La
bendición especial de Jesús Rey de todos las Naciones fue revelado por la Virgen cuando ella
apareció a la "madre espiritual" de su sierva sosteniendo el Niño
Jesús en sus brazos. El Niño Jesús tomó rosas de su Sagrado Corazón, las beso
individualmente, y luego las acerco a los labios de su madre.
Nuestra
Señora besó cada rosa, la tomó de las manos de Jesús, las acercó a su corazón,
y luego se lo dio a su servidora quien las coloco todas dentro de su Inmaculado
Corazón.
Desde allí las rosas fueron distribuidos a gentes de todas las naciones
de todos los tiempos - miles de millones de rosas. Las rosas son las gracias de
la Bendición Especial, y el paso de las gracias de Jesús a María a sus hijos
ilustra el papel de Nuestra Señora como Mediadora de todas las gracias.
Para
dar la bendición especial:
La
bendición especial puede ser transmitida a los demás en persona o a distancia
en la oración. Pasen esta bendición especial en fe.
Bendición
Especial
Si se da personalmente, coloque sus manos sobre la
cabeza de quien la recibe con su dedo pulgar derecho sobre la frente. Si no es
posible, mantenga sus manos sobre la persona o multitud a distancia, y ore:
Que el Reino de Jesús,
Rey de todas las naciones sea reconocido en tu corazón.
Que el Reino de Jesús,
Rey de todas las naciones, sea vivído en tu corazón.
Que el Reino de Jesús,
Rey de todas las naciones, sea dado a través de tu corazón a otros corazones.
De tal forma que el
Reinado de Jesús, Rey de todas las naciones, pueda ser vivido en cada corazón,
en todo el mundo.
Yo pido esta
Bendición Especial a través de la Virgen, Mediadora de todas las gracias, que
como Reina y Madre de todas las Naciones, la ha obtenido para Ti, como una gracia grandísima del Sagrado Corazón de su Divino, Hijo.
En el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hacer la señal de la
cruz en la frente de la persona con el pulgar, o hacer la señal de la cruz con
la mano a distancia.
Promesas
De Esta Bendición
Los dones de esta
Bendicion Especial son el don de recibir, entender y vivir su palabra en la
Escritura, el don de intimidad con Jesús, María y las almas compañeras en el
cuerpo de Cristo; y el don de conocer los secretos del amor de Dios, y llegar a
conocer y entender que reinar con Dios es Servirle a Él, quien habita dentro de
nosotros y en nuestro prójimo.
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