* 24 DE JUNIO FESTIVIDAD DEL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA PORQUE FUÉ SANTIFICADO EN EL VIENTRE
* Festividad: 24 de junio (nacimiento); 29 de agosto (martirio).
*Precursor de N.S. Jesucristo, muerto
decapitado hacia el año 30.
*Patrón:
Bautismo, Catequistas, Pajareros,
Cuchilleros, Contra la epilepsia, Convulsiones y Espasmos, Génova, Pedrisco,
Caballeros Hospitalarios, Caballeros de Malta, Corderos, Vida monacal,
Impresores, Quebec, Sastres.
ORACIONES
INICIALES PARA TODOS LOS DIAS
Acto de contrición
Oh, Padre misericordioso, que desde el seno
materno, predestinaste a San Juan Bautista, para que fuera Precursor del
Mesías, preparando por medio de la austeridad, de su persona y la predicción de
la palabra, el corazón de todos los hombres, llevándolos al arrepentimiento, a
través del bautismo penitencial, para el encuentro con Jesucristo, Tu Hijo que
vive y Reina por los siglos de los siglos. Amén
GOZOS
Oh, Glorioso Bautista alcánzanos Del Señor
misericordia y perdón.
Profeta de soledades. Prédica hiciste de tus
iras. Para fustigar mentiras Y para gritar verdades.
Oh, Glorioso Bautista alcánzanos Del Señor
misericordia y perdón.
El desierto encendido fue tu ardiente
maestro para allanar montañas Y encender los senderos.
Oh
Glorioso Bautista alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Vio como el cielo se abría Sobre el cordero
de Dios Y su vos le anunciaría que por siempre unió a los dos.
Oh
Glorioso Bautista alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Más aun en su presencia, Con humilde sumisión,
Suplica el que es Dios por esencia, Para empezar su misión.
Oh Glorioso Bautista alcánzanos Del Señor
misericordia y perdón.
Oh
sin par alabanza Voz del Padre en el Jordán, El Hijo que la acogía y la Paloma
que ardía Sobre Jesús y San Juan.
Oh Glorioso Bautista alcánzanos Del Señor
misericordia y perdón.
Por fin en un banquete Y en el placer de un
ebrio, Y el vino de tu sangre santifico el desierto.
Oh
Glorioso Bautista alcánzanos Del Señor misericordia y perdón.
Profeta de soledades, Prédica hiciste de tus
iras. Para fustigar mentiras Y para gritar verdades. Amén.
DÍA PRIMERO
Anuncio
del Nacimiento de Juan el Bautista (Lc 1, 5-25)
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había
un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer,
llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los ojos de Dios
y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.
Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad
avanzada. Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función
sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica,
entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
Toda
la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el
incienso. Entonces se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del
altar del incienso. Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero
el Ángel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada.
Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. Él será para ti un
motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque
será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará
lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos
israelitas vuelvan al Señor, su Dios.
Precederá al Señor con el espíritu y el poder
de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a
la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien
dispuesto". Pero Zacarías dijo al Ángel:"¿Cómo puedo estar seguro de
esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada". El Ángel le
respondió: "Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado
para hablarte y anunciarte esta buena noticia. Te quedarás mudo, sin poder
hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis
palabras, que se cumplirán a su debido tiempo". Mientras tanto, el pueblo
estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el
Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había
tenido alguna visión en el Santuario.
Él
se expresaba por señas, porque se había quedado mudo. Al cumplirse el tiempo de
su servicio en el Templo, regresó a su casa. Poco después, su esposa Isabel
concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses. Ella pensaba:
"Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo
que me avergonzaba ante los hombres".
DÍA SEGUNDO
Nacimiento y Circuncisión de Juan el Bautista
(Lc 1, 57-58)
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía
ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran
misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho
días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como
su padre; pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan". Ellos le decían:
"No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".
Entonces preguntaron por señas al padre qué
nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: "Su
nombre es Juan". Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento,
Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento
produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y selo comentaba
en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este
recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?".
Porque la mano del Señor estaba con él.
DÍA TERCERO
Predicación de Juan el Bautista (Lc
3, 1-18)
El año decimoquinto del reinado del
emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes
tetrarca de Galilea, su hermano Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide, y
Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios
dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Este
comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un
bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el
libro del profeta Isaías: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del
Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y las
colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos. Entonces,
todos los hombres verán la Salvación de Dios.
Juan decía a la multitud que venía a hacerse
bautizar por él: "Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira
de Dios que se acerca? Produzcan los frutos de una sincera conversión, y no
piensen: "Tenemos por padre a Abraham". Porque yo les digo que de
estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham.
El
hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; el árbol que no produce buen
fruto será cortado y arrojado al fuego". La gente le preguntaba:
"¿Qué debemos hacer entonces?". Él les respondía: "El que tenga
dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro
tanto".
Algunos
publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: "Maestro,
¿qué debemos hacer?". Él les respondió: "No exijan más de lo
estipulado".
A
su vez, unos soldados le preguntaron: "Y nosotros, ¿qué debemos
hacer?". Juan les respondió: "No extorsionen a nadie, no hagan falsas
denuncias y conténtense con su sueldo". Como el pueblo estaba a la
expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la
palabra y les dijo a todos: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que
es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus
sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su
mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero
consumirá la paja en el fuego inextinguible". Y por medio de muchas otras
exhortaciones anunciaba al pueblo la Buena Noticia
DÍA CUARTO
Juan el Bautista Bautiza a Jesús (Mt
3, 13-17)
Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el
Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía,
diciéndole: "Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y
eres tú el que viene a mi encuentro!". Pero Jesús le respondió:
"Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es
justo". Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua.
En ese momento se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender
como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía:
"Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi
predilección".
DÍA QUINTO
Este es el Cordero de Dios, que
Quita el Pecado del Mundo (Jn 1, 19-37)
Este es el testimonio que dio Juan, cuando
los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle:
"¿Quién eres tú?". Él confesó y no lo ocultó, sino que dijo
claramente: "Yo no soy el Mesías". "¿Quién eres,
entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo:
"No". "¿Eres el Profeta?"."Tampoco", respondió.
Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los
que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?". Y él les dijo:"Yo soy
una voz que grita en el desierto: Allanen
el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías".
Algunos
de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: "¿Por qué
bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?".
Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien
al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar
la correa de su sandalia". Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del
Jordán, donde Juan bautizaba.
Al
día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: Después de
mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar
con agua para que él fuera manifestado a Israel". Y Juan dio este
testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y
permanecer sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a
bautizar con agua me dijo: "Aquel sobre el que veas descender el Espíritu
y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo". Yo lo
he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".
Al
día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a
Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios". Los dos
discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
DÍA SEXTO
Juan seguía bautizando en Enón, cerca de
Salim, porque había mucha agua en ese lugar y la gente acudía para hacerse
bautizar. Juan no había sido encarcelado todavía.
Se
originó entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío, acerca
de la purificación.
Fueron
a buscar a Juan y le dijeron:"Maestro, el que estaba contigo al otro lado
del Jordán y del que tú has dado testimonio, también bautiza y todos acuden a
él".
Juan
respondió: "Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo.
Ustedes mismos son testigos de que he dicho: "Yo no soy el Mesías, pero he
sido enviado delante de él". En las bodas, el que se casa es el
esposo; pero el amigo del esposo, que
está allí y lo escucha, se llena de alegría al oír su voz. Por eso mi gozo esa
hora perfecto.
Es
necesario que él crezca y que yo
disminuya.
El
que viene de lo alto está por encima de todos.
El
que es de la tierra pertenece a la
tierra y habla de la tierra.
El que vino del cieloda testimonio de lo que
ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio.
El
que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz.
El
que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin
medida.
El
Padre ama al Hijo y a puesto todo en sus manos.
El
que cree en el Hijo tiene Vida eterna.
El
que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa
sobre él".
DÍA SÉPTIMO
Prisión de Juan el Bautista (Lc 3,
19-20)
Mientras tanto el tetrarca Herodes, a quien
Juan censuraba a causa de Herodías, la mujer de su hermano² y por todos los
delitos que había cometido, cometió uno más haciendo encarcelar a Juan.
DÍA OCTAVO
Muerte de Juan el Bautista (Mc 6,
17-29)
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y
encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la
que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a
la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero
no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y
santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con
gusto. Un día se presentó la ocasión favorable.
Herodes
festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus
oficiales y a los notables de Galilea.
La hija de Herodías salió a bailar, y agradó
tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo
que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré
cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a
preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan
el Bautista", respondió esta.
La joven volvió rápidamente a donde estaba el
rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una
bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El
rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados,
no quiso contrariarla.
En
seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.
El
guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una
bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
Cuando
los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo
sepultaron.
DÍA NOVENO
Testimonio de Jesús sobre Juan el
Bautista (Lc 7, 24-30)
Cuando los enviados de Juan partieron, Jesús
comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué salieron a ver en el
desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre
vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la
opulencia, están en los palacios de los reyes. ¿Qué salieron a ver entonces?
¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. Él es aquel de quien
está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Les aseguro que no ha nacido ningún hombre
más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más
grande que él. Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos,
reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan. Pero los
fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el
designio de Dios para con ellos.
ORACIÓN FINAL
Oh, Glorioso San Juan Bautista, que durante
toda tu vida diste testimonio del total desprendimiento de las cosas terrenas
cumpliendo con humildad Y fidelidad la voluntad del Padre Celestial, como
verdadero Precursor del Mesías y poco, con sencillez del deber cumplido, fuiste
desapareciendo para que Cristo Salvador inaugurara el Reino de Dios entre los
hombres.
Ayúdanos a vivir, según el ejemplo admirable
que Tú nos das, para que un día podamos contar contigo en las Mansiones
Celestiales las glorias y alabanzas de nuestro Creador. Amén
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