Por el color de duelo de que se
cubre, la Santa Iglesia quiere hacer sensible a los ojos del pueblo la tristeza
que embarga su corazón. Exceptuando las fiestas de los Santos, no usa más que
el color violeta. Este duelo de la Iglesia indica claramente con cuánta verdad
se asocia a los verdaderos Israelitas que esperaban al Mesías en la ceniza y el
cilicio*, y lloraban la gloria eclipsada de Sión, y el “cetro arrebatado a
Judá, hasta que venga el que ha de ser enviado, el que es el ansia de las
naciones'.
💫♦️Domingo 28 de noviembre 2021, inicio del Adviento y del Año Litúrgico♦️✨
EL ADVIENTO comprende las cuatro
semanas o domingos que preceden a la
Navidad, (antes del día de Navidad).
AÑO LITÚRGICO, Se distribuye en
festividades y ciclos: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y Tiempo Ordinario.
NAVIDAD no es un día, es un tiempo y
comienza el 25 de diciembre y termina un día antes de la fiesta del bautismo
del Señor que tiene fecha movible porque se ajusta a la celebración de la
Pascua.
La fiesta del Bautismo siempre será
después del 6 de enero o de la fiesta de la Epifanía.
VIGILANCIA. — El segundo Santo Concilio de Tours, celebrado en 567,
obligaba a los monjes a ayunar desde principios del mes de diciembre hasta
Navidad. Esta práctica penitencial se extendió pronto a toda la cuarentena,
obligatoria también para los fieles.
Si nuestra Madre, la Santa Iglesia,
pasa el tiempo del Adviento ocupada en esta solemne preparación al triple
Advenimiento de Jesucristo; si, como las vírgenes prudentes, permanece con la
lámpara encendida para la llegada del Esposo; nosotros, que somos sus miembros
e hijos, debemos participar de los sentimientos que la animan y hacer nuestra
esta advertencia del Salvador:
“Cíñase vuestra cintura como la de
los peregrinos; brillen en vuestras manos antorchas encendidas; y vosotros sed
semejantes a los criados que están en espera de su amo'”.
En efecto, la suerte de la Iglesia
es también la nuestra; cada una de nuestras almas es objeto, por parte de Dios,
de una misericordia y de una providencia semejantes a las que emplea con la
misma Iglesia.
Si ella es el templo de Dios, es porque se
compone de piedras vivas; si es la Esposa, es porque está formada por todas las
almas invitadas a la unión eterna con El.
Si es cierto que está escrito que el
Salvador conquistó a la Iglesia con su sangre, cada uno de nosotros hablando de
sí mismo puede decir como San Pablo: Cristo me amó y se entregó por mí. Siendo,
pues, idéntica nuestra suerte, debemos esforzarnos, durante el Adviento, en
asimilar los sentimientos de preparación que vemos embargan a la Iglesia.
Este es el objetivo del
Cristianismo, la divinización del hombre por Jesucristo: tal es la tarea
sublime impuesta a la Iglesia. Con S. Pablo dice Ella a los fieles: “Vosotros
sois mis hijitos; pues os doy un nuevo nacimiento para que Jesucristo se forme
en vosotros”.
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El hombre fue creado para adorar y servir a Dios, por eso el hombre que no cree en Dios siente la necesidad de creer en algo......
LA CORONA DE ADVIENTO, SU ORIGEN Y SIGNIFICADO
Cuando los primeros evangelizadores llegaron a Europa en los primeros siglos, IV Y VI, se encontraron con las costumbres paganas de los germanos (Alemania) que tenían por dios al sol, y llegado el terrible invierno, entre el gélido frío y la oscuridad de diciembre solían recolectar ramas y hojas verdes, formaban con ellas un circulo representando el renacer de la naturaleza que tendría lugar durante el invierno y la posterior primavera, en el círculo colocaban varias velas para representar el fuego del dios y se las ofrecían en homenaje a su dios el sol, pidiéndole que regresara con su luz y calor en las fechas más frías y oscuras del año y poner fin al duro invierno.
El cristianismo que respeta la libertad y que nada impone, decidieron utilizar este rito y adaptarlo de tal forma que se pudiera comprender de manera simbólica, la fe y el significado de la Navidad, el nacimiento del Verdadero Dios.
El hombre fue creado para adorar y servir a Dios, por eso el hombre que no cree en Dios siente la necesidad de creer en algo, aquellas costumbres paganas y primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo.
Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús:
Juan 8,12: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.».
La luz que prendemos en la oscuridad del invierno nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz:
Mateo 5,14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.”
Así, la luz de las velas pasó a representar la iluminación y salvación que Jesús trajo al mundo con su nacimiento, y el círculo el eterno perdón de Dios. Incluso se mantuvieron muchos de los elementos tomados del mundo natural: las ramas y hojas verdes (el color propio de la esperanza) y las manzanas (que pasaron a simbolizar la historia de Adán y Eva).
La Corona De adviento Es el primer anuncio de Navidad.
SU SIGNIFICADO
Las ramas verdes simbolizan, por su color, la esperanza que debemos tener en la venida del Señor.
Las cuatro velas, encendidas una a una cada domingo de Adviento hasta llegar a la Navidad, simbolizan la luz de la fe, que se llena de alegría con la llegada del Señor.
Los colores de las velas hacen referencia a los colores litúrgicos:
Morado: simboliza el espíritu de vigilia de este tiempo… “estad preparados”.
Verde: simboliza la esperanza.
Rojo y rosa: simboliza la alegría por la cercanía del nacimiento de Jesucristo.
Blanco: es el color de la presencia de Dios.
El orden de encender las velas es: 1º morado, 2º verde, 3º rojo y 4º blanco (se puede añadir una quinta vela, que se encendería en Nochebuena); dentro de los colores, puede sustituirse alguno de ellos por el rosado (morado y blanco) para el tercer domingo de Adviento (Domingo de la alegría o “gaudete”).
La forma circular
El círculo no tiene principio ni fin.
La corona de Adviento se dispone en forma circular, figura geométrica perfecta, como símbolo de que Dios no tiene principio ni fin, así como su amor a la humanidad.
Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.
Las ramas verdes
Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.
Las cuatro velas
Nos hace pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.
Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.
Las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.
El listón rojo
representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.
Los domingos de Adviento la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona de adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna meditación. La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote.
Sugerencias
a) Es preferible elaborar en familia la corona de Adviento aprovechando este momento para motivar a los niños platicándoles acerca de esta costumbre y su significado.
b) La corona deberá ser colocada en un sitio especial dentro del hogar, de preferencia en un lugar fijo donde la puedan ver los niños de manera que ellos recuerden constantemente la venida de Jesús y la importancia de prepararse para ese momento.
c) Es conveniente fijar con anticipación el horario en el que se prenderán las velas. Toda esta planeación hará que las cosas salgan mejor y que los niños vean y comprendan que es algo importante. Así como con anticipación preparamos la visita de un invitado importante, estamos haciendo esto con el invitado más importante que podemos tener en nuestra familia.
Mientras se encienden las velas se hace una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Esto lo hacemos en las misas de adviento y también es recomendable hacerlo en casa, por ejemplo antes o después de la cena. Si no hay velas de colores también se pueden utilizar blancas u otros colores, ya que lo más importante es el significado: la luz que aumenta con la proximidad del nacimiento de Jesús, quien es la Luz del Mundo.
d) Es conveniente también distribuir las funciones entre los miembros de la familia de modo que todos participen y se sientan involucrados en la ceremonia.
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