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AQUÍ: MENSAJE DE DIOS PADRE AL PADRE WILSON ZALAZAR (SACERDOTE EXORCISTA) "...LO QUE ESTAIS VIENDO POR LOS MEDIOS DE COMUNICACION…ESO NO ES NADA PARA LO QUE SEVIENE SOBRE EL MUNDO..."
San
Antonio De Padua
y
La mula
Del Hereje
Etim: Antonio:
"Defensor de la Verdad"
13 De Junio Fiesta en su honor.
Predicaba San Antonio de
Padua en Rímini (Italia). Allí los herejes patarinos habían desfigurado el
dogma de la presencia real, reduciendo la Eucaristía a una simple cena
conmemorativa.
Antonio, en su predicación, ilustró plenamente la realidad de la presencia de Jesús en la Hostia Santa. Mas los jefes de la herejía no aceptaban las razones del Santo e intentaban rebatir sus argumentos. Entre ellos, Bonvillo, que era el principal y se hacía el sabiondo, La larga discusión terminó por recaer sobre el Augusto Sacramento de la Eucaristía.
Luego de grandes dificultades,
el defensor del error fue reducido al silencio. Pero, si bien estaba derrotado
no se había convertido; y entonces Bonvillo recurrió a un argumento extremo en
desafío al santo:
–Dejémonos de palabras y
vayamos a los hechos. Si con algún milagro puedes probar frente a todo el
pueblo que el cuerpo de Cristo está presente de verdad en la Hostia consagrada,
yo renegaré de mis ideas y aceptaré las tuyas.
–Escucha, pues, mi propuesta:
tengo una mula en mi casa.
La dejaré encerrada durante
tres días sin alimento alguno, y así la traeré a esta plaza.
Entonces, en presencia de
todos, le ofreceré una abundante cantidad de avena, y tú le presentarás eso
que, según dices, es el cuerpo de Jesucristo.
Si el animal hambriento
abandona la comida para correr donde ese Dios que todas las criaturas deben
adorar, conforme a tu doctrina, yo creeré de todo corazón la enseñanza de la
Iglesia Católica.
Aceptó el Santo la prueba y se retiró a implorar el auxilio de Dios con oraciones, ayunos y penitencias.
El día fijado vino gente de
todas partes.
No era posible confundir la
plaza en que se realizaría la gran prueba; católicos y herejes la desbordaban,
presos de una expectativa fácil de imaginar.
En una capilla cercana, Fray
Antonio celebraba la santa Misa con angelical fervor.
Llegó entonces el albigense
tirando su mula, mientras un compinche traía el alimento favorito del animal,
escoltado por una multitud de herejes que auguraban su victoria.
En ese momento, san Antonio
salió de la capilla portando el cáliz con el Santísimo Sacramento.
La plaza quedó en silencio.
Dirigiéndose a la mula, el santo clamó con fuerte voz:
–¡En
el nombre y por el poder de tu Creador, el que pese a mi indignidad sostengo
realmente presente en mis manos, yo te ordeno, pobre animal, que vengas sin demora a inclinarte
humildemente frente a Él, y así los herejes reconozcan que toda criatura se
somete a Jesucristo, Dios Creador que el sacerdote católico tiene la honra de
hacer descender sobre el altar!
Al mismo tiempo, el albigense
puso el montón de avena bajo el hocico de la bestia hambrienta, incitándola a
comer.
¡Oh prodigio! Sin prestar
atención alguna al alimento que se le ofrecía, sin escuchar más que la voz de
Fray Antonio, el animal se inclinó ante el nombre de Jesucristo y después doblo
respetuosamente las rodillas ante el Santo que mantenía levantada la Sagrada
Hostia, permaneció en esta postura hasta que San Antonio le concedió licencia
para que se levantara.
Al ver esto los católicos
estallaron en muestras de entusiasmo, al paso que los herejes se sentían
aplastados por el estupor y la confusión.
Bonvillo cumplió su promesa y
se convirtió de todo corazón a la fe católica; los herejes se retractaron de
sus errores, y San Antonio, después de dar la bendición con el Santísimo en
medio de una tempestad de vítores y aplausos, condujo la Hostia
procesionalmente y en triunfo a la iglesia, donde se dieron gracias a Dios por
el estupendo portento y conversión de tantos herejes.
HISTORIA:
En una ocasión, cuando los
herejes de Rímini le impedían al pueblo acudir a sus sermones, San Antonio se
fue a la orilla del mar y empezó a gritar: "Oigan la palabra de
Dios, Uds. los pececillos del mar, ya que los pecadores de la tierra no la
quieren escuchar". A su llamado acudieron miles y miles de
peces que sacudían la cabeza en señal de aprobación. Aquel milagro
se conoció y conmovió a la ciudad, por lo que los herejes tuvieron que ceder.
A pesar de estar muy enfermo
de hidropesía, San Antonio predicaba los 40 días de cuaresma. La gente
presionaba para tocarlo y le arrancaban pedazos del hábito, hasta el punto que
hacía falta designar un grupo de hombres para protegerlo después de los
sermones.
Además de la misión de
predicador, se le dio el cargo de lector en teología entre sus hermanos. Aquella
fue la primera vez que un miembro de la Orden Franciscana cumplía con aquella
función. En una carta que, por lo general, se considera como
perteneciente a San Francisco, se confirma este nombramiento con las siguientes
palabras: "Al muy amado hermano Antonio, el hermano Francisco le
saluda en Jesucristo.
Me complace en extremo que
seas tú el que lea la sagrada teología a los frailes, siempre que esos estudios
no afecten al santo espíritu de plegaria y devoción que está de acuerdo con
nuestra regla".
Sin embargo, se advirtió cada
vez con mayor claridad que, la verdadera misión del hermano Antonio estaba en
el púlpito.
Por cierto que poseía todas
las cualidades del predicador: ciencia, elocuencia, un gran poder de
persuasión, un ardiente celo por el bien de las almas y una voz sonora y bien
timbrada que llegaba muy lejos.
Por otra parte, se
afirmaba que estaba dotado con el poder de obrar milagros y, a pesar de que era
de corta estatura y con cierta inclinación a la corpulencia, poseía una
personalidad extraordinariamente atractiva, casi magnética.
A veces, bastaba su presencia
para que los pecadores cayesen de rodillas a sus pies; parecía que de su
persona irradiaba la santidad. A donde quiera que iba, las gentes le
seguían en tropel para escucharle, y con eso había para que los criminales
empedernidos, los indiferentes y los herejes, pidiesen confesión.
Las gentes cerraban sus
tiendas, oficinas y talleres para asistir a sus sermones; muchas veces sucedió
que algunas mujeres salieron antes del alba o permanecieron toda la noche en la
iglesia, para conseguir un lugar cerca del púlpito.
Con frecuencia, las iglesias
eran insuficientes para contener a los enormes auditorios y, para que nadie
dejara de oírle, a menudo predicaba en las plazas públicas y en los mercados.
Poco después de la
muerte de San Francisco De Asís, el hermano Antonio fue llamado, probablemente
con la intención de nombrarle ministro provincial de la Emilia o la Romagna.
En aquella oportunidad,
Antonio obtuvo del Papa la autorización para dejar su puesto de lector y
dedicarse exclusivamente a la predicación.
El Pontífice tenía una
elevada opinión sobre el hermano Antonio, a quien cierta vez llamó "el
Arca de los Testamentos", por los extraordinarios conocimientos que tenía
de las Sagradas Escrituras.
Desde aquel momento, el
lugar de residencia de San Antonio fue Padua, una ciudad donde anteriormente
había trabajado, donde todos le amaban y veneraban y donde, en mayor grado que
en cualquier otra parte, tuvo el privilegio de ver los abundantísimos frutos de
su ministerio. Porque no solamente escuchaban sus sermones
multitudes enormes, sino que éstos obtuvieron una muy amplia y general reforma
de conducta.
Las ancestrales disputas
familiares se arreglaron definitivamente, los prisioneros quedaron en libertad
y muchos de los que habían obtenido ganancias ilícitas las restituyeron, a
veces en público, dejando títulos y dineros a los pies de San Antonio, para que
éste los devolviera a sus legítimos dueños.
Para beneficio de los pobres,
denunció y combatió el muy ampliamente practicado vicio de la usura y luchó
para que las autoridades aprobasen la ley que eximía de la pena de prisión a
los deudores que se manifestasen dispuestos a desprenderse de sus posesiones
para pagar a sus acreedores.
Se dice que también se
enfrentó abiertamente con el violento duque Eccelino para exigirle que dejase
en libertad a ciertos ciudadanos de Verona que el duque había encarcelado.
A pesar de que no consiguió
realizar sus propósitos en favor de los presos, su actitud nos demuestra el
respeto y la veneración de que gozaba, ya que se afirma que el duque le escuchó
con paciencia y se le permitió partir, sin que nadie le molestara.
Después de predicar una serie
de sermones durante la primavera de 1231, la salud de San Antonio comenzó a
ceder y se retiró a descansar, con otros dos frailes, a los bosques de
Camposampiero. Bien pronto se dio cuenta de que sus días estaban
contados y entonces pidió que le llevasen a Padua.
No llegó vivo más que a
los aledaños de la ciudad. El 13 de junio de 1231, en la habitación
particular del capellán de las Clarisas Pobres de Arcella recibió los últimos
sacramentos.
Entonó un canto a la
Stma. Virgen y sonriendo dijo: "Veo venir a Nuestro Señor"
y murió. Era el 13 de junio de 1231.
La gente recorría las calles
diciendo: "¡Ha muerto un santo! ¡Ha muerto un santo!.Al morir tenía
tan sólo treinta y cinco años de edad. Durante sus funerales se
produjeron extraordinarias demostraciones de la honda veneración que se le
tenía. Los paduanos han considerado siempre sus reliquias como el
tesoro más preciado.
San Antonio fue canonizado
antes de que hubiese transcurrido un año de su muerte; en esa ocasión, el Papa
Gregorio IX pronunció la antífona "O doctor optime" en su honor y, de
esta manera, se anticipó en siete siglos a la fecha del año 1946, cuando el
Papa Pío XII declaró a San Antonio "Doctor de la Iglesia".
Se le llama el "Milagroso
San Antonio" por ser interminable lista de favores y beneficios que ha
obtenido del cielo para sus devotos, desde el momento de su muerte. Uno
de los milagros mas famosos de su vida es el de la mula del hereje.
Iconografía: Por regla
general, a partir del siglo XVII, se ha representado a San Antonio con el Niño
Jesús en los brazos; ello se debe a un suceso que tuvo mucha difusión y que
ocurrió cuando San Antonio estaba de visita en la casa de un amigo. En un
momento dado, éste se asomó por la ventana y vio al santo que contemplaba,
arrobado, a un niño hermosísimo y resplandeciente que sostenía en sus
brazos.
En las representaciones
anteriores al siglo XVII aparece San Antonio sin otro distintivo que un libro,
símbolo de su sabiduría respecto a las Sagradas Escrituras. En
ocasiones se le representó con un lirio en las manos y también junto a una mula.
San Antonio es el patrón de
los pobres y, ciertas limosnas especiales que se dan para obtener su
intercesión, se llama "pan de San Antonio"; esta tradición
comenzó a practicarse en 1890. No hay ninguna explicación
satisfactoria sobre el motivo por el que se le invoca para encontrar los
objetos perdidos, pero es muy posible que esa devoción esté relacionada con un
suceso que se relata entre los milagros, en la "Chronica XXIV
Generalium" (No. 21): un novicio huyó del convento y se llevó
un valioso salterio que utilizaba San Antonio; el santo oró para que fuese
recuperado su libro y, al instante, el novicio fugitivo se vio ante una
aparición terrible y amenazante que lo obligó a regresar al convento y devolver
el libro.
En Padua hay una magnífica
basílica donde se veneran sus restos
mortales.
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