Nuestra Señora Del Buen Suceso
De la Purificación y Candelaria.
Fiesta: Día 2 de febrero.
Quito, Ecuador
La imagen de la Virgen del Buen
Suceso, había sido terminada milagrosamente por ángeles, cuyos cánticos fueron
oídos por toda la comunidad...
A pedido de San Francisco de Asís,
los tres Arcángeles —Miguel, Gabriel y Rafael— completaban la obra “mientras la
Reina de los Ángeles y de los hombres se acercó a la Imagen y penetró en ella,
como los rayos del sol penetran por hermosos cristales".
"En ese momento la Sagrada
Imagen cobró vida y cantó con celestial armonía el Magníficat.”
María del Buen Suceso
Profecías y esperanzas para
nuestros días
Años: 1594 – 1599 - 1634 / Lugar:
Quito, Ecuador
Tres Apariciones de la Virgen del
Buen Suceso
Hacia fines del siglo XVI
y comienzos del XVII, la Santísima Virgen previó, en sucesivas apariciones a la
abadesa del Monasterio de la Limpia Concepción de Quito, las catástrofes
espirituales y materiales de nuestra época.
En la Iglesia de la
Concepción de Quito, Ecuador, se venera la Imagen de la Virgen del Buen Suceso,
Quien se Apareció a la entonces joven abadesa del Real Monasterio de la Limpia
Concepción, Madre Mariana de Jesús Torres; la cual había nacido en una
población de la Provincia de Vizcaya, España, en 1563.
Su familia era noble,
dedicada a la producción vitícola.
A la edad de 13 años
viajó a América como aspirante de novicia con un grupo de seis religiosas del
Monasterio de clausura de la Orden Franciscana de la Limpia Concepción, que
bajo la dirección de su tía, la Madre María de Jesús Taboada, tenían la misión
de fundar el Monasterio en Quito, Ecuador.
El día 2 de febrero de
1594, celebración de Nuestra Señora de La Candelaria, también conocida como
Nuestra Señora de La Luz, la madre Mariana Torres hacía su habitual oración de
media noche en el coro alto, frente al altar mayor, cuando repentinamente vio
apagarse la llama que ardía frente al Santísimo, dejando la capilla en completa
obscuridad; cuando de pronto una dulce Voz la llama por su nombre y una Bella
Señora se Apareció frente a ella.
Una aureola de Luz
Celestial La rodeaba con esplendor; estaba vestida con la saya blanca y el
capuchón azul del hábito de la congregación; sostenía en Su Mano izquierda al
Niño Dios, de celestial hermosura; en la otra Mano llevaba un báculo de oro
bruñido y esmaltado de piedras preciosas; lo que significaba que Ella
gobernaría esa Santa Casa. — “Soy María del Buen Suceso, Reina de los Cielos y de la Tierra…
Le dijo la Madre de Dios.
“La lámpara del Santuario que
quema ante Nuestro Señor en el Tabernáculo, y que usted vio extinguirse tiene
muchos significados…”
“Tus oraciones, lágrimas y penitencias son muy
agradables a nuestro Padre Celestial [...] Ahora quiero que esfuerces tu
corazón y que no te abata el sufrimiento: Larga será tu vida para gloria de
Dios y de tu Madre que te habla.
Mi Hijo Santísimo te regala el
dolor en todas sus formas; y, para infundirte el valor que necesitas, tómale de
Mis Brazos en los tuyos”.
Al
recibir al Niño Jesús en sus brazos, sintió un mayor deseo de consumirse como
víctima para aplacar la Justicia Divina, si fuera posible, hasta el fin del
mundo.
En
la segunda Aparición, el 16 de enero de 1599, la Santísima Virgen le dio a
conocer diversos hechos futuros y le manifestó:
“Es voluntad de Mi Hijo
Santísimo que tú misma mandes a trabajar una Estatua Mía, tal como Me ves y la
coloques encima de la Silla de la Prelada para, desde allí, gobernar Mi
monasterio [...] para que entiendan los mortales que Yo Soy Poderosa para
aplacar la Justicia Divina, alcanzar piedad y perdón a toda alma pecadora que
acuda a Mí con corazón contrito, porque Soy la Madre de Misericordia y en Mí no
hay sino Bondad y Amor…
El obispo debe darle el
nombre de María del Buen Suceso de la Purificación o de Candelaria.
Yo
tomaré completa posesión de esta Mi Casa, y pondré sobre Mí la responsabilidad
de mantenerla a salvo y libre de todo daño hasta el fin de los tiempos.”
“Gabriel, Miguel y Rafael, junto con todo el
Coro Angélico, se harán cargo secretamente de la creación de Mi Estatua.
Para este propósito, tú debes
llamar a Francisco Del Castillo, que es un hábil escultor, y darle una breve
descripción de Mis medidas, tal como Me has visto hoy y siempre.”
En
los años siguientes, la religiosa sufrió un terrible calvario.
Sólo
el 5 de febrero de 1610 se pudo contratar al escultor designado por Nuestra
Señora. Don Francisco de La Cruz Del Castillo, español, vivía en Quito, cuando
recibió el encargo de su Reina como un regalo del Cielo.
Casi
un año después señaló que la imagen estaba prácticamente lista y que apenas
faltaban pequeños retoques en la pintura, para lo cual fue a procurar los
mejores tintes.
El día 16 de
enero de 1611 regresó al convento con el deseo de concluir su obra, pero... En
la madrugada de aquel día, cuando las religiosas se dirigieron al coro para
rezar el oficio, lo encontraron iluminado por una Luz sobrenatural y oyeron
voces angélicas que cantaban La Salve. El virtuoso escultor Francisco de la
Cruz del Castillo estaba atónito.
“¡Madres,
madres, esta imagen no es obra mía, sino angélica!”, exclamó tomado de un temor
reverencial.
De
la Imagen aún inacabada salían rayos vivísimos.
La
pintura base aplicada por Del Castillo caía al suelo junto con fragmentos de
madera, los trazos de la Imagen se volvían más suaves y Su Fisonomía más
Celestial.
La imagen de la Virgen del Buen Suceso, que el
hábil artista confeccionaba, había sido terminada milagrosamente por ángeles,
cuyos cánticos fueron oídos por toda la comunidad...
Pero
solamente la Madre Mariana veía cómo, a pedido de San Francisco, los tres
Arcángeles —Miguel, Gabriel y Rafael— completaban la obra “mientras la Reina de
los Ángeles y de los hombres se acercó a la Imagen y penetró en ella, como los
rayos del sol penetran por hermosos cristales.
En ese momento la Sagrada Imagen cobró vida y cantó
con celestial armonía el Magníficat.”
Francisco
Del Castillo, el asombrado escultor, declaró en un documento escrito, y bajo
juramento, que la hechura de la Imagen no estaba como él la dejó al salir de la
clausura la tarde anterior, haciendo constancia de la milagrosa transformación
operada en su primitivo trabajo.
No
era la primera vez que Mariana Francisca de Jesús Torres y Berriochoa
(1563-1635), una de las siete españolas fundadoras del Real Monasterio de la
Limpia Concepción de Quito (1577), se deparaba con un hecho sorprendente.
Su
vida, desde los 13 años de edad, era un continuo contacto con lo sobrenatural.
Las apariciones de Nuestro Señor, de su Santa Madre, de santos y de demonios,
le eran frecuentes.
A
esta hija de Santa Beatriz de Silva le fue desvendado el futuro como a pocas
almas privilegiadas. Y las revelaciones que le fueron confiadas,
particularmente las que tienen relación con nuestros días, impresionan por la
precisión, riqueza de detalles y semejanza con las de Fátima.
PROFECÍAS PARA NUESTROS TIEMPOS,
DEL 2 DE FEBRERO DE 1634
“Grandes
herejías se abatirían sobre la Tierra, a fines del siglo XIX y todo el XX.
La
luz de la Fe se extinguirá en las almas debido a la casi total corrupción de
las costumbres.
En esos tiempos estará la
atmósfera repleta del espíritu de impureza (...) habrá grandes calamidades,
físicas y morales, públicas y privadas.
El corto número de almas en las cuales se
conservará el culto de la Fe y de las buenas costumbres sufrirá un cruel e
indecible padecer, a la par que prolongado martirio; por este sufrimiento serán
considerados mártires.
Habrá un ambiente envenenado de impureza que
reinará, que a manera de un mar inmundo correrá por calles, plazas y sitios
públicos con una libertad asombrosa, de manera que no habrá en el mundo almas
vírgenes...”
“...Se desbordarán las pasiones y habrá una
total corrupción de costumbres, por casi reinar satanás con las sectas
masónicas, tendientes principalmente a corromper a los niños para sostener con
ese medio la corrupción general.
¡Ay, de los niños de ese
tiempo!:
El Sacramento del Bautismo lo
recibirán difícilmente, la Confirmación, de igual manera”.
“Habiéndose apoderado la
secta de todas las clases sociales, tendrá tanta sutileza para introducirse en
los hogares domésticos, que perdiendo a la niñez, se gloriará el demonio de
alimentarse con el exquisito manjar de los corazones de los niños.
En esos aciagos tiempos,
apenas se encontrará inocencia infantil, de esa manera irán perdiéndose las
vocaciones para el Sacerdocio, que será una verdadera calamidad.”
“Apagándose la luz preciosa
de la fe hasta llegar a casi una total y general corrupción de costumbres;
esto, unido con la educación laica, será motivo de escasear las vocaciones
Sacerdotales y Religiosas.”
“...el desprecio que tendrán los vivientes de
ese siglo por el Sacramento de la Penitencia; como enraizados en el pecado
tratarán de desconocerlo, para ellos nada será pecado; los mundanos harán caso
omiso de él; los Sacerdotes, unos lo mirarán con indiferencia, otros no lo
administrarán, o lo harán despectivamente, alejando a las almas de él…”
“El sacramento del
matrimonio, el que representa la unión de Cristo con la Iglesia, será atacado y
profanado en toda la extensión de la palabra... [Se aprobarán] inicuas leyes
procurando extinguirlo, facilitando a todos vivir mal y propagándose la
generación de hijos mal nacidos y sin la bendición de la Iglesia, irá decayendo
rápidamente el espíritu cristiano…”
“El sacramento de la
extremaunción, por ese tiempo en el que faltará en esta pobre Patria el
espíritu cristiano, será poco acatado y muchas personas morirán sin recibirlo,
ya por descuido de las familias, o como por un mal entendido afecto hacia sus
enfermos...”
“¡Ay, cuánto siento
manifestarte que habrá muchos y enormes sacrilegios públicos y también ocultos,
profanando la Sagrada Eucaristía!... Mi Hijo Santísimo se verá rodado por el suelo
y pisoteado por inmundas plantas.”
“Recen con insistencia, pidiendo a nuestro
Padre Celestial que ponga fin a tan malvados tiempos, por el Amor del Corazón
Eucarístico de Mi Santísimo Hijo, y para enviar a esta Iglesia al Prelado, Mi
muy amado hijo, a quien Mi Santísimo Hijo y Yo amamos con amor de predilección,
quien existe para revivir el espíritu de los Sacerdotes, por lo que lo
dotaremos con habilidades, humildad de corazón, docilidad hacia las
inspiraciones Divinas, fortaleza para defender los derechos de la Iglesia y un
tierno y compasivo corazón para que, como otro Cristo, pueda asistir al grande
y al pequeño sin desdén por los más desgraciados que vengan, con dudas y
amargura, a buscar la luz de su consejo…
En sus manos será puesta la
jerarquía del Santuario para que todo pueda ser hecho con peso y mesura, y así
Dios será glorificado...”
“Todo tipo de castigos vendrán, entre los
cuales habrán pestes, hambre, luchas entre las personas y los extranjeros, que
guiarán a gran número de almas a la apostasía y la perdición.
Y para disipar estas negras
nubes que ocultan el día claro de la libertad de la Iglesia, habrá una
formidable y temible guerra en la que fluirá la sangre de nativos y
extranjeros, de Sacerdotes regulares y seculares y también de monjas.”
“Esa noche será la más
horrible, porque parecerá a la humanidad que el mal ha triunfado; y entonces Mi
Hora habrá llegado para destronar al soberbio satanás en una sorprendente
manera, aplastándolo bajo Mi Pie y encadenándolo en los abismos infernales,
liberando así finalmente a la Iglesia y a la Nación de su cruel tiranía.”
Y EN LA ÚLTIMA APARICIÓN, EL 8 DE DICIEMBRE DE
1634, LA REINA DEL CIELO Y DE LA TIERRA ASÍ LE PROFETIZÓ A LA MADRE MARIANA:
“...Mi Culto, bajo la consoladora invocación de El Buen
Suceso... en la casi total corrupción del siglo XX, será el sostén y
salvaguardia de la Fe… Con esta Advocación quiero hacer en todos los siglos, prodigios.”
“Soy María del Buen Suceso,
Reina del Cielo y de la Tierra”
Nuestra Señora profetiza acerca de
los siglos XIX y XX
La
madre Mariana contó después en confesión al obispo de Quito, Fray Salvador de
Ribera Avalos O.P., todos los detalles de lo ocurrido. Añadió que tales hechos,
así como su vida, sólo serían revelados en el siglo XX: “en aquellos tiempos de
mucho decaimiento de la fe”. Le habló también del papel que debería tener
entonces la advocación a Nuestra Señora del Buen Suceso.
“La voluntad de Dios es dejar esta advocación y
tu vida —le dijo la Santísima Virgen en otra ocasión— para ese siglo en el que
la corrupción de costumbres será casi general, y la luz primera de la fe estará
casi extinguida”.
PROFECÍAS
YA REALIZADAS
Al
analizar la credibilidad de previsiones que abarcan épocas diferentes, conviene
indagar si algunas de ellas ya se cumplieron y de qué modo.
En
el caso de la madre Mariana de Jesús Torres, está históricamente comprobado que
la mayor parte de las revelaciones que le hizo la Santísima Virgen se
cumplieron. Y con tanta exactitud, que no sería prudente poner en duda la
realización de las que están pendientes.
•
Emancipación de España
Entre
las profecías que se cumplieron, citamos la siguiente, tomada de la aparición
del 16 de enero de 1599:
“Dentro de poco tiempo dejará
de ser colonia y será república libre, la patria en que vives... [el Ecuador]
necesitará almas heroicas para sostenerse a través de tantas calamidades
públicas y privadas”.
• “Un presidente de veras
cristiano” que recibirá la palma del martirio
Más
de una vez la Santísima Virgen profetiza al heroico presidente ecuatoriano
Gabriel García Moreno (1821-1875) y su martirio, en términos altamente
elogiosos:
“En el siglo XIX vendrá un
presidente de veras cristiano, varón de carácter, a quien Dios Nuestro Señor le
dará la palma del martirio en la plaza en cuyo sitio está éste mi convento; él
consagrará la república al Divino Corazón de mi amantísimo Hijo y esta
consagración sostendrá la Religión Católica en los años posteriores que serán
aciagos para la Iglesia”.
•
Proclamación de los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la Asunción
En
la aparición del 2 de febrero de 1634, la Virgen entregó a la madre Mariana su
Niño Jesús, que le reveló:
“El dogma de fe de la Inmaculada Concepción de mi Madre será proclamado
cuando más combatida esté mi Iglesia y cautivo mi Vicario
.Del mismo modo [lo será] el dogma de fe del
Tránsito y Asunción en cuerpo y alma a los Cielos de mi Madre Santísima”.
Prodigio
de la Sierva de Dios Madre Mariana de Jesús Torres en Guayaquil
(*)Mariana de Jesús Torres, vivió en los años 1600, en la Ciudad de
Quito, Ecuador .
El día 21 de Junio del 2014, una foto de la Madre
Mariana de Jesús Torres, fundadora del Monasterio de la Inmaculada Concepción
de Quito, cuyo cuerpo se encuentra incorrupto desde su muerte hace 379 años,
apareció con una lágrima en su mejilla en el instante de ser captada. Dicha
foto en que la Sierva de Dios aparece llorando prodigiosamente, fue tomada
durante una reunión de los Devotos de la Virgen de El Buen Suceso, por uno de
los participantes con su celular.
Fotografía tomada a un cuadro con el
rostro de la Madre Mariana de Jesús Torres.
A un costado, una reliquia de la Sierva
de Dios.
Lágrima cayendo por la mejilla del
rostro de la Madre Mariana de Jesús Torres.
Cuadro original de la
Madre Mariana de Jesús Torres, en cuya fotografía posterior apareció la
prodigiosa lágrima
Santa Beatriz de Silva
Orden de la
Inmaculada Concepción
Santa Beatriz de Silva Fundadora de La Orden de la Inmaculada Concepción.
Aparición de la Inmaculada Concepción De
Nuestra Señora, con el mandato de su veneración y la fundación de la nueva
orden mariana: ... a santa Beatriz de
Silva Fundadora de La Orden de la Inmaculada Concepción.
La Orden de la
Inmaculada Concepción (Ordo Inmaculatae Conceptionis, abreviado O. I. C.)
Es
una orden religiosa católicarromana de clausura monástica, fundada por Santa
Beatriz de Silva.
Santa Beatriz de Silva
Fundadora de
La Orden de la Inmaculada Concepción.
Coloquialmente sus
miembros se designan con el nombre de «concepcionistas».
Santa Beatriz de Silva Fundadora de La Orden de la Inmaculada Concepción.
Las Concepcionistas son monjas de estricta clausura
(clausura papal), dedicadas a la oración contemplativa.
Su hábito consta de una túnica y escapulario blancos,
toca, medallón en el pecho con la imágen de la Madre de Dios comúnmente, velo
negro y capa azul.
Orden
de la Inmaculada Concepción
La madre Mariana de Jesús Torres, Fue una monja de la
Orden religiosa de las Hermanas Concepcionistas Franciscanas, donde fue elegida
Abadesa…
Venerable
Madre Mariana De Jesús Torres
Fue un alma
mística de intensa oración, sacrificio y penitencia por la salvación de las
almas y fue favorecida con las Apariciones de Nuestra Madre Santísima en el año
1634 bajo la advocación de “Nuestra Señora del Buen Suceso” donde le ha
comunicado serios y graves Mensajes proféticos sobre el futuro de la humanidad
que ocurrirían principalmente desde el siglo XX hasta nuestros días.
Nuestra Madre le profetizó a Madre Mariana de Jesús
Torres que en el futuro vendría un gran Apóstol suyo que haría conocidas Sus
Apariciones en Quito y que haría conocer a todo el mundo Sus Mensajes y la vida
de la vidente Madre Mariana de Jesús Torres.
También la Madre de Dios profetizó que vendría en el
siglo XIX un gran Santo Sacerdote abnegado y penitente; ejemplo para muchos
sacerdotes; el tan conocido y amado Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney.
Madre Mariana De Jesús Torres
En su testamento espiritual,
la madre Mariana de Jesús, hablando de la relación de las concepcionistas con
los franciscanos, advierte a sus hijas:
“Quien quiera que pretenda
prescindir de Francisco y Beatriz no pertenece a la Real y verdadera Orden
Concepcionista Franciscana y, por lo tanto, no las reconocen por hijas este
santo Padre Francisco, ni la santa Beatriz, la que subirá a los altares en el siglo
XX”.
Profecías
que se vienen cumpliendo o están por cumplirse:
La
Revolución
Al
indicar el agente de la crisis tan catastrófica que describe en sus profecías
sobre los siglos XIX y XX, Nuestra Señora del Buen Suceso se refiere a las
herejías en general y a las sectas, o simplemente a la secta.
Esas
herejías o sectas tendrían el poder para extender sus garras desde el recinto
sagrado del Templo hasta el hogar, influenciando perniciosamente todos los
campos de la actividad humana.
Crisis
de fe, crisis en la Iglesia
Para
un católico es forzoso relacionar la crisis religiosa y moral que sacude al
mundo occidental con la decadencia verificada en las filas del clero y las
órdenes religiosas.
Jesucristo
dijo que los sacerdotes son la sal de la tierra y la luz del mundo. Si esa luz
deja de iluminar, irreversiblemente se abre paso a las tinieblas.
Esto
queda de manifiesto en las revelaciones de la Virgen del Buen Suceso a la madre
Mariana de Jesús:
•
Muchas naciones serán castigadas por los pecados de sacerdotes y religiosos
“Sabe
aún que la Justicia Divina acostumbra descargar castigos terribles sobre
naciones enteras, no tanto por los pecados del pueblo, cuanto por los de los
sacerdotes y religiosos, porque estos últimos son llamados, por la perfección
de su estado, a ser la sal de la Tierra, los maestros de la verdad y los
pararrayos de la Ira Divina”.
•
Por servirle a medias, renegará Dios de muchas almas.
El
Niño Jesús reveló a la madre Mariana que muchas almas religiosas y sacerdotales
“quieren servirme a medias, conservando sus caprichos y genios, satisfaciendo
en todo sus voluntades y tomando libertades incompatibles con su estado y
profesión. Yo no las tolero; nada por la mitad me agrada. Yo las abandono y
dejo que sigan todos los deseos de su corazón pervertido para desconocerlas
delante de mi Padre Celestial. ¡Ay de aquéllos y de aquéllas!”
•
Quien debía hablar, callará
“Casi
no se encontrará inocencia en los niños ni pudor en las mujeres, y en esta
suprema necesidad de la Iglesia, callará quien a tiempo debió hablar”.
Esta
grave omisión es repetida por la Santísima Virgen en la siguiente aparición, el
2 de febrero de 1610:
“Campearán
los vicios de impureza, la blasfemia y el sacrilegio en aquel tiempo de
depravada desolación, callando quien debería hablar”.
•
Los que deberían defender los derechos de la Iglesia, darán la mano a sus
enemigos.
Nuestra
Madre Santísima hace a su hija dilecta esta terrible declaración:
“Tiempos
funestos sobrevendrán, en los cuales... aquellos que deberían defender en
justicia los derechos de la Iglesia, sin temor servil ni respeto humano, darán
la mano a los enemigos de la Iglesia para hacer lo que éstos quieran”.
Cuando
todo parezca perdido, será el inicio del triunfo de María, Como en Fátima,
después de la previsión de catástrofes para la Iglesia y la civilización
cristiana, la previsión de una espléndida victoria.
Así,
al tratar de la propagación de las herejías en los siglos XIX y XX, María del
Buen Suceso revela a la madre Mariana de Jesús Torres:
“El corto número de almas en
las cuales se conservará el culto de la fe y de las buenas costumbres sufrirá
un cruel e indecible al par que prolongado martirio; muchas de ellas
descenderán al sepulcro por la violencia del sufrimiento y serán contadas como
mártires que se sacrificaron por la Iglesia y por la Patria.
“Para libertar de la
esclavitud de estas herejías, necesitarán gran fuerza de voluntad, constancia,
valor y mucha confianza en Dios aquéllas a quienes destinará para esta
restauración.
El amor misericordioso de mi
Hijo Santísimo, para poner a prueba en los justos esta fe y confianza llegarán
momentos en los cuales, al parecer, todo estará perdido y paralizado, y
entonces, será feliz principio de la restauración completa”.
Y,
después de referirse a la prevaricación en las filas eclesiásticas, Nuestra
Señora afirma:
“Ora con instancia, clama sin
cansarte y llora con lágrimas amargas en el secreto de tu corazón, pidiendo a
nuestro Padre Celestial, que por el amor al Corazón Eucarístico de mi Hijo
Santísimo ponga cuanto antes fin a tan aciagos tiempos, enviando a esta Iglesia
el Prelado que deberá restaurar el espíritu de sus sacerdotes.
“A ese hijo mío muy querido
lo dotaremos de una capacidad rara, de humildad de corazón, de docilidad a las
divinas inspiraciones, de fortaleza para defender los derechos de la Iglesia y
de un corazón tierno y compasivo.
En su mano será puesta la
balanza del Santuario, para que todo se haga con peso y medida, y Dios sea
glorificado”.
Para que esto no suceda, el
demonio y sus secuaces incitarán “todos los vicios”, provocando así “toda clase
de castigos, entre ellos la peste, el hambre, la pendencia entre propios y
ajenos, la apostasía, perdiendo a un número considerable de almas... Habrá una
guerra formidable y espantosa... Esa noche será horrorosísima, porque al
parecer humano será triunfante la maldad.
El rostro de Nuestra Señora del Buen Suceso refleja una gran
majestad. La sagrada imagen fue coronada canónicamente, el día 2 de febrero de
1991.
“Entonces es llegada mi hora
en la que Yo, de una manera asombrosa destronaré al soberbio y maldito Satanás,
poniéndole bajo mi planta y encadenándole en el abismo infernal, dejando por
fin libres a la Iglesia y la Patria de su cruel tiranía”.
¿Quién
será aquel Prelado santo? Ya antes, en la aparición de 1599, Nuestra Señora se
había referido a él como, probablemente, un obispo de Quito:
“Llegados los tiempos de oro
para éste mi monasterio, será feliz y premiado de Dios aquel Prelado, hijo mío
tan querido, el cual, conociendo con luz divina la necesidad de la sujeción
inmediata a los [Frailes] Menores [o sea, a los franciscanos] para la
santificación y perfección de las hijas de mi Inmaculada Concepción, pedirá al
Vicario de mi Hijo en la Tierra que los Menores gobiernen este monasterio...
Este día vendrá cuando la corrupción de las costumbres en el mundo parezca
haber llegado al ápice...”
En
otra aparición la Santísima Virgen también habla del triunfo de la Iglesia, y
menciona a un hijo escogido. Aquí no se refiere expresamente a un prelado, pero
tampoco dice si es la misma persona. Lo cierto es que éste surgirá cuando el
mal parezca triunfante y “la autoridad” haya prevaricado.
“Pero cuando parezcan
triunfantes y cuando la autoridad abuse de su poder cometiendo injusticias y
oprimiendo a los débiles, próxima está su ruina, caerán por tierra desplomados.
“Y
la Iglesia, cual tierna niña, resurgirá alegre y triunfante, y adormecerá
blandamente, mecida en manos de hábil corazón maternal del elegido hijo mío,
muy querido, de aquellos tiempos.
Lo
haremos grande en la Tierra y mucho más en el Cielo, donde le tenemos reservado
un asiento muy precioso.
Porque, sin temor de los hombres, combatió por
la verdad y defendió impertérrito los derechos de su Iglesia, por el que bien
le podrán llamar mártir”.
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