuestro prójimo, soportarlo, acogerlo con
amor y con respeto, si no por él mismo, al menos por el invisible Azarías que
está a su lado y que, como ángel, merece siempre respeto y amor.
Si pensaseis que en todas vuestras acciones relacionadas con el prójimo,
además del Ojo omnipresente de Dios, vigilan y observan dos espíritus angélicos
que gozan o sufren según como os portáis, ¡cuánto mejores seríais con vuestro
prójimo! Pensad que cuando estáis con una persona, la honráis o la mortificáis,
le ayudáis o la rechazáis, pecáis con ella o la apartáis del pecado, os
instruye o la instruís, la beneficiáis u os beneficia ella… dos ángeles, el
vuestro y el suyo, se hallan presentes y ven, no sólo vuestras acciones
manifiestas sino también la verdad de las mismas, es decir, si las hacéis con
verdadero amor, o bien con amor fingido, con rencor, con cálculo y así de lo
demás.
¿Dais una limosna? Los dos ángeles ven cómo la dais. ¿No la dais? Los
dos ángeles ven el verdadero porqué de que no la dais. ¿Dais hospedaje a un
peregrino o le rechazáis? Los dos ángeles ven cómo le hospedáis y lo que hay de
verdad espiritual en vuestra acción. ¿Visitáis a un enfermo? ¿Aconsejáis a un
dubitante? ¿Consoláis a un afligido? ¿Honráis a un difunto? ¿Conseguís hacer
volver la justicia a un descarriado? ¿Prestáis ayuda al necesitado de ella? En
todas las obras de misericordia están de testigos dos ángeles: el vuestro y el
de quien recibe vuestra misericordia o se ve defraudado de ella.
¿Qué alguien os viene a buscar o a importunar? Pensad siempre que no le
recibís a él solo sino también a su ángel con él. Y, por eso, mostraos siempre
caritativos porque hasta un delincuente tiene su ángel y nunca el ángel es
delincuente por más que lo sea su custodiado.
Acoged por tanto con amor a cualesquiera, si bien, por precaución, ese amor sea prudentemente reservado, o también un amor severo para hacer comprender a vuestro prójimo que os visita que su conducta es reprobable y os causa dolor, debiendo cambiarla, no tanto por complaceros a vosotros cuanto por agradar a Dios. Acogedle con amor, ya que si rechazáis al hombre que os resulta antipático, indeseable, importuno en aquel momento o que sabéis que es un pérfido, rechazáis igualmente al huésped invisible pero santo que está con él y por el que os debieran ser gratas las visitas porque todo prójimo que viene a vosotros trae a vuestra casa o hace que esté cerca de vosotros el ángel que le guarda.
Acoged por tanto con amor a cualesquiera, si bien, por precaución, ese amor sea prudentemente reservado, o también un amor severo para hacer comprender a vuestro prójimo que os visita que su conducta es reprobable y os causa dolor, debiendo cambiarla, no tanto por complaceros a vosotros cuanto por agradar a Dios. Acogedle con amor, ya que si rechazáis al hombre que os resulta antipático, indeseable, importuno en aquel momento o que sabéis que es un pérfido, rechazáis igualmente al huésped invisible pero santo que está con él y por el que os debieran ser gratas las visitas porque todo prójimo que viene a vosotros trae a vuestra casa o hace que esté cerca de vosotros el ángel que le guarda.
¿Habéis de vivir al lado de quien no os agrada? Sobre todo no juzguéis
pues no sabéis juzgar.
El hombre no juzga con justicia sino rarísimamente. Mas, aún juzgando
con justicia basándoos en datos positivos y examinados sin prevenciones ni
rencores humanos, no faltéis a la caridad pues, además de contra el prójimo
faltaríais contra el ángel de la guarda de aquel prójimo. Si supieseis haceros
estas consideraciones, cuánto más fácil os sería superar las antipatías y
rencores y amar, amar llevando a cabo las obras que harán que Jesús, Señor y
Juez, os diga: “Tú, bendito, ven a mi derecha”.
¡Ánimo!, un pequeño esfuerzo y siempre esta continúa reflexión: ver con
los ojos de la fe al ángel custodio que está al lado de todo hombre y obrar
siempre como si todo lo que hacéis se lo hicieseis al ángel de Dios que lo
testimoniará ante El. Él, el ángel custodio de todo hombre –os lo aseguro–
unido con el vuestro, dirá al Señor: “Altísimo, éste que ves fue siempre fiel a
la caridad, amándote a Ti en el hombre, amando el mundo sobrenatural en las
criaturas y por este amor soportó ofensas, perdonó, fue misericordioso con
todos a imitación de tu Hijo amado cuyos ojos humanos, mirando incluso a sus
enemigos, veían a su lado, con la ayuda de su espíritu santísimo, a los
ángeles, a sus afligidos ángeles, a los que honraba ayudándoles en el empeño de
convertir a los hombres y así glorificarte con ellos a Ti, Altísimo, salvando
del Mal el mayor número de criaturas posibles”.
Quiero que tú, que te alegras porque, al venir el Señor encuentra un
ángel más que le adora, quiero que tú, que crees en la presencia del ángel del
recién nacido, creas igualmente en mis palabras y te comportes con todos
cuantos acuden a ti o con los que tienes cualquier clase de relación, como te
he dicho, pensando en su ángel custodio a fin de superar cansancios y desdenes,
amando a todos con justicia y así hacer algo grato a Dios y honroso para el
custodio angélico al que, por otra parte también le servirá de ayuda.
Medita, alma mía, de qué forma os honra el Señor y cómo nosotros, los
ángeles, os honramos a vosotros y os procuramos la manera de ayudarnos –Él, el
Divino, y nosotros, sus espirituales ministros– mediante la palabra apropiada
para hacer entrar de nuevo por las vías de la justicia a un semejante vuestro
y, sobre todo, con el ejemplo de una conducta firme en el Bien. Firme, esto es,
que no se presta a tolerancias y compromisos por no perder la amistad de un
hombre atenta únicamente a no perder la amistad de Dios y de sus ángeles.
Supondrá tal vez dolor tener que ser severa para no consentir que la gloria de
Dios y sus quereres sean pisoteados por un hombre. Ello te proporcionará tal
vez desaires e indiferencias. No te preocupes. Ayuda al ángel de tu prójimo y
esto será también lo que encuentres en el Cielo”.
Confidencias de los santos Ángeles.
CONFIDENCIAS DE LOS SANTOS
ARCÁNGELES
DADAS A SU AMADA LUZ DE MARÍA
26 DE SEPTIEMBRE 2012
Amados:
Fuimos los mensajeros directos de la Voluntad del Padre con Su Pueblo
Elegido y en especial con Sus siervos comprometidos y entregados a Él. Fuimos
elegidos por Dios para anunciar a Nuestra Reina y Madre el gran acontecimiento
de la venida del Salvador de Cielos y tierra.
Nuestro caminar no ha sido en vano, nuestra presencia en medio de la
humanidad ha marcado los Designios Trinitarios en instantes en que la humanidad
sucumbía por la desobediencia. En este instante, esta generación nos hace a un
lado y no cree en nuestro auxilio. Hemos recibido de la Trinidad Sacrosanta los
dones necesarios. Ya que vivimos en fusión a la Voluntad Divina, hemos recibido
de esta Voluntad Trinitaria, cuanto es imperioso para intervenir a fin de que
el hombre regrese al camino de la verdad y de la salvación. Aún así, respetando
el libre albedrío, nos mantenemos auxiliándoles hasta donde cada uno nos lo
permita.
TODOS
LOS ACONTECIMIENTOS ANUNCIADOS Y NUESTRAS INTERVENCIONES CONSTANTES Y QUE AÚN
NO SON COMPRENDIDAS POR USTEDES, HAN CONFLUIDO EN ESTE INSTANTE, EN EL CUAL NOS
MANTENEMOS EXPECTANTES, YA QUE ASÍ OBEDECEMOS LA VOLUNTAD TRINITARIA.
Intervendremos particularmente y a nivel espiritual en tanto y cuanto la
criatura lo solicite; no así en el detener los Designios Divinos ni atenuarlos,
ni aminorarlos.
Esta generación perversa ha rebasado la copa de la Misericordia Divina.
Nosotros sus hermanos, sus compañeros de camino, presentes en todos los tiempos
de la humanidad, con recogimiento y amoroso respeto hacia el Creador, sentimos
nuestro ser abatirse ante la falta de conciencia y respuesta del hombre.
Ya les ha llamado insistentemente Nuestro Rey a disponerse – tan solo
eso-, a disponerse para ser llenos a plenitud de cuanto necesitan para resistir
los embates cotidianos.
Miramos una gran indiferencia, un desapego exagerado hacia lo Divino y
es que aún no logran comprender a cabalidad el instante tan serio en que esta
generación se mueve.
Así como se burlaron de Noé, así se burlan en este instante de quienes,
colmados a plenitud del Espíritu Divino, anuncian los acontecimientos próximos
y la Segunda Venida de Nuestro Rey, así lamentarán cuando se encuentren cara a
cara con esa insensatez con la que han actuado, con esa desobediencia en la que
se han sumergido, con esa negativa continua con la que se niegan a ustedes
mismos la Salvación.
Amados nuestros:
EN
ESTE INSTANTE NO LES LLAMAMOS A DESPERTAR, PUESTO QUE EL TIEMPO NO ES TIEMPO Y
EL INSTANTE HA DEJADO DE SER INSTANTE; LES LLAMAMOS A DISPONERSE CON CORAJE,
CON FE, FUERZA Y OBEDIENCIA, PERO SOBRE TODO EN UNIDAD Y EN AMOR.
No combatan unos contra otros, que los demonios que se mueven en medio
de ustedes y se introducen en la conciencia y en el corazón, en el pensamiento
y en la mente de las criaturas humanas, trabajan asiduamente, continuamente
para llevarles a desunirse, a no amarse y a caer. ¿No es suficiente el embate y
la insidia del demonio para que entre ustedes mismos combatan?
LA
CLAVE DE ESTE INSTANTE ES LA UNIDAD EN LA QUE DEBEN PERMANECER
SIN
MIRAR EL ACTUAR DEL HERMANO, SINO MIRÁNDOSE EN EL INTERIOR DE CADA UNO, Y DE
ESTA MANERA MIRARSE TAL CUAL ES LA CRIATURA VERDADERAMENTE Y SIN DISIMULO.
Este es el instante en que la criatura debe laborar en sí misma,
venciendo toda aquella asechanza que llegue a su pensamiento, toda aquella
asechanza que el maligno siembre en su corazón.
ESTE ES EL INSTANTE DE UN COMBATE PERSONAL ENTRE EL BIEN
Y EL MAL…
Y USTEDES NO LO HAN COMPRENDIDO ASÍ.
Es un instante decisivo, extremadamente decisivo en donde la criatura
debe luchar contra sí misma, contra su “ego” y ser nuevamente humilde. No
pierdan la humildad, no pierdan la humildad. No crean saberlo todo, sean
humildes, adéntrense en el interior personal y renuévense por dentro en un
espíritu de Amor Crístico, universal, sin mirar distingos, sino sintiéndose lo
que son: hijos todos de un único Padre.
¡Adelante, Pueblo amado del Rey!, ¡Adelante Pueblo amado del Rey!
Nosotros les protegemos, les acompañamos para que no continúen vagando por el
desierto del pecado y de la insensatez.
¡Cuánto ofenden a Nuestra Reina!, ¡Cuánto la ofenden las modas de este
instante en que se confunden los géneros y en la que la mujer ha perdido el
decoro!
¡Cuánto dolor causa aquél que desmedidamente se complace en estos
modernismos para satisfacer sus ansias pecaminosas! No, amados nuestros, la
criatura humana debe tender a la santidad, debe tender a la pureza para que de
esa forma todo su ser se disponga y llegue a alcanzar la santidad que Nuestro
Rey espera de cada uno de los que conforman Su Pueblo.
¡Cómo será el lamento de los tibios en el instante en que se separe el
trigo de la cizaña! Ahí llorará y gemirá y lamentará la criatura su
desobediencia y su incredulidad, se lamentará de haber ignorado las Señales
Divinas, de haber esparcido la mentira para contrarrestar nuestra presencia en
medio de la humanidad.
¡Cuánto se lamentarán aquellos que con gran Misericordia Divina han
recibido en medio de su humanidad, señales y elecciones Divinas y las han
aminorado, tendiendo a todo aquello que lo bajo del mundo llama al hombre!
EN
ESTE INSTANTE EL QUE SE HA ENTREGADO A NUESTRO REY Y A NUESTRA REINA DEBE
CUMPLIR, DEBE DISPONERSE, DEBE ACATAR COMO AQUELLOS QUE NO MIRABAN, QUE NO
ESCUCHABAN, QUE NO SENTÍAN PERO QUE CONSCIENTES DE QUE EL PADRE LOS LLAMABA EN
OBEDIENCIA, SE DISPUSIERON A CAMINAR.
Y hoy en este instante les han legado toda, toda esta bendición,
mediante la cual el Cielo mismo se ha venido dirigiendo a ustedes en las
Apariciones de Nuestra Soberana Reina de los Ángeles.
Continúen siendo un corazón de unidad, un corazón de defensa contra el
mal, un corazón de amor hacia el cual todo aquello que no es verdad, sea
disipado y no logre penetrarles.
LA LUCHA ES
FUERTE, MAS NO ES IMPOSIBLE DE SUPERAR. NOSOTROS EN UN IR Y VENIR CONSTANTE NO
LES DEJAMOS; ELEVEN LA MIRADA HACIA LO ALTO. AQUÍ NOS MANTENEMOS SUS COMPAÑEROS
DE CAMINO, LOS DEFENDEREMOS Y LOS PROTEGEREMOS EN TODO INSTANTE.
Reciban nuestro amor y nuestro sí, nuestro Fiat a Cristo Rey y a Nuestra
Reina y Madre de los Ángeles y de toda la humanidad.
El amor de Cristo permanezca en ustedes.
Los Santos Arcángeles
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
LOS ÁNGELES EN LA VIDA DE LA IGLESIA
De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda
misteriosa y poderosa de los ángeles (cf Hch 5, 18-20; 8, 26-29; 10, 3-8; 12,
6-11; 27, 23-25).
335 En su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al
Dios tres veces santo (cf MR, “Sanctus”); invoca su asistencia (así en el “In
Paradisum deducant te angeli…” (“Al Paraíso te lleven los ángeles…”) de la
liturgia de difuntos, o también en el “Himno querubínico” de la liturgia
bizantina) y celebra más particularmente la memoria de ciertos ángeles (S.
Miguel, S. Gabriel, S. Rafael, los ángeles custodios).
336 Desde su comienzo (cf Mt 18, 10) a la muerte (cf Lc 16, 22), la
vida humana está rodeada de su custodia (cf Sal 34, 8; 91, 1013) y de su
intercesión (cf Jb 33, 23-24; Za 1,12; Tb 12, 12). “Cada fiel tiene a su lado
un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida” (S. Basilio, Eun.
3, 1). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la
sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.
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